Cuando los Golden State Warriors firmaron a DeMarcus Cousins en la temporada baja hicieron una apuesta con poco riesgo. Invirtieron alrededor de 5.5 millones de dólares por uno de los pívots más talentosos de la liga, a pesar de que se recuperaba de una lesión en el tendón de Aquiles.
Sin embargo, la apuesta de los Warriors pasaba más allá de la salud del centro, y es que, además de su lesión, también contaba con una gran reputación de jugador problemático con un largo historial de cuestionar a la autoridad.
En este sentido, los Warriors podrían estar en una enorme encrucijada de cara a las Finales de la NBA, pues el pivote asegura estar “lo suficientemente sano” como para vestirse de cortos y saltar al tabloncillo, pero el equipo médico aún no le ha dado la alta oficialmente.
Hoy por hoy, su participación en el primero de la serie es cuestionable, y un equipo listo para enfrentar la instancia definitiva de la campaña no necesita ningún tipo de distracciones, pero el historial de Cousins sugiere que su presencia en el vestuario podría no ser beneficiosa.
Por otra parte, en caso de dejarlo jugar, Cousins no ha podido saltar a la cancha de forma competitiva desde los primeros minutos del 2do juego de los playoffs ante Los Angeles Clippers, por lo que puede necesitar aún más tiempo para recuperar su ritmo de competencia.
Si los Warriors no le permiten jugar, deberán lidiar con su molestia, pero si por el contrario lo reciben en la duela, puede que su desempeño termine por perjudicarles en una instancia donde simplemente no existe margen para el error. Parece que lo que sería una bendición para el equipo de la bahía pudiera terminar siendo un enorme problema.
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