Bauza dejó de ser el DT de Argentina y mucho tendrá que reprocharse. Aún así, las condiciones en las que dirigió resultaron una trampa letal.

Hace tiempo decíamos que “era más fácil culpar a Higuaín“, y lo seguimos sosteniendo. Así como Di María y Agüero pueden ser el blanco y, en poco tiempo, el Patón Bauza terminó siendo el fusible.

La realidad es que Argentina implosionó y no hay Messi que amaine el estruendo. De hecho, el derrumbe se lo llevó, por el momento, a él también. Al menos por 4 fechas.

Pasaron tres años de la muerte de Grondona y el desmorono no cesó. La lucha por el poder, como toda guerra, debilitó el territorio. La Selección Argentina, como expresión de tal, iba a tener difícil la huida a la debacle. Ni aún teniendo al más genial escapista del siglo.

Se entró por la ventana al Mundial Sub 20, ni se llegó a eso en Sub 17, ni se pudo preparar un equipo Sub-23 para afrontar un Juego Olímpico. Más allá de los resultados, la gravedad del asunto se ve en la inquietud por la falta de futuro. En la falta de intención de que lo haya.

Cuando se está en guerra lo importante es el presente, el aquí y ahora. Y el fútbol argentino vive así hace tres años.

Luego de la victoria ante Chile el colega de Redgol Nicolás Olea nos comentó en Bolavip TV que ellos, mirando para adelante, estaban contentos con la derrota. Les daba confianza de cara al Mundial, a pesar de haber perdido con un rival directo. “El que no salta, no va al Mundial”, cantó la hinchada Argentina en el Monumental.

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Pero Nicolás vio un poco más allá. Se fue lleno con una idea, con esa intención (lograda) de tener la pelota en campo rival y ponerlo contra las cuerdas. Un rival superior en nombres y en su casa, que la pasó muy mal. Y con un equipo muleto, con la ausencia de algunas de las figuras más importantes.

No tuvo que pasar mucho más tiempo, una fecha más alcanzó para acomodar las cosas, y que Argentina se de cuenta de su realidad. El fútbol mundial se ha emparejado y este Chile pudo aprovechar, y trabajar, sobre una buena camada. Con idas y vueltas también, pero con tranquilidad y previsión.

De todas maneras, la misma se puede encontrar en la basura, en pleno caos. Porque la situación de la Confederación Brasileña de Fútbol no dista mucho a la de Argentina. Sin estar quizá en un conflicto permanente, su fútbol, el más rico del mundo, sufrió el saqueo de los años dorados. Sus dirigentes, con menos timing que Grondona, están tras las rejas y los escándalos de corrupción siguen salpicando y llevándoselos uno por uno.

A Brasil, Río 2016 le sirvió para el recambio. Argentina, dilapidó esa oportunidad.

El futuro de Brasil era negro (y no es tan brillante tampoco, no se dejen encandilar). Su Selección iba de papelón en papelón, su Sub-20 no lucía ni daba esperanza, y ni siquiera en el fútbol europeo se podían encontrar ya grandes nombres. Pero Tite hurgó en ese basural y sacó oro. Como el oro de los JJ.OO., que sirvió como plataforma para el recambio.

Y hoy Brasil, para hacer lucir a Neymar, armó un medio con dos volantes que juegan en China, Leandro Augusto y Paulinho, y puso de 9 a un juvenil. En el segundo tiempo ante Paraguay entró Diego Souza. Volante de 31 años de trayectoria sombría, que hoy juega en el Sport Recife, 14º en el último Brasileirao.

Argentina no logró ejecutar ese recambio. El estado de guerra permanente impidió mirar hacia adelante.

Mientras todos crecían, Argentina se encerró en la pelea interna de los clubes por la nueva AFA

Bauza llegó por emergencia, no era parte del proyecto de nadie. Martino se tuvo que ir tras el abandónico accionar de la dirigencia (preocupados entonces por pelearse por la plata de la TV para los clubes y la Superliga), que se olvidó hasta de pagarle el sueldo. Armando Pérez armó un ridículo e incoherente casting, donde terminó contratando quizá al más apto de los postulantes, pero del cual no sabía ni el nombre.

El Patón eligió pelear con el pelotón más valioso. Cómo culparlo. Un plantel subcampeón del mundo y de América. Lo que no advirtió es que los mejores soldados estaban ya cansados de pelear en la arena movediza de los escombros.

¿Qué hubiera pasado si Bauza se envalentonaba con un giro rotundo? Queda esa duda, aunque no es correlativa con la situación de Brasil, donde el borronazo era una obligación. Donde no quedaban siquiera escombros. Argentina podía embarcarse en una transición más paulatina.

Era morir así o experimentar en la Eliminatoria más reñida del mundo

Aunque la estructura estaba más carcomida de lo que parecía. La posición en la tabla no era cómoda para experimentos, no había fecha para amistosos, no había nadie en AFA a quién pedirle ayuda para trabajar con elementos locales, y el tiempo de los JJ.OO. ya se había perdido.

No había estructura y hubo que improvisar. Y hacerlo por los puntos, en las Eliminatorias más difíciles del planeta. Acostumbrado a otro tipo de contextos, el Patón no hizo pie y se hundió. Se hundió en los escombros de lo que supo ser el fútbol argentino.