Cuando hablamos de experiencia dirigiendo fútbol ponemos bajo la lupa tres unidades básica: qué equipos, cuánto tiempo y qué gano. Si nos fijamos bien en la historia de Miguel Ángel Russo como entrenador, los números son todos positivos y habría que agruparlos para entren en la extensión de esta columna.

Russo comenzó dirigiendo a Lanús cuando aún peleaba en la segunda división por los 90. En el 96 tomaba un avión a Chile para dirigir la U. Ese mismo año jugaría semifinales de la Copa Libertadores.

El camino es largo; dirigió 9 de los 26 equipos de la hoy llamada Superliga Argentina y en casi todos repitió. Eso deja claro el profesionalismo y las buenas relaciones. Estuvo México, Colombia y este año llego a Lima donde por ahora se asegura el 2019.

Recuperado en salud, fortalecido y trabajando con normalidad se enfrenta a nuevo reto, dar la pelea con Alianza en Copas Libertadores. Un grupo duro que tiene entre los rivales al actual campeón y al equipo de Russo en el fondo de la tabla porque sólo pudo sacar un punto en seis partidos.

Mientras "le saca la ficha" al fútbol peruano, surfea entre las graves denuncias de corrupción en la FPF y encuentra la formula para potenciar a sus jugadores.

El exentrenador de Boca llega al monumental a jugarle a un River que respeta mucho, es cauteloso con sus palabras y asegura que Gallardo juega más allá de la ausencia de su hinchada. 

No profundizo mucho en el juego que hará Russo, porque siempre ha sido permeable y se adapto a los esquemas históricos de sus equipos. Pero lo que sí es seguro es que aprovechara el gran potencial físico de sus jugadores para ir a buscar el partido que necesita.

Mañana jueves veremos a dos argentinos ejemplares moviendo las piezas para tener un lugar.

Te respeto mucho Miguel, pero todos saben cómo quiero que termine esta historia.