Un 31 de mayo pero de 2018 se jugaba el primer partido de las finales de la NBA entre Cleveland Cavaliers y Golden State Warriors, en el Oracle Arena de San Francisco. El equipo de Stephen Curry, Kevin Durant y compañía terminaría por ganar el game, pero no sin suspenso y dramatismo...

En casi todas las series hay un punto de inflexión en donde un equipo baja los brazos y admite ser vencido, como dando por perdido el duelo. A pesar de no admitirlo, ellos mismos lo saben, y eso fue exactamente lo que pasó en el primer partido de estas finales. 

Los minutos finales del juego fueron de película. Realmente fue intenso, como toda final debería ser. LeBron James protagonizó casi todas las acciones, anotando en un cambio de marcas con Curry, generando una falta ofensiva a Durant, que luego fue cambiada a falta defensiva tras ser revisada y después una canasta (más la falta) de Steph sobre Kevin Love pondría al equipo de la bahía en ventaja por un punto. 

El error que puso como loco a LeBron James

A falta de 23.5 segundos, los Cavs le dan la pelota al #23, que con la marca de Curry lanza un pase penetrante hacia George Hill que cortaba hacia el aro. Klay Thompson agarró a Hill que cayó y la falta fue cobrada. En la línea de libres, el base metió el primero para empatar el partido 107-107, pero erró el segundo. Luego, el momento llegó. 

J.R. Smith agarra un rebote milagroso y con 4.7 segundos, en vez de intentar anotar la canasta ganadora o pasarsela a LeBron que se encontraba libre en la línea de tres, sale con balón en mano y lo driblea hasta que prácticamente se termina el partido. 

En OT, Cleveland perdería 124 a 114 y ante el super-equipo de Warriors, las chances e ilusiones se esfumaron. Para colmo, LeBron tuvo uno de las mejores perfomances de una final en la historia, con 51 puntos, 8 rebotes y 8 asistencias. Todavía cuesta creer que Smith se haya olvidado del marcador en un momento tan crucial que pudo cambiar el destino de la serie.