Después de su primera victoria en este 2019, los Dorados de Diego Armando Maradona saltaban a la cancha de su propio Estadio Banorte para recibir al Atlante de otro argentino, Gabriel Pereyra, por la séptima jornada y empezar a escapar de las últimas posiciones en el Ascenso de México.

Lo que no sabía Pelusa -ni nadie- de antemano era que iba a ser una noche absolutamente negra, en especial debido a la expulsión de Fernando Arce a los 13 minutos del primer tiempo.

Entonces, la visita lo aprovechó y se fue 1-2 a los vestidores gracias a los goles de Gerardo Ruiz de penal y Patrick Soko, en tanto que Rubio Rubin había puesto en ventaja al Gran Pez.

En la segunda parte, los vaivenes en el marcador serían impresionantes: al minuto Fernando Fernández estampó el 1-3, pero a los 48 Rubin anotó el 2-3 y Alonso Escoboza llegó al milagro del 3-3 con un hombre menos.

Sin embargo, la última media hora le costó horrores físicamente al equipo de Maradona y lo pagó carísimo, ya que a los 15 Lizandro Echeverría hizo el 3-4 y más tarde, a los 78 y 85, Wilber Rentería y Soko sellaron las cifras definitivas.

Maradona, suspendido, vio todo desde la tribuna en forma intensa, las cámaras de televisión lo enfocaron a cada rato como siempre e incluso el 10 argentino se marchó antes del final desilusionado y muy caliente por la paupérrima tarea defensiva de sus Dorados.

Volvió el fantasma de aquella caída en Bolivia al mando de la Selección Argentina, cuando la Albiceleste fue apabullada 6-1 en la altura de La Paz en las Eliminatorias camino al Mundial de Sudáfrica 2010.