Ni Pelé, ni Cristiano, ni Messi… Por amplio margen, el legendario delantero iraní es el máximo artillero histórico a nivel de selecciones con 109 goles internacionales.
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Se lo aborde desde donde se lo aborde, y aunque su épica haya quedado lejos de la historia que se cuenta en Occidente, Ali Daei fue un futbolista fuera de lo común. La diferencia la marcó desde el inicio de su carrera, que comenzó al tiempo que cursaba Ciencia de la Materia en la Universidad Tecnológica de Sharif. En ambas elecciones personales fue laureado, porque al título de doctor le añadió lo que ni Pelé, ni Maradona; ni Messi, ni Cristiano: ser el máximo goleador histórico a nivel de selecciones.
Su carrera futbolística comenzó, a los 19 años, en su Irán natal y allí se mantuvo durante 11 años, pese a que mucho antes de que se cumpliera ese lapso ya había probado su olfato goleador a nivel internacional con su selección. Debutó en el Esteghlal Ardabil de su ciudad y pasó luego por Taxirani, Bank Tejarat y Persépolis, este último un gigante de su país, con el que fue campeón en 1996 y logró, finalmente, extender las fronteras de su fútbol.
Fue el primer futbolista asiático en disputar un partido de Liga de Campeones
El primer equipo que fuera de Irán se tentó con los goles de Ali Daei fue el Al-Sadd de Catar, pero en apenas un año ya había conseguido seducir al fútbol alemán, especialmente por los goles que en la Eliminatoria Asiática tenían casi sellada la clasificación de su selección al Mundial de Francia 1998.
Fue así que el goleador, de origen azerí, llegó a su primera cita mundialista como futbolista del Arminia Bielfeld de Alemania, al igual que otra de las estrellas de aquel Irán Karim Bagheri. A Francia no logró sin embargo trasladar su mayor virtud y se despidió sin marcar. Para entonces, y a pedido de Franz Beckenbauer, quien lo había visto en primera persona en el duelo que terminó con triunfo de Alemania 2-0 en Montpellier, Bayern Munich le abría las puertas para jugar en un gigante europeo.
Los 4 millones de francos que pagaron por él lo convirtieron en el futbolista asiático más caro fichado hasta entonces, dándole paso a un nuevo hito para el fútbol iraní, ya que fue el primero en representarlo en un partido de Liga de Campeones de la UEFA. Pero la falta de minutos en Munich lo llevó, en 1999 a firmar con el Hertha de Berlin, donde jugó tres temporadas y es recordado por un doblete al Chelsea, también por Champions League.
Los años de Ali Daei en Europa, sin embargo, llegaban a su fin, a la vez que su selección se quedaba sin posibilidades de clasificar al Mundial de Corea y Japón en 2002. Por entonces, ya había recibido el apodo de Shahriar, en honor al Sultán que con gran asombro había escuchado cada una de las historias de Scheherezade en las Mil y una noches. En 2003 tuvo una revancha personal y enfrentando a Líbano igualó la marca de Ferenc Púskas, legendario artillero húngaro que brilló en Real Madrid y que ostentaba en soledad el récord de goles en selecciones con 83.
Ali Daei marcó solo 5 de sus 109 goles ante selecciones europeas, siendo sus víctimas Macedonia, Ucrania y Bosnia.
El segundo y último Mundial de su carrera le llegó en 2006, llevándolo de regreso al fútbol alemán cuando ya hacía tiempo que había regresado a su país, donde fueron muchos quienes se opusieron a su continuidad en la selección esgrimiendo que le quitaba lugar a jóvenes promesas. En la preparación para la máxima competición, consiguió ante Costa Rica el último de sus 109 goles internacionales, marca que le ha quedado demasiado lejos a cualquier jugador que sueñe con alcanzarlo.
El Sultán tampoco pudo celebrar en aquella Copa del Mundo, en la que Irán finalizó en la última posición del Grupo D, tras caer ante México y Portugal e igualar 1-1 con Angola. Fue su gran cuenta pendiente y sabía muy bien que ya no tendría revancha, pues ese mismo año firmó con el Saipa FC para retirarse en la temporada siguiente y ocupar el cargo de entrenador.
La leyenda ya había nacido, con el demoledor registro de 109 goles en 149 partodos con la Selección de Irán, que como reconocimiento le brindó, cuando casi no tenía experiencia, la oportunidad de asumir como entrenador en 2008. Pero Ali Daei se había dedicado siempre a marcar y como ya no pudo empujar la pelota al contacto con la red, apenas pudo mantenerse un año en el cargo.