Lo que iba a ser una cirugía casi de rutina terminó en una internación de urgencia. Lo que era una operación de dos horas duró cinco horas y media. El partido de fútbol repleto de estrellas en el que se iba a despedir de su tan amado León de México tuvo que ser cancelado, al mismo tiempo que él recibía hierro por seis días y quedaba en terapia intensiva. Mauro Boselli relata al detalle cómo fue que estuvo al borde de la muerte y cómo el destino obró a su favor.

“Estaba todo armado para hacer el partido de despedida en el León, que fue un club muy importante para mi vida y para mi carrera. Resumido: tuve una hemorragia digestiva muy severa, muy fuerte. El día anterior a viajar para hacer ese partido me pasa esto, me internan de urgencia. Gracias a Dios me pasó antes de viajar. Los médicos me decían que si llegaba a tomarme el avión había chance que no la cuente. Por algo pasan las cosas. El partido se canceló pero hoy estoy contento de poder contarlo”, le relata a BOLAVIP en una entrevista exclusiva.

Boselli decidió retirarse a los 39 años. Foto IG.

Tenía todo listo para viajar junto con su familia pero comenzó a sentirse mal al punto de no poder salir de la cama. Traslado en ambulancia, llamado a su médico de cabecera y una internación larga cuya primera misión fue estabilizarlo y salvarle la vida y luego sí, poner todo en orden.

-¿Tuviste miedo de morirte?

-Sí, muchísimo. Uno piensa que es fuerte y que a veces no… Nunca le va a pasar a uno. Cuando te pasa algo realmente te das cuenta de que la vida es para disfrutar, que tenés pocos momentos realmente para ponerte triste. Quizás uno en la vida cotidiana no se da cuenta y a veces se enoja por cosas que no tienen que ser, esto te ayuda para aprender. Y es lo que trato de concientizar, no solamente a mi familia sino a toda la gente que conozco para que vivan felices y que disfruten de levantarse de la cama y estar bien, que es un montón.

Competencia eterna

Boselli está en Argentina pero no por mucho tiempo. Sabe que pronto armará las valijas para instalarse del otro lado del océano y ya no moverse más, por eso la idea de ser entrenador post retiro no lo seduce. Hace menos de un año que decidió colgar los botines y por eso no tiene apuro.

A los 39 años, parece estar más que satisfecho con su carrera: dos Copa Libertadores (una con Boca, otra con Estudiantes), una Copa Sudamericana, una Copa Argentina y tres títulos locales con Corinthians, León y Cerro Porteño.

Boselli y su primera Libertadores con Boca. Foto IMAGO.

“A veces cuando uno escribe en su cabeza ‘cómo quiero que sea mi carrera’ y poder retirarte el último partido saliendo campeón, en uno de los equipos que más te marcó en la carrera es algo soñado. Y a mí se me dio, creo que soy un privilegiado, no todos tienen esa oportunidad y por eso le estoy tan agradecido a Estudiantes de que me abrió las puertas siempre. El amor es mutuo”, confiesa.

Sin embargo, esa carrera que tuvo un gran final tuvo un inicio con algunos sinsabores y una competencia difícil en la que no claudicó jamás. “Yo de mi nunca dudé, sabía lo que era como jugador y lo que quería para mi carrera. Pero el fútbol es eso, son más las cosas malas que te tocan pasar que las cosas buenas. Yo sabía que quería ser jugador de fútbol, sabía que quería triunfar y quería trascender. Eso iba a ser en Boca o iba a ser en otro lado”.

-Pero lo tenías a Martín Palermo delante…

-Hoy lo veo de otra manera, pero en ese momento yo entendía que podía competir con él. Después el tiempo me dio a entender que no, y me tocó estar en el lugar de Martín en otros equipos, siendo el Palermo de otros equipos. Pese a jugar bien o mal, Palermo tiene que jugar. Pero eso lo entendés cuando tenés 30 y tantos años, no cuando tenés 20, 21 que decís “yo quiero jugar, ¿cómo no juego? Si yo estoy bien, ¿cómo no voy a jugar?”. La experiencia y los años de carrera te hacen entender un montón de cosas de por qué juega uno y no otro y en ese momento quizá no lo entendés. Pero fue una etapa muy linda la de Boca, por todo lo que aprendí y por lo que me formó como jugador.

-¿Qué fue lo que aprendiste de eso, de tenerlo adelante?

-Que no tenía que claudicar nunca. Si él hace tres goles en un partido y yo al otro día tenía que entrenar y tenía que andar bien. Pedía ir a jugar a Reserva porque no había jugado mucho en Primera. Y cuando me tocaba un partido, tenía que andar bien y tenía que hacer algún gol y tenía que mostrarme. Los pocos partidos que me tocó jugar en Boca me tocó andar bien, me tocó hacer goles, el tema es que era obvio, yo quería jugar seguido y ahí no lo iba a conseguir. Por eso tomé la decisión de salir, con todo lo que eso conlleva. No es fácil decir “me quiero ir de Boca”.

Jugó 59 partidos con la camiseta de Boca. Foto IG.

-Vos saliste de Boca y triunfaste en Estudiantes. Y Palermo hizo al revés…

-Sí, son las cosas del fútbol. Martín salió de ahí, yo salí de Boca y estuve en Estudiantes; a él le tocó jugar en la Primera de Estudiantes y por eso tiene la chance de llegar a Boca. Después me tocó unos partidos en la Selección también. Nos citaban a los dos, Martín era el titular y yo era el suplente. Hace poco nos cruzamos, compartimos psicóloga desde hace mucho tiempo y hemos charlado, con la mejor de las ondas. Ahora está como entrenador y siempre que tuvimos oportunidad nos hablábamos y charlábamos desde esa época. 

La entrevista entonces tendría que ser a la psicóloga…

-Jaja, y es más, sigue siendo la psicóloga de él y sigue siendo mi psicóloga, así que tenemos años de cosas para contar. 

Mara, la psicóloga que Boca tuvo desde tiempos de Bianchi, ayudó mucho a ambos en momentos difíciles. A Mauro en particular cuando decidió salir del Xeneize para jugar más, pero al mismo tiempo necesitaba quedarse en la Argentina por la salud de su papá. Por eso, pese a que habían llegado otras ofertas y más allá del costo político que podía significarle, Pedro Pompilio lo dejó ir al Pincha.

La entrevista completa a Mauro Boselli:

Una vuelta no, otra vuelta sí

Fueron varias las etapas que vivió Boselli en Boca, después de aquel debut 2-7 en Rosario, con el equipo titular celebrando la Libertadores 2003 (no viajó ni Bianchi: estuvo Oscar Regendhart al mando). Se fue un tiempo al Málaga y a su regreso, ya en 2006, comenzó a sumar minutos con Ricardo La Volpe como entrenador, tras la salida de Alfio Basile hacia la Selección.

Sí, aquel torneo que Boca terminó perdiendo en una definición mano a mano con Estudiantes en cancha de Vélez, pese a la ventaja que tenía y que desperdició perdiendo con Belgrano y Lanús.

“Si volvés a jugar 10 campeonatos más, Boca sale campeón los 10”, dice Boselli. Foto web.

-¿Cómo fue tu experiencia con La Volpe?

-Todos miran el resultado final, que fue que se perdió un campeonato imposible. Pero a mí como pibe en ese momento, como jugador joven, fue de los técnicos que más me enseñó. Me enseñó a pararme adentro de la cancha, me enseñó a moverme, me enseñó a jugar para mis compañeros, un tipo que se quedaba media hora, 40 minutos después del entrenamiento solamente con los más chicos para marcarles bien la idea de lo que él quería. Sí, tiene una personalidad que no le gusta a todo el mundo y no solo le pasa acá, en México le pasa exactamente lo mismo, pero es un técnico que a mí me enseñó un montón y yo aprendí mucho con él como entrenador.

¿Y qué pasó en aquel torneo del 2006?

-No se entiende, una cosa imposible. Si volvés a jugar 10 campeonatos más, Boca sale campeón los 10. Son las cosas que tiene el fútbol. Después me tuve que ir a Estudiantes y el 90% de mis compañeros me lo refregaban: “Cómo les sacamos el título”. No tiene una explicación. Es imposible que no hayamos salido campeones ese año.

Después del Bigotón, que le dio más minutos, llegó Miguel Angel Russo y otra vez tuvo que esperar su momento. Su primer partido de titular fue en la fecha 17 del Clausura 2007, con el equipo titular jugando la Libertadores que terminó ganando.

-¿Cómo era ese plantel?

-Tenía muchos líderes. Y cuando las cosas te salen bien, es todo mucho más fácil. Un equipo que salía a la cancha y ganaba, iba a jugar a Brasil y ganaba. Cuando los resultados se dan todo es más fácil, los egos se dejan un poco de lado, si hay alguna pelea no te das cuenta. Había muchos líderes que estaban todos en un gran nivel y manejados por un entrenador que tenía mucho de eso, de manejo de grupo como era Miguel, hacía que todo sea más fácil. Por algo el equipo salió campeón y por algo muchos de esos jugadores fueron vendidos después o siguieron haciendo carrera en Boca.

Convirtió tres goles ante Arsenal en la Bombonera y allí definió su futuro. Foto web.

-En tu caso estabas detrás de Palermo, pero llegó Rodrigo Palacio y el que debió esperar fue Guillermo Barros Schelotto…

-Sí, a Rodrigo lo habían traído de Banfield en un nivel altísimo y a Guillermo lo agarró en una época de muchas lesiones, no estaba bien físicamente, entrenaba y se lastimaba. Pero era muy importante dentro del grupo, un tipo que más allá de que no estaba contento por no jugar, era positivo, tiraba para adelante. Tengo una anécdota con él en Toluca: arman el equipo, Palacio y Martín descansan. Teníamos tres delanteros: Bruno Marioni, él y yo, dos iban a jugar y uno iba al banco. Miguel tomó la decisión de mandarlo a Guillermo al banco. No estaba contento, estaba caliente. Bruno tenía su nombre, lo habían traído para ocupar un lugar importante, y yo era un pibe y me tocaba jugar a mí. Estábamos por salir a la cancha, charlando en un costado y se me acerca. Me dice “mirá que yo estoy muy enojado por no jugar”. “Yo estoy muy enojado. Pero el enojo no es con vos, es con el entrenador y yo quiero que a vos te vayas muy bien”. “Y te deseo lo mejor y vas a tener mi apoyo desde afuera y ojalá que hagas un gran partido”. Guillermo era un líder, referente, y yo era un pibito. Son palabras que no me olvido. Pasó un montón de tiempo, un tipo de la calidad y la categoría de Guillermo te diga eso, habla de lo que era él como persona dentro del vestuario. Estaba molesto por no jugar, el problema era con el entrenador y me dio todo el apoyo y me deseo el éxito.  

El adiós definitivo

Palermo había firmado contrato por un año más y Boselli sintió que no podía esperar más. En aquella Libertadores 2008, en la que se llegó a las semifinales, sumó apenas 31 minutos en 12 partidos. En el torneo, con un mix de titulares y suplentes, algunos más.

“No pude jugar nunca tres partidos seguidos. Y eso es imposible. Me pasó de tomar la decisión después de un partido que hice tres goles, en la Bombonera contra Arsenal, y al otro partido jugamos Libertadores y no entré ni un minuto. Venís de hacer tres goles, andás bien, está bien que entraste “por”, pero por lo menos tenés que entrar un rato: no jugué un minuto. Ahí te das cuenta que tenés que salir”, explica.

Curiosidades del destino, a los pocos partidos de irse a Estudiantes, Martín Palermo sufrió una grave lesión y quien tiene la chance es Lucas Viatri. “Cuando estaba yo, Lucas no estaba ni entrenando en el plantel de Primera. Pero el fútbol es eso, es estar en el lugar y en el momento indicado. Si hoy me preguntás, hubiese tomado la misma decisión. Esperar una fatalidad de un compañero o algo que le suceda para poder jugar no tiene sentido”.

-¿Merecías algo más? ¿Más chances?

-En ese momento pensaba que yo me merecía jugar, que merecía tener muchas más chances de las que me daban. Hoy con el diario del lunes, con toda una carrera hecha y entendiendo por qué no jugaba, me parece que tuve las chances que tenía que tener. Y segundo, que las pude aprovechar y por eso después tuve la posibilidad de irme a un club como Estudiantes, que haya invertido un montón de plata por mí, que haya visto algo que estaba mostrando en Boca y que lo podía desarrollar ahí.

Hola, Pincha

Estudiantes adquirió el 50% de su pase en 2.5 millones de dólares. Una fortuna por un jugador de 23 años con 59 partidos (2.392 minutos en los cinco años desde su debut), 11 goles y siete asistencias. El primer día cuando llegó al Country de City Bell, se perdió: ingresó por otra puerta cuando todavía en el club no había nadie. Pero rápidamente se sintió como en casa.

Su segunda Libertadores, ahora como titular y en Estudiantes. Foto web.

“Los chicos, todos buena onda. La Bruja creo que en uno de los primeros entrenamientos, no me acuerdo si no corrí en una, me dijo: “Dale papito que esto no es Boca, hay que mover el culo”. Son cosas que te quedan, encima no es que te lo decía y no corría, era el primero que corría”, le cuenta a BOLAVIP.

El desafío era enorme: “El peso de decir: bueno, listo, ahora tenés que demostrar todo lo que eras en Boca, ahora tenés la camiseta, jugá. Era una responsabilidad, pero yo estaba confiado en que me iba a ir bien, lo tenía claro. Llegaba a un club que tenía buenos jugadores, estaba Verón como referente que bajaba una línea muy concreta. Si me iba mal era por culpa mía y no por culpa del contexto”.

-¿Ahí empezaste a sentir que llegaste?

-Sí, porque empecé a jugar seguido, ahí es donde me dijeron: bueno, tomá, vos sos el número 9 de este equipo, jugá. Ya dejaste de ser una promesa y sos una realidad. Este es el número 9 de Estudiantes de la Plata. Eso te lo da a la continuidad.

Un señor llamado Alejandro

-¿Qué lugar ocupó Sabella en tu vida?

-A Sabella lo conozco en un momento jodido de mi vida. Cuando yo me voy a Estudiantes, a los 4 meses fallece mi viejo y Alejandro, no digo que fue el reemplazo de mi papá, pero veía tantas cosas similares como persona, formas de manejarse, cosas que te decía, esa humildad que él pregonaba todo el tiempo. Conocí a una persona maravillosa, como entrenador todo el mundo sabe lo que fue Alejandro, pero lo que era como persona, realmente los que lo conocen te pueden hablar de todo lo que él hacía bien.

-¿Cómo era con el manejo del grupo?

-Había algo que él tenía que era la sinceridad, un tipo que si tenía que dejar un jugador afuera no lo podía lo mirar a los ojos, ¿entendés? Y él es entrenador, tiene que tomar decisiones, tiene que poner 11, no pueden jugar 15. Y el tipo no podía mirar a los ojos al que pensaba que también podía jugar pero tenía que elegir a otro. Y el jugador se da cuenta de eso. Aparte de ser un gran entrenador es una gran persona, que no pasa con todos los entrenadores, que un grupo tenga un consenso tan grande. Y tenía un grupo de trabajo muy bueno que hacía que cuando él no podía tomar una decisión o aparezcan los ayudantes, los profes, para poder suavizar esa situación que podía ser conflictiva.

El partido con el Barcelona

 El gol de Lionel Messi a los 110 minutos por la final del Mundial de Clubes 2009 derrumbó un fuerte que Sabella había preparado durante meses. En Abu Dabi, Mauro Boselli abrió la cuenta para Estudiantes a los 37 del primer tiempo, pero a los 87 Pedro puso el 1-1. Y a poco del cierre del segundo suplementario, la Pulga lo dio vuelta y se llevó el título para Barcelona.

Messi y Boselli, en el Mundial de Clubes 2019. Foto IG.

“Es que eran dos minutos nada más, no faltaba mucho. Hay que ser realista, lo jugabas 10 veces más y perdés por 3 ó 4 goles. Jugamos contra uno de los mejores equipos de todos los tiempos e hicimos un partido perfecto, exactamente como lo había planeado Alejandro, creo que sobraron dos minutos. Si no era exactamente como lo planteó, con todos los puntos que él decía que iban a pasar y pasaron todos. Es de los pocos partidos que un equipo pierde y es recordado por tanto tiempo”, recuerda de aquella final.

Y aclara: “Podés sentirte orgulloso que hoy, con el formato nuevo, hubiésemos ido a penales, no hubiésemos ido a tiempo extra, porque el partido salió 1-1”.

-¿Cómo estaba Alejandro después del partido?

-Estaba igual de dolido que nosotros. Me acuerdo que después del partido, cuando volvimos al hotel, estábamos en la habitación con un Chapu (Braña), Chavo Desábato, Alayes, y entra él, entra a la habitación, nos mira, se agarra la cabeza y dice “dos minutos”, se agacha, lamentándose. Y todos nos reímos, en la realidad todos pensamos lo mismo: dos minutos, eran dos minutos. Ya está, no se puede volver el tiempo atrás. 

Y recuerda: “En ese momento no podía ni caminar. ¿Sabés lo que corrimos? En ese momento no estaba el GPS, no hay un partido en la historia que haya corrido más que ése. Hay una anécdota que el Chapu la cuenta siempre: en esa habitación, yo no me podía ni parar. ‘Me duele todo, no me puedo parar’. Y el Chapu me dice: ‘Viste, hijo de puta, así me siento yo todos los partidos por lo que vos no corrés”. Y se reían todos, del esfuerzo que habíamos hecho todos, todos, porque no nos quedaba nada, ninguno se guardó nada”. 

De Estudiantes pegó el salto: Wigan, Genoa, Palermo, Corinthians y León. Ahí donde hizo pie y se quedó. Dos de sus tres hijas mujeres nacieron en México. Donde hasta tuvo un restaurant. Donde iba a hacer su partido homenaje que, para preservar su salud y por cuestiones de agenda del club, tuvo que cancelar por el momento. El afecto de los hinchas se mantiene vigente. Y no es para menos: 221 partidos, 130 goles, seis veces máximo anotador y dos títulos

-¿Tuviste la chance de volver a Boca?

-Creo que no se llegó a hacer una oferta formal ni nada porque el entrenador que en ese momento estaba, creo que era Alfaro, prefirió a Soldano entonces no hubo ningún ofrecimiento formal.

Cuando volvió a la Argentina, fue a Estudiantes. Foto IG.

-¿Te lo dicen los hinchas que te cruzás?

-Toda mi familia es de Barracas, voy constantemente y el 90% de la gente que me dice algo es “uy, tendrías que haber vuelto a Boca, por qué te fuiste, por qué no volviste” o me han llegado a decir “qué boludo este Alfaro que eligió a Soldano”, me lo dijeron varias veces. Te reís, pero la gente que realmente es hincha de un club a veces te dice las cosas que siente y no lo correcto.

-¿Y de River te llamaron?
-Me llamó Francescoli estando en México, en 2014 creo que fue, me llamó por teléfono y me dijo que estaba la posibilidad, que a ellos les gustaría contar conmigo. Yo en ese momento estaba espectacular en México, hacía poquito que había llegado, mi familia estaba re cómoda allá y le agradecí pero no. No pasó mucho mas que eso.

El regreso, entonces, se dio otra vez con el club que le dio aquella chance de ser titular, de ser el 9 (pero con la camiseta 17) y de levantar copas siendo protagonista. De hecho, sigue siendo el máximo goleador de Estudiantes en Libertadores. Podría haber seguido un poco más, pero eligió el momento de retirarse.

“Lo hablé mucho con Mara, siempre iba a haber algo más. Yo hice 93 goles en Estudiantes. Estaba a 7 de los 100. Y era ahí, llegamos a los 100. Cuando yo me retiré, salimos campeón de la Copa Argentina y jugábamos en la Copa Libertadores. Y yo soy el máximo goleador de la historia de Estudiantes en la Copa Libertadores. Y era: ¿si vamos por algunos goles más? Siempre hay una zanahoria que ir a buscar. En el medio de todo eso a uno le van pasando cosas. Físicamente quizás no te sentís tan fuerte. Querés estar en buen nivel y a veces no podés. A veces llega alguna que otra lesión y empezás a entrenar menos para llegar mejor a los partidos. Un montón de cosas que se iban a empezar a dar y no quería que se den. Y por eso tomé la decisión”.

Hoy, a los 39 años, sabe que se quedará poquito en la Argentina. Que viajará a algún lugar del mundo para ya instalarse en forma definitiva. No se ve como DT, quiere justamente darle un poco de estabilidad a su familia después de tantos años de seguirlo por el mundo. Quizá como dirigente, algún día.

No sabe aún, la pelota todavía está ahí, mirándolo de reojo. Por lo pronto, mientras se recupera del susto, la dejará descansar. Bastante ya la empujó a la red.