“Nunca dejamos de creer”, dice, con una bandera argentina anudada al cuello y un nudo en la garganta. Los ojos celestes le brillan, las lágrimas anduvieron por ahí, pero lo que más resalta es la sonrisa. Cómo no estar feliz cuando por fin puede gritar campeona con esta camiseta, la del Atlético Madrid. Cómo no sentir esa emoción a flor de piel si con su gol le dio una vida más a sus compañeras, para luego llegar a conquistar el sueño. Cómo no dejar de creer, con la camiseta roja y blanca y también con la celeste y blanca, si la que lo está viviendo es Estefanía Banini.
La Final de la Copa De la Reina tuvo la magia en sus botines. Con el Aleti cayendo 2 a 0 en el Estadio Butarque, la mendocina armó un jugadón por la izquierda, dibujó la diagonal para llegar a la línea de fondo a puro quiebre y terminó dándole una asistencia perfecta a Lucía Moral para el descuento. Faltaban dos minutos para cumplir con el tiempo reglamentario y el Real Madrid saboreaba el título.
Nunca dejamos de creer, decía Banini. Y así se paró delante del balón. ¿Cuántas habrán soñado en hacer un gol así? Cuando iban 5 de los seis minutos adicionados, bajo la lluvia, con el terreno mojado y la diestra encencida, para colocarla en un rincón, allá donde descansan las telas de araña, imposible de sacar para María Rodríguez. Y ahí está ella, bajo un montón de abrazos, porque esa fe inquebrantable las llevó al alargue primero y a los penales después.
Que no haya convertido su penal sólo la humaniza. Ella ya había hecho hasta lo imposible. Rodríguez esta vez sí se lo tapó pero Svava mandó el balón por los aires y todo fue alegría y emoción. Ahí está Banini, con su camiseta 22, posando como una Reina con la Copa ídem. El gran y esperado título.
Ahora Mundial
La cabeza está puesta en Nueva Zelanda. Ahora que se dio el título y tras la decepción de no haber logrado la clasificación para la Champions League de la próxima temporada, los sueños cambian de color. Ella misma dice que hasta su contrato con el Atlético, que llega a su fin en los próximos días, puede esperar. Primero lo primero.
Y lo primero, en realidad, será lo último. Porque Banini ya anunció que este Mundial con Argentina será el último pese a que recién tiene 32 años. Antes de la Copa América que le dio la clasificación al equipo gracias al tercer puesto en la competencia, había anunciado que eran sus últimos pasos con una Selección que le dio alegrías y tristezas pero que ahora es pura ilusión. La ilusión de lograr una victoria por primera vez.
“Hay más gente siguiéndonos y expectante en Argentina. Esa euforia es real. Es importante que se sepa que nosotras venimos luchando desde hace muchos años por tener las condiciones para poder empezar este camino profesional. Estamos lejos de ganar un Mundial. Hay que poner en contexto a la gente para que sepan que Argentina nunca ha ganado un partido en un Mundial y el objetivo es ese. Toda esa gente que se está sumando ahora al fútbol femenino tiene que entender que nosotras estamos luchando por otras cosas. Ir al Mundial es seguir creciendo para permanecer en cada competencia internacional importante”, le explicó a Relevo en una entrevista hace pocos días.
Una voz silenciada
Argentina logró sus primeros puntos mundialistas en Francia 2019. Aquella remontada histórica con Escocia, los goles de Florencia Bonsegundo para el 3 a 3 que se replicaron hasta saberlos de memoria y la alegría parisina aquel 19 de junio quedaron rápidamente sepultados por lo que vino después. El camino de la Selección parecía marcado: era el momento de dar el salto. Las jugadoras lo sabían, lo deseaban. Pero no pasó.
Los históricos reclamos en la Copa América de Chile 2018, el famoso Topo Gigio en la foto que recorrió todos los portales, movieron un poco el avispero pero no lo suficiente. Pasó el Mundial y en la previa a los Juegos Panamericanos de Lima, el seleccionador Carlos Borrello decidió modificar la lista de citadas y dejó afuera justamente a la 10, entre otras. Ella protestó en las redes sociales y apuntó al DT. Y así pasaron tres años hasta que otra vez pudo ponerse la camiseta Argentina.
“Ni descanso, ni lesiones, ni permisos de mi club. Ganas sobran de estar en la Selección! Desde los 5 años entrenando para defender la celeste y blanca! Luchando desde mi lugar la igualdad sin discriminaciones! El cuerpo técnico decidió dejarme afuera. Ellos son los únicos que cobran, ellos que por tener diferencias han decidido darle un punto final a mi sueño de defender a la (camiseta) más linda”, había escrito en su cuenta de Instagram.
Con la llegada de la pandemia, otra vez la Selección pareció navegar en aguas demasiado mansas: sin partidos, sin competencia, sin un objetivo claro, pese a que desde el 2019 Argentina había comenzado con la semiprofesionalización de la liga local, uno de los tantos reclamos que se hicieron en su momento. Hasta que llegó un nuevo cuerpo técnico y el camino estuvo más claro.
El regreso
Con Germán Portanova volvieron los amistosos internacionales, el sueño se renovó pero Banini tuvo que seguir esperando. Para el DT, primero había que fortalecer ese grupo que -tras aquellos reclamos- había quedado con resquemores. Hasta que su nombre apareció en la lista. Aquel abril del 2022, para los amistosos ante Chile previos a la Copa América en Colombia, justo después de haber sido elegida dentro del 11 ideal de la FIFA y tras recuperarse de una lesión. Un regreso necesario.
Ahora se viene el Mundial. Argentina se enfrentará a Italia, Suecia y Sudáfrica con el sueño intacto de conseguir su primera victoria. Ese paso, que parece simple, implica muchas más cosas. Lo dice ella: estar ahí, en otra Copa del Mundo, es el camino que intentan dejarle a quienes vienen detrás, para que continúen con esa lucha que iniciaron hace un lustro.
Para la mendocina que se inició en Cementista y que es ídola en el Colo Colo de Chile por sus 8 títulos de campeonatos locales y la Copa Libertadores 2012, será -dijo- su último baile. Ella dice que no deja de creer. Habrá que creerle.