Paliza. Al Manchester City de Pep Guardiola le llenaron la canasta, a domicilio y de visitante. Fue humillado por el Real Madrid por un Kylian Mbappé consagratorio que marcó tres goles en el Bernabéu para tomar definitivamente el legado de Leo Messi y de Cristiano Ronaldo, convirtiéndose en su sucesor natural, con sus dos finales mundialistas a cuestas para ser el próximo Balón de Oro.
A Guardiola jamás se lo vio tan vulnerable. Esto es sólo comparable con aquéllas semifinales de Champions League con el Bayern Múnich en las que fue goleado por el Real Madrid y el Barcelona. Pero de todas formas estaba entre los cuatro primeros de Europa, ahora el golpe es durísimo porque ni siquiera clasifica a octavos de final con un presupuesto multimillonario observado por el Fair Play Financiero.
Hasta acá, con el City podía perder, de hecho perdió mucho más de lo que ganó en Champions, pero salvo una eliminatoria contra el Liverpool de Jürgen Klopp, siempre había competido. Esta vez, ante Real Madrid, no pudo hacerlo. Encima le faltó Erling Haaland por lesión, su as de espada para esta serie.
No valorar a Julián fue un gran error de Guardiola. Álvarez no merecía tal destrato, siendo campeón del mundo lo sentaba en el banco en partidos decisivos para ver jugar a Foden, Grealish, Doku, De Bruyne o Bernardo Silva. Se equivocó feo con la Araña. Además, nunca pudo reemplazar a Rodri, perdió a su mediocampista central fetiche y el equipo se desmoronó, se vino a pique.
Esta vez, la mano del entrenador, su capacidad, no pudo superar la ausencia de un jugador vital dándole la razón a los que le piden que venga a dirigir a la Argentina a un equipo sin recursos para ver si puede imponer su estilo de salir jugando con el arquero desde el fondo.
El año 2025 indica que Manchester City ya no pelea la Premier League y está afuera de la Champions en febrero. Sin dudas la hora más difícil de Pep en su carrera de entrenador.
