A lo largo de su historia, en River han desfilado grandes jugadores que dejaron una huella imborrable en el recuerdo de los hinchas del Millonario. Nombres de mucho peso que, más allá de lo que logren, nunca dejarán de estar a la sombra de un dios riverplatense: Ángel Labruna.
Jugador, técnico e hincha ejemplar de la banda. El Feo se metió en la historia de River y marcó una época en el fútbol argentino siendo el máximo goleador de los Superclásicos, el segundo máximo goleador de todos los tiempos y el segundo hombre con más presencias en el Millo.
Pero, como suele ocurrir con estos protagonistas mágicos, su historia comenzó de una manera inesperada. Un evento totalmente inesperado que cambió la historia de River y que le permitió a un Labruna que no tenía oportunidades poder demostrar de qué estaba hecho.
Si bien, con el sistema de formación que había en los comienzos del profesionalismo, Ángel Labruna ya demostraba que estaba para triunfar en River, el joven de 21 años todavía no contaba con oportunidades en el primer equipo de un duro Renato Cesarini.
Duro porque, según se puede analizar en base a sus decisiones, el argentino nacionalizado italiano no tenía mucha paciencia. Incluso podría decirse que gracias a esto termina debutando Labruna en primera para luego marcar una era.
Inconforme con el rendimiento de una de sus máximas figuras; José Manuel Moreno, Cesarini habló con la dirigencia y la misma decidió sancionar al Charro por no estar brindando lo mejor de sí en 1939. Una polémica decisión que no cayó nada bien en el resto del plantel.
La huelga que generó el debut de Ángel Labruna en River
Inconformes con esto, casi todo el plantel del Millonario decidió parar la pelota y comenzó una huelga en contra de la dirigencia hasta que se levante la sanción a Moreno y reciba una disculpa por la sanción. Todo esto a unas horas del partido que tenía el equipo.
Ante este complicado panorama, River convocó a varios juveniles entre los que se destacaba Ángel Labruna. Con la 10 del sancionado Moreno en la espalda, el Feo comenzó así a transitar su camino con la camiseta que lo terminaría teniendo como ídolo.
Pese a que solamente tenía 19 años, cumplió 20 en septiembre de ese año, Labruna no salió más del equipo y se adueñó de la posición. Años más tarde conformaría la mítica Máquina de River con Muñoz, Pedernera, Moreno y Felix Lostau.
Los números de Labruna en la historia de River
En total jugó 20 años de manera consecutiva para River, entre goles, gambetas y el gen Millonario en la sangre, Labruna se volvió un ídolo indiscutido del club gracias a sus 317 conversiones con la banda en 545 partidos disputados. Números que lo ponen como el máximo anotador del club en la historia.
Además de esto, Labruna ganó un total de 16 títulos defendiendo la camiseta del Millonario. Una impresionante marca que recién pudo romper Leonardo Ponzio en el 2021 con la victoria en el Trofeo de Campeones. Una muestra de lo difícil que resultó este hito.
No conforme con ser el mejor jugador en la historia del Millonario, Labruna demostró que cuándo hay grandes sentimientos se viven grandes momentos ya que, decidido a demostrar sus genes, el Feo volvió al club para acomodar las cosas.
Labruna y su vuelta a River para cortar una sequía de 18 años
En una de las peores rachas en la historia de River, entre 1957 y 1975 la banda no pudo gritar campeón. Fueron 18 años de sequía que se rompieron gracias a la mística de un Ángel Labruna que llegaba en enero de ese año luego de brillar en Talleres.
Campeón de la Liga de Córdoba, Labruna dejó la T y llegó a River con la idea de poner las cosas en orden y así lo hizo. No sólo cortó la sequía de 18 años sino que también ganó otros cinco títulos más dirigiendo al Millonario.
El 19 de septiembre de 1983, cuándo dirigía a Argentinos Juniors y se preparaba para dar el batacazo y buscar un nuevo título en su carrera, Ángel Amadeo Labruna falleció por un paro cardíaco en brazos de Ubaldo Fillol cuándo ambos se preparaban para dar una caminata.
Si bien se fue joven; solo con 65 años, el recuerdo y el legado de Ángel Labruna quedó grabado en la historia del fútbol argentino. En River (donde tiene una estatua gigante), en Defensores de Belgrano, en Talleres, en Platense y en el corazón de todos los futboleros.