Hay algo que lo hace distinto a Javier Mascherano. No sólo el hecho de haber pasado más de la mitad de su vida en la Selección Argentina. Ni tampoco el hecho de haber sido multicampeón en el Barcelona. Tampoco que sea el único deportista argentino con dos medallas de oro olímpicas. Ni siquiera el hecho que, entre juveniles y Mayor, es el jugador argentino que más veces se puso la camiseta celeste y blanca. O el hecho de haber sido capitán en un Mundial a los 26 años- No, es algo más. Es su entereza. Es su emoción cuando habla de sus amigos, de esos que lograron lo que el tuvo que ver por TV.
No hay rencor en sus formas. No hay envidia sana (si es que eso existe realmente). Su amor por la camiseta y sus sentimientos hacia los “Lioneles” -Messi y Scaloni- son tan fuertes que se nota que realmente disfrutó y disfruta de este momento, aunque a él le toque verlo no de afuera pero al menos a un costado. Y su frase, en su boca, suena absolutamente real: “Yo soy de los que cree que el éxito de los amigos se disfruta como propio”, confiesa en exclusiva para “Glorias de Selección”, en BOLAVIP.
“La carrera hay que entenderla por el todo, uno no puede estar eligiendo, si no sería muy ventajista elegir los momentos. La realidad es que en la Selección, sobre todo en la Mayor, no me ha tocado tener la fortuna de conseguir algún título. He estado muy cerca. Me hubiese gustado ganar algo, pero me quedo también con muchas de las cosas positivas que fueron todos los años que me tocó estar acá, los momentos vividos, haber vivido cosas extraordinarias que jamás me hubiese imaginado como fue jugar finales de Copa América, final del Mundo, finales de Juego Olímpico que es lo que cualquier jugador aspira”, reconoce.
-Y de todas esas finales, ¿sentiste una más cerca que otra?
-A mí me tocó perder cinco finales, cuatro de Copa América y una del Mundial. De las cuatro Copa América, tres las perdimos en los penales. De hecho, la Copa América de 2004, hasta el minuto 93, íbamos 2-1. Y después las otras dos que perdimos con Chile, fueron partidos parejos que podría haber sido para los dos, y la final del mundo más o menos parecido. La final de Mundo tuvimos chance de ganarla, como también tuvimos chance de perderla y al final la terminamos perdiendo. Creo que la única final donde nunca estuvimos en partido, fue la del 2007 en Venezuela, que ahí si Brasil nos pasó por arriba.
Una vida de Selección
Cuando todavía jugaba en Renato Cesarini, en un amistoso lo vieron jugar y automáticamente lo citaron (¡por fax!) para que se presentara en el predio. Corría el año 1999. Ya al año siguiente se estaba sumando a las Inferiores de River, para jugar en Séptima. De ahí no paró más: pasó por la Sub 15, Sub 17 y Sub 20. Y siendo aún sparring y sin haber debutado en Primera, Marcelo Bielsa lo hizo debutar en la Mayor, con apenas 18 años. Fue al Mundial 2002 como sparring y luego ya en 2006, con apenas 22 años, fue titular en todos los partidos.
“El primer Mundial con 22 años, alejado de la responsabilidad, la responsabilidad era para otros. Lo disfruté mucho desde ese lugar, jugué todos los partidos, todos los minutos y fue una experiencia única para mí. El segundo es completamente diferente, con 26 años y siendo capitán. Ahí era toda la responsabilidad, pero todavía siendo bastante joven”.
-Llega Maradona a la Selección, que no solamente te da la capitanía…Maradona públicamente dice es “Mascherano y 10 más”.
-Esa frase jamás la tomé como una frase literal, ni mucho menos, sino mucho de esto que tenía Diego, ¿no? Quizás él sentía que yo era la persona que lo representaba, por eso me dio la cinta de capitán. Yo ahí tenía 24 años, no tenía una edad avanzada. Y la realidad es que pasé por un bache. Creo que entre 2009 y 2011 no fueron años buenos míos. Ya después, con la llegada de Sabella, volví a ganar en confianza.
-¿Cómo te pegó esto de ser capitán y tener esta frase tan pesada del entrenador?
-Lo primero que hice fue hablar con Pupi (Zanetti) porque hasta ese momento él era el capitán. En ese momento estaba Seba Verón, que volvía con Diego, estaba Heinze, Walter Samuel que también había empezado. Había jugadores muy importantes. Pupi lo recontra entendió y no mucho más. Más allá de haberme nombrado capitán yo seguía apoyándome mucho en ellos. En chicos que tenían más experiencia que yo, que podían ayudarme.
-Vos tuviste la posibilidad de ser dirigido por Diego Maradona, y ser compañero de Messi en el Barcelona y en la Selección. Y siempre está la comparación. Si tuvieras que medir desde lo futbolístico…
-Es difícil porque yo no soy contemporáneo a Diego, lo vi muy poco. Claramente crecí como hemos crecido todos, los de mi generación, con Diego como ídolo. Nosotros veíamos a Diego y todos queríamos ser futbolistas, no ser como él porque era imposible, pero ser futbolista. Lo que me ha pasado con Leo es haber sido contemporáneo, haber jugado en Selección durante más de 10 años, haber jugado 7 o 8 años con él en el club, verlo todos los días, me hizo ganar. Y cuando alguien te hace ganar es diferente. Y es verdad, es odioso compararlo porque al final son los dos argentinos y tendríamos que estar orgullosos de que sean los dos argentinos. Y que han llevado a la Argentina a la cima, los dos. Pero claro, al final, al ser contemporáneo, al haber vivido tantas cosas con Leo, obviamente uno tiene mucha más información sobre él. Yo a Leo le vi hacer cosas increíbles y siempre digo lo mismo, creo que no le voy a volver a ver hacer esas cosas a nadie, no creo que haya otro Messi, pero bueno capaz que generaciones anteriores decían lo mismo de Diego y apareció Leo.
-Bueno, si lo hay, que sea argentino.
-Obviamente, ojalá que haya nacido ya. Leo nació en el 87, un año después que salió campeón del mundo Diego, ojalá que ya haya nacido el próximo, en el 2023. La realidad es que para mí Leo es lo más grande que vi.
Sinceramente va a ser muy difícil o creo que es imposible que pueda llegar a ver otro. Eso no quita lo que fue Diego.
La entrevista completa a Javier Mascherano en “Glorias de Selección” para BOLAVIP:
El 2018 y la frustración
El único momento en la entrevista en la que realmente parece lamentarse es cuando habla de Rusia 2018. Encaró ese Mundial, el cuarto de su cuenta personal sabiendo que era el último. Y asume que las cosas no fueron bien. “Con un sabor agridulce, no pude disfrutarlo por todo lo que pasó. Con una imagen triste, la última imagen mía que tengo, o la última experiencia mía con la Selección no es un recuerdo de haberlo disfrutado. Y eso es lo más loco porque uno a la Selección viene para eso, para tratar de disfrutar, viene por la gloria, no hay un contrato económico que te obligue a venir. Y quizá eso lo que da más pena“, admite.
-Y así todo, a nada de empatar el partido con Francia, que terminó siendo campeón del mundo…
-Yo creo que eso es lo que tiene el jugador argentino. Hasta el último momento, jugando mal, porque la verdad es que fuimos superados, que fue un Mundial que no estuvimos a la altura de lo que es jugar un Mundial con Argentina y así todo, con más ganas que otra cosa, estuvimos cerquita. Pero el fútbol es así.
Un nuevo rol como DT
“Si hubiese actuado mal, hoy no estaría acá”, dice cuando habla de los rumores que despertaron aquellas imágenes de él con Jorge Sampaoli, si le armaba el equipo o no (“si armo el equipo no lo voy a armar delante de todos los periodistas”, dice entre risas). Lo cierto es que, después de aquella triste despedida en el 2018, en el 2022 volvió al predio de AFA pero para ser entrenador de la Sub 20. Y, ahora, de la Sub 23 de cara a los Juegos Olímpicos de París.
“A mí me gusta recalcar mucho la predisposición, las ganas de todo el mundo, de chicos que han salido campeón en el mundo hace nada y se han ofrecido para venir. De muchos chicos sub 23 que tienen un gran presente en sus clubes. La Selección Argentina es algo único, pero también hay otros intereses también que juegan y que los clubes también aprietan y sin embargo ellos luchan por venir a la Selección”, explica sobre la citación para el inicio del torneo. El debut será el 23 de julio ante Marruecos.
También le tocará, antes de viajar a Francia, ver a la Scaloneta en la Copa América. Y se lo nota entusiasmado. “Yo a la Selección la veo muy bien, hace un largo tiempo, más allá del Mundial. Todo esto empezó en la Copa América 2021, donde se empezó a gestar algo grande y a partir de ahí, es una Selección que estuvo en constante crecimiento. Y creo que la gran virtud es las ganas de ir por más, porque es un equipo que no se quedó en Qatar. Siguió compitiendo, sigue compitiendo, tiene una gran combinación entre gente con mucha experiencia, con experiencia ya con un Mundial adentro, pero que ya tiene 26, 27 años, y con un rodaje también importante en Europa. Y chicos jóvenes que tienen una frescura impresionante. Creo que es una combinación muy, pero muy buena y para mí con un entrenador espectacular. Creo que el entrenador en este caso tiene mucho mucho que ver en todo esto”.
Hay una amistad que lo une con Scaloni. Una relación que se mantiene y que lo hace vivir mucho más de cerca cada momento de la Selección. Por eso dice eso de disfrutar lo de los amigos como propio. Ellos también lo hicieron parte de cada logro.
“Claro que me emocioné. Yo con el Gringo, con Scaloni, me gusta mandarle mensaje antes de los partidos, deseándole lo mejor y después de los partidos también, a veces chateamos un poquito. Y después, con los amigos que uno tiene ahí adentro. Y sí, me emocioné, me emocioné mucho por Leo. De hecho, con Leo hicimos una videollamada estaba todavía dentro de la cancha cuando hablamos. La alegría por él, por Ota (Otamendi), por el Kun (Agüero), por Ángel (Di María), que son quizá con los que a mí me había tocado compartir mucho más”, explica sobre aquella final del 2021.
“Esa es la grandeza de ellos, no tenían por qué, porque claramente el título es de ellos. Nosotros lo disfrutamos como hinchas. A mí quizá me pone contento porque trabajo acá también, pero lo disfruto más como hincha y la realidad es que si, que lo disfruté muchísimo por ellos”, agrega con una felicidad que no se puede fingir.
Si el 2021 lo vivió como hincha, el Mundial lo vivió además como padre de un hijo que lo disfrutó al máximo, que lo llevó a la famosa esquina de los bancos, ahí en San Lorenzo, donde Mascherano sigue viviendo, a celebrar como un simple mortal, perdido entre la gente. Bruno, el amiguito de Messi, quien tiene el museo que su papá le armó con las más de 700 camisetas que posee, lo llevó a vivir todo eso como uno más.
Pero él no es uno más. Es un hombre que apenas celebró un par de cumpleaños en su casa, porque siempre le tocaba estar con la Selección (cumplió los 40 el 8 de junio). Es ese que primero se puso la celeste y blanca. El que entró a los 15 y no se fue más. El que se colgó dos medallas doradas pero las demás le dijeron que no y él siguió intentando. El que disfruta a la distancia, pero cerca, de los logros de sus amigos. Único.