Cuando la Scaloneta se puso en marcha, nadie imaginó que ese vehículo colectivo iba a cosechar en el camino tantos sueños e ilusiones. El destino final es Qatar, pero a un gran número de sus integrantes los depositó a la cima del fútbol mundial en el mismo recorrido.

Te llevo para que me lleves

La Argentina estaba padeciendo una sangría de futbolistas en la élite. La ausencia de jugadores nacionales en cuatro de las últimas cinco finales de Champions es un dato ineludible. Sin embargo, desde la llegada de Lionel Scaloni fueron varios los que se potenciaron y llamaron la atención de los clubes más poderosos.

Cuti Romero pasó de Atalanta a Tottenham por más de 50 millones de euros. El pase del cordobés había pertenecido a Juventus, pero estuvo cedido en Genoa y en el equipo de Bérgamo. Ahora, se hizo un lugar en el conjunto londinense. Cuando Erik ten-Hag dejó Ajax para desembarcar en Manchester United, uno de sus primeros pedidos fue Lisandro Martínez. Su ficha costó 67 millones.

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Cholo Simeone también tomó nota del crecimiento de varios de sus compatriotas. Y los dos que se llevó –uno en 2021, el otro para esta temporada- venían del mismo destino: Rodrigo De Paul y Nahuel Molina, de la franja derecha de Udinese a Atlético Madrid. Cuando arrancó el ciclo de Scaloni, el lateral derecho estaba a préstamo en Rosario Central, antes de irse de Boca con el pase en su poder.

La salida de Agüero había dejado al ataque con un solo jugador en los equipos top: Lautaro Martínez en Inter. Tras la Copa América de Brasil se sumó como compañero también en el equipo italiano Joaquín Correa. Y ahora es Julián Álvarez el que recibe las indicaciones de Pep Guardiola en el City. Las perspectivas de su crecimiento ilusionan a la Selección de cara al futuro.

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Gracias por venir

Si bien los casos anteriores hacen ruido por montos y nombres propios de los equipos, también hay otros integrantes de la Scaloneta que en este proceso han crecido en sus carreras. Gonzalo Montiel dio el salto desde River a un segunda línea europea como Sevilla. A Alexis Mac Allister le pasó parecido: se lo llevó el Brighton de la Premier, aunque se lo prestó a Boca. Ahora, ya está afianzado en la liga más importante del mundo.

Emiliano Buendía oscilaba entre la máxima categoría y el ascenso con el Norwich, pero pudo afianzarse en el Aston Villa. Nico González luchó para volver con Stuttgart a la Bundesliga y tras ese éxito recaló en Fiorentina. Scaloni confió en Guido Rodríguez cuando estaba en el fútbol mexicano y hoy es parte fundamental del Betis de Pellegrini.

Poder decir adiós es crecer

Hay tres casos de jugadores habituales que dieron un paso atrás en la importancia de sus equipos. No todos los casos son iguales, y algunos sirven de ejemplo de cómo retroceder a veces implica volver a avanzar por otros caminos.

Emiliano Martínez debió abandonar Arsenal para poder sumar minutos. Titular después de la lesión de Leno, Arteta le respetó el lugar al alemán y Dibu optó por salir. Su llegada a Aston Villa le permitió adquirir rodaje, regularidad y ganarse el arco de la Selección.

Nicolás Otamendi fue moneda de cambio entre Manchester City y Benfica en el pase de Ruben Dias a mediados de 2020. El ex Vélez no era fundamental en la idea de Pep Guardiola, y su regreso a Portugal le sirvió para obtener continuidad. Su rendimiento en la Selección creció y las críticas se transformaron en elogios.

Otamendi se afianzó en Benfica (Getty)

La situación más extraña, todavía con desenlace incierto, es la de Paulo Dybala: llegó a ser figura de Juventus, un status que nunca alcanzó con Argentina. Pero luego se fue diluyendo, se fue libre y recaló en Roma de la mano de Mourinho. A priori, un retroceso, más si se tienen en cuenta los otros equipos que sonaban como posibles destinos para la Joya. Los casos anteriores demuestran que pueden haber elementos positivos en esos cambios.

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Me quedo aquí

Hay varios casos de futbolistas que cambiaron de club, sin que eso implique un avance o un retroceso. Messi terminó sus convulsionados días de julio-agosto 2021 en PSG, en una Ligue 1 con menos luces que La Liga, pero un equipo, en ese momento, con mayor ambición. Di María dejó Paris y tendrá su oportunidad en Juventus, completando así un póker de primeras líneas europeas.

Gio Lo Celso varió entre Betis-Tottenham-Villarreal y, sin lugar con Conte, se encuentra en busca de club. Pezzella pasó también de Betis a Fiorentina y luego regresó. Tagliafico estuvo en la órbita de Barcelona pero dejó Ajax para recalar en Lyon. Papu Gómez se peleó con Gasperini y abandonó Atalanta para sumarse al grupito de argentinos en Sevilla. Lucas Alario perdió terreno en Bayer Leverkusen y la Selección e intentará recuperarlo con continuidad en Eintracht Frankfurt.

Son muchos los jugadores que no han cambiado de club. Entre los de mayor participación están Lautaro Martínez, Leandro Paredes, Marcos Acuña y Angelito Correa, pero también se suman Armani, Nico Domínguez y Martínez Quarta-Palacios, que cuando el ciclo empezó estaban en River, pero se sumaron cuando ya formaban parte de Fiorentina y Leverkusen, respectivamente.

Es lógico que un proceso de algunos años encuentre cambios en los recorridos de sus futbolistas. A veces, el crecimiento lleva a la Selección. En el caso de la Scaloneta, es tan cierto eso, como que el vehículo colectivo fue vital para el desarrollo individual de sus integrantes.