No se podía jugar. No se debería haber jugado. No hay otro punto de partida posible para analizar el empate entre Venezuela y Argentina en Maturín. El partido se jugó e intentaremos analizar lo que pasó dentro de un contexto tan irregular como condicionante, pero, conste en actas, la cancha estaba imposible.

La excelente relación entre ambos cuerpos técnicos, con el legado de José Pekerman como factor aglutinante, ayudó a que la decisión del cuerpo arbitral de jugarlo de cualquier manera fuera más tolerable. La media hora de retraso y la tarea de los auxiliares a puro secador no modificó nada. El ambiente distorsionaba la posibilidad de jugar al futbol como se hace siempre, pasándose la pelota entre compañeros más allá de estilos, tácticas y estrategias.

Si bien el campo es el mismo para los dos equipos, a uno le afecta más que a otro. Habituado a hacer lo que quiere dentro de la cancha, al campeón del mundo le tocó hacer lo que pudo. Intentó progresar con pases cortos, esos de 4 o 5 metros que son la marca registrada del seleccionado. Zurdo sobre la derecha esta vez, Lo Celso sintió más que el resto esa frustración de no poder plasmar esa idea por un factor externo como el estado del campo de juego.

También les pasó a Enzo, a De Paul, a Julián, a los centrales en salida y al mismísimo Leo Messi, en su regreso al bicampeón de América tras 88 días de aquella final ante Colombia, justo el 10 del 10.

Argentina compensó la imposibilidad de ejecutar el plan de siempre, matizado según el adversario, pero esencialmente el mismo, con la excelente noticia inicial de marcar el primer gol bien temprano en su primera chance clara. El centro de Messi obligó a un despeje del arquero que rebotó en Osorio y ahí estaba listo el General Otamendi para poner el pie con oficio de goleador. Es el tercero de Nico en esta eliminatoria: Paraguay, Brasil y Venezuela, todos para abrir el marcador. De los 13 goles de Argentina en esta eliminatoria, 6 llevaron el sello de la pelota parada y sin penales.

La Vinotinto, que había planteado un partido de pelea en el medio con el trivote Herrera, Rincón, Martínez para presionar a Lo Celso, RDP y Enzo, se encontró con la necesidad de cambiar el resultado demasiado pronto. Buscó remates de media distancia y se topó con un Rulli muy seguro. El juego directo para Rondón fue neutralizado por Pezzella y Otamendi, imperiales en ese primer tiempo.

En una cancha normal, habría sido interesante ver a Almada mezclar en modo Botafogo con Julián y con Leo. Una sola progresión fue posible y terminó con un error de Thiago, condicionado por el terreno de juego.

Enzo intenta hacer pie en una cancha imposible (IMAGO)

Por primera vez en esta eliminatoria, Argentina sufrió la dinámica del calendario entre lastimados y suspendidos. Había ocho futbolistas con asistencia perfecta hasta el partido de Maturín. De esos ocho, sólo tuvo a cuatro disponibles: Otamendi, De Paul, Enzo y Julián. Los ausentes Emi Martinez, Romero, Alexis y Nico González, más los tampoco disponibles Garnacho, Dybala y Acuña, le quitaron a Scaloni siete futbolistas de su habitual rotación de 17 o 18.

El único sector de la cancha decente era el opuesto al de los bancos de suplentes, Allí Argentina atacó en el primer tiempo por la izquierda con Tagliafico, Almada, Enzo y Julián más unas pocas apariciones de Leo.

En la segunda mitad, el panorama pintaba lindo para un Messi más activo en la mejor zona del campo. Scaloni sacó a Almada que no había influido en el juego, frenado por un terreno que le prohibió gambetear y puso a Montiel. El 4-4-2 no se tocó. Molina pasó a jugar de mediocampista derecho en la zona fértil del estadio. La idea tenía sentido: juntar a Leo y a Molina, más las proyecciones de Montiel, y crear peligro por allí. La sensación de amenaza era lo más parecida a controlar el juego (imposible en una cancha así).

Pero Bocha Batista reaccionó con el ajuste que le pedía el partido y el resultado: Cádiz por Rincón y un 4-4-2 furioso con Rondón. Puso a Machis por Savarino para agregar desequilibrio junto con Soteldo y el juego empezó a tener color vinotinto. Rulli hizo la atajada de Gordon Banks a Pelé en México ’70 ante el cabezazo de Herrera. El desarrollo le empezó a mandar señales de cambio a Scaloni con el ingreso de un tercer central. Antes de que llegara esa variante. Soteldo desbordó a Montiel sobre su izquierda, metió un centro perfecto y Rondón se anticipó a Otamendi con un cabezazo de su repertorio.

No sabemos si un tercer zaguero habría ayudado a evitar el gol. Sí sabemos que el ingreso de Balerdi mejoró al equipo. El capitán de Olympique Marsella mostró aplomo y firmeza. Seguramente lo veremos más seguido en las rotaciones. El 3 contra 2 en defensa empujó el equipo hacia adelante, Montiel y Tagliafico se ubicaron en la línea de RDP y Enzo. Molina por la derecha y Julián desde el centro hacia la izquierda acompañaron a Messi de 9. Y Leo tuvo la chance más clara para ganarlo con un pase brillante de De Paul en la zona jugable. Lo tapó Romo.

Pudo haberlo ganado y pudo haberlo perdido también. Hizo lo que pudo en un partido que no se debería haber jugado ese día. 1-1 y a casa para recibir el martes a la sorprendente Bolivia que se metió en zona de clasificación. Con las condiciones que este deporte necesita para que se juegue con normalidad, será bien distinto