El arranque de Julián Álvarez en la temporada 23/24 del fútbol europeo no hace más que confirmar el crecimiento imparable que viene demostrando desde el año anterior. La 22/23 lo tuvo como reemplazante de Erling Haaland, la bestia noruega que acaparó minutos, flashes y goles en Manchester City. Ni siquiera su excelente Mundial- incrustado en pleno calendario- torció esa situación en la mente de Pep Guardiola. La sensación que quedaba era que jugaba menos de lo que merecía, y la pregunta por su futuro empezaba a sobrevolar. ¿No era mejor buscar otro horizonte? ¿Acaso uno que reflejara el status de estrella que se había ganado a fuerza de cuatro goles vestido de celeste y blanco?

La salida de Gündogan y la lesión de De Bruyne abrieron un resquicio para el especialista en colgarse de cada espacio que le dejen libre. El DT entendió que sus características cuadraban para ocupar el lugar detrás del nueve y Julián lo aprovechó. Estamos ante una nueva demostración de su condición de futbolista completo, ese que agrega recursos de forma creciente, que está cada vez más y mejor calificado, con variantes a la hora de entender el juego y de contribuir para el equipo.

MANCHESTER, ENGLAND – SEPTEMBER 23: Julian Alvarez of Manchester City takes their sides free kick during the Premier League match between Manchester City and Nottingham Forest at Etihad Stadium on September 23, 2023 in Manchester, England. (Photo by George Wood/Getty Images)

En este sentido conviene mirar en su cabeza y no en sus pies: es una esponja que escucha y absorbe. Su inteligencia no tiene que ver solamente con la velocidad con la que incorpora lo nuevo, sino también por cómo identifica lo positivo para el colectivo más allá de lo individual. Es un jugador despojado del ego de estrella, algo que en deportes grupales es fundamental y no siempre moneda corriente para los de su status.

Todo lo que hace está orientado a contribuir para que su equipo gane. ¿Tomar la posta de los tiros libres? No hay problema. ¿Presionar la salida del rival? Ahí está. ¿Fijar posición para retener a los defensores rivales y que otros compañeros tengan mayor contacto con la pelota? Va y lo hace. El “nosotros” delante del “yo“. El crack colectivo por excelencia. El futbolista complementario con una cuota de desequilibrio individual cada vez mayor.

Vale aclarar que no estamos hablando de un elegido. Si bien debutó joven y tuvo participación en la final de Libertadores 2018 en Madrid, ninguno de sus formadores lo pinta como un chico predestinado al éxito, alguien que marcaría una época. Estamos hablando de alguien con excelentes condiciones que las potenció más allá de lo esperado a partir de una mentalidad especial, una ética de trabajo fenomenal y lo que aportaron tanto sus primeros maestros como, en el último tiempo, profesionales como Marcelo Gallardo, Pep Guardiola y Lionel Scaloni.

Acá me permito establecer otra comparación con un grande del deporte argentino: Julián Álvarez tiene puntos de contacto con Manu Ginóbili. No se trata de establecer un paralalismo entre una carrera incipiente de un chico de 23 años- a pesar de que ya llenó el album de figuritas de los títulos- y quien fue motor de la Generación Dorada con subcampeonato mundial, oro Olímpico, cuatro anillos con San Antonio, 16 años en la NBA y actividad hasta los 40 años con nivel de excelencia. No es en lo logrado que se analiza, sino en origen y características.

(Getty)

Manu, que hoy se sienta en la mesa de los cinco más grandes deportistas de nuestro país, tampoco había sido señalado por maestros y pares como alguien diferente. La educación familiar y la competitividad con sus hermanos lo impulsaron a superar expectativas y pronósticos pesimistas. Desde ese lugar en común parten ambos, abriéndose paso en base a una fortaleza mental que los empuja a ser mejores día a día para contribuir con algo más grande que ellos mismos.

Cuando uno escucha a Guardiola hablar sobre Álvarez, tiene las mismas vibras que cuando Popovich habla de Ginóbili. Y, como pasó con Manu, el límite de Julián es el cielo.