Mansour Bahrami es una de las grandes estrellas de los partidos exhibición que organiza la ATP entre los tenistas retirados. Pese a tener casi 70 años, suele desplegar todo su arsenal de golpes para deleitar al público que va a ver a las glorias del tenis jugar de manera lúdica por el mero hecho del entretenimiento. Su bigote blanco es un clásico, como así sus golpes con efectos extraños, su mítica Gran Willy y el saque con más de seis pelotas en sus manos.
Si bien es habitual verlo con una gran sonrisa y disfrutando con sus viejos compañeros de ruta en los partidos exhibición, detrás de todo eso se esconde una historia de dolor. Mansour Bahrami nació en Irán, más precisamente el 26 de abril de 1956 y desde chico fue un fanático del tenis, deporte que practicaba incluso sin raqueta, ya que por falta de posibilidades económicas lo hacía con tablas. Ya en su adolescencia, Mansour Bahrami soñaba con poder jugar al tenis de manera profesional y lo logró. De hecho, representó a Irán en la Copa Davis en la década del 60.
En 2022, Bahrami dialogó con el sitio oficial de la ATP y contó cómo fueron sus comienzos en el tenis: “Entre los cinco y los trece años comencé a jugar al tenis con un recogedor o un trozo de madera y nadie me desilusionó diciéndome que nunca llegaría a nada en este deporte. Me encantaba el tenis. Me divertía jugando con mis amigos que estaban en la misma situación como yo. Hacíamos una pista, una red por nosotros mismos y luego hacíamos las líneas en el suelo. Nos divertíamos mucho y jugábamos casi todos los días. Añoro mucho esos momentos. Los recuerdo como si fuese ayer”.
La Revolución Islámica lo cambió todo.
Todo cambió cuando se produjo la Revolución Islámica, la cual trajo con sí muertes, desplazamientos, exilios y un régimen estricto que prohibió el tenis por considerarlo un deporte elitista. Así fue que, durante un par de años, Mansour Bahrami tuvo que dejar el deporte que tanto amaba y por ese tiempo pasó horas y horas jugando al backgammon, pero con unos amigos lograron convencer al régimen de organizar un torneo de tenis y ese fue el boleto de salida del país.
Escapó de Irán a Francia
Ya con la Revolución Islámica instalada en el poder, Bahrami y unos amigos le propusieron al Ministro de Deportes organizar la “Copa Revolución” y el vencedor ganaría un pasaje a Grecia. Mansour Bahrami ganó en individuales y dobles, pero -tras tramitar una visa- cambió su pasaje a Niza y así fue que llegó a Francia para quedarse. Logró obtener la ciudadanía y así fue que volvió al tenis, pero para representar al país europeo.
Final de Roland Garros
Si bien en individuales no tuvo éxito, de hecho, solamente ganó un partido en un Grand Slam -Roland Garros 1981- lo más destacado lo hizo en dobles. Sin ir más lejos, en 1989 alcanzó la final de Roland Garros junto al francés Eric Winogradsky, en París cayeron en el partido clave ante los estadounidenses Jim Grabb y Patrick McEnroe, hermano de John McEnroe.
Pero no todas fueron malas en la carrera profesional de Mansour Bahrami ya que obtuvo dos títulos en dobles: el primero de ellos fue en 1988 junto al checo Tomas Smid, fue en Ginebra y en la final superaron a los argentinos Gustavo Luza y Guillermo Pérez Roldán. Justamente con Pérez Roldán fue compañero al año siguiente y alcanzaron la final en el mismo certamen, aunque cayeron contra Andrés Gómez y Luli Mancini. El segundo título en la carrera de Bahrami fue en Toulousse en 1989, en esa oportunidad fue pareja de Winogradsky, con quien había jugado la final de Roland Garros unas semanas antes.
Djokovic lo quiere imitar
En la charla con el sitio oficial de la ATP que dio en 2022, Mansour Bahrami contó una divertida charla que tuvo con Novak Djokovic: “Me acuerdo que una vez estaba hablando con Boris Becker en el vestuario de Roland Garros y Novak Djokovic se acercó a mí. Me saludó y me dijo que veía mis videos porque les divertía. Además, indicó que intentaría repetir algunos de mis trucos. Le dije que no me importaba: ‘Si quieres probar mis tiros o mis trucos, hazlo. Es un honor para mí’”.
