Cuando hablamos de la vida que tienen las superestrellas del deporte podemos hablar de diferentes caminos. Hay algunos que, afortunadamente, no pasan por muchas cosas en su trayecto al éxito. Sin embargo, hay otros que, paso a paso, van teniendo vivencias que son dignas dignas de ser retratadas en una película o serie.
La de Julián Álvarez es una de estas. No porque haya sufrido, gracias a dios a la Araña no tuvo tragedias que lo moldearon, sino porque su camino va por otro lado. Se inclina más por el sentido de pertenencia, el amor familiar y el esfuerzo de dejar todo lo que uno conoce con el simple objetivo de cumplir los sueños.
Nacido y criado en el humilde pueblo de Calchín, de unas 2500 personas y a un poco más de 100 km de Córdoba Capital, la Araña supo que para vivir de lo que más amada debía soltar. Palabra difícil, pensar que hay personas de 50 años que no pueden hacerlo y Julián tuvo que intentarlo con apenas 11 años.
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Jugando en la canchita del pueblo, donde nació su apodo por como corría por todos lados, los amigos y vecinos del goleador argentino comenzaron a notar que había algo distinto en él. Un presentimiento que se plasmaria en la realidad cuando a los 11 añitos se fue a España para probarse en el Real Madrid.
Recomendado por un árbitro de la liga regional juvenil, un ojeador del Merengue se contactó con la familia Álvarez para llevarse a la Araña. No se dudó un segundo; a los pocos días Julián ya estaba en Madrid. Se ve que algo tenía, quizás de manera natural, porque en ese puñado de partidos con la blanca ya demostró que era un distinto.
Antes de esto, para no perder tiempo, esta persona hizo que Julián se pruebe en River y Boca (de ahí su foto con la del Xeneize). Si estaba a la altura, entonces lo llevaría a España. La Araña no defraudó y convenció al cazatalentos para realizar el viaje.
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Con goles y siendo campeón del torneo infantil, Real Madrid quería retener a la joyita a toda costa. Sin embargo, por aquellos momentos Barcelona se enfrentaba a una dura sanción de UEFA por comprar al japonés Takefusa Kubo (en ese momento tenía 8 años) siendo menor de edad y el equipo de Florentino no quiso arriesgarse.
Primer golpe para Julián. Sin embargo, no se rindió y fue por más en una prueba con el Semillero del Mundo. Como podrán suponer, la gente de Argentinos lo quería si o si. Un sueño que no se dio: la Araña extrañaba mucho a su familia y pegó el portazo para volver a Calchín.
Después de esto, a los 15, volvió a probar suerte y quiso probarse nuevamente en River para comenzar a escribir una espectacular historia que lo tiene como campeón de América a sus apenas 18 años ganándole a Boca en el mismísimo Santiago Bernabeú, partido en el que incluso jugó algunos minutos.
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Siendo un héroe para todos los hinchas del Millonario, Julián tuvo que luchar contra el eterno termismo que existe en la Argentina. Hinchas de todos los equipos lo criticaban diciendo que solamente le podía hacer goles a Patronato, que era un delantero inflado por la prensa y que así como iba al Manchester volvería rapidamente.
Sin embargo, por suerte de todos los argentinos, ni Pep Guardiola ni Lionel Scaloni cayeron en esa. Mientras el DT de los ciudadanos le daba confianza y continuaba el trabajo de Gallardo, el entrenador de la Selección lo elogió desde el minuto cero y confió en él cuando las cosas no le salieron a Lautaro Martínez.
Vivo como pocos jugadores que vistieron la camiseta de la Selección Argentina, pareciera que Julián Álvarez se llevó al plantel de Patronato a Qatar y los vistió con las camisetas de Polonia, Australia y Croacia por que a todos estos les convirtió siendo el segundo goleador del equipo dentro de Qatar 2022.
Goles que, sumados al gran sacrificio que demostró, hicieron que el hincha promedio deje las chicanas de lado. Hoy en día, con el título bajo el brazo, todo el país baila al ritmo de la Araña y se ilusiona con verlo cuanto antes de nuevo vistiendo la camiseta de la Selección Argentina.
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