En 2009, Sergio Agüero era la figura del Atlético Madrid. El delantero, que venía de Independiente, era sondeado por varios equipos grandes de Europa.
Uno de ellos era el Chelsea. Los Blues ya habían contactado a los agentes del Kun y su llegada parecía ser simplemente un trámite entre ambos clubes.
Pero un partido en la Champions League hizo que se cayera su arribo. Un histórico, en su momento capitán, le bajó el pulgar a la posibilidad de fichar al punta.
John Terry fue consultado por Abramovich, dueño del equipo inglés en ese momento, y dijo que no lo había impresionado su rendimiento.

De esta manera, los directivos creyeron que invertir 40 millones de euros en un jugador que no inquietó a su mejor central era un derroche de dinero que podían usar para comprar a otra figura.
Lo que siguió es conocido: el Manchester City terminó pagando la cláusula y consiguiendo a su máximo goleador de toda la historia del club. Y uno de los extranjeros que más tantos marcó en la Premier.




