Con bombos y platillos se había anunciado el duelo entre Liverpool y Manchester City como el mejor partido que tenía la octava jornada de la Premier League y, tal vez, todo el fin de semana de fútbol europeo. Sin embargo, ambos equipos estafaron a los amantes del buen fútbol.

Con el apoyo de su gente, el Liverpool de Jürgen Klopp estaba listo para hacer gala de su fútbol dinámico y ofensivo. Del otro lado, los hombres de Guardiola prometían contrarrestar con su juego de posesión en pos del ataque. Pero en todo el primer tiempo, ni los unos ni los otros fueron capaces de generar siquiera una situación de gol.

El complemento transcurrió con la misma tónica hasta los minutos finales, cuando un penal en favor de los Citizens despertó a más de un aficionado que se había quedado dormido ya sea en la tribuna o en su sillón.

Y ni allí hubo mayores emociones, porque el argelino Riyad Mahrez envió su remate desde los doce pasos muy por encima del travesaño de la portería que custodió Alisson.

El empate entre los dos equipos que habían llegado como líderes a la octava jornada le permitió al Chelsea alcanzarlos en la primera posición.