Fue una semana tensa. En los programas deportivos y periódicos el tema era la continuidad de Enrique Meza como entrenador de la selección nacional. Las críticas hacia el futbol que exhibía México bajo su dirección técnica eran constantes e iban en aumento. La afición en general estaba descontenta y temía que el Tri no calificara al Mundial de Corea-Japón 2002. Con ese ambiente de pesadumbre, se vaticinaba una catástrofe.

Estados Unidos lideraba las eliminatorias del hexagonal de Concacaf con nueve puntos gracias a tres triunfos consecutivos, mientras que México apenas sumaba cuatro puntos como consecuencia de un empate y una victoria en tres juegos. Había que ganarle sí o sí a Costa Rica para acercarse a los estadounidenses. Y de paso para apaciguar al periodismo y serenar a los aficionados.

 

Ante la tensión que se vivía, los seleccionados cerraron filas para respaldar al ‘Ojitos’. Se asumieron como responsables de la situación, por lo que prometieron revertirla frente a los costarricenses. Con playeras que llevaban inscrita la leyenda “Profe Meza, estamos con usted”, los tricolores saltaron a la cancha del Estadio Azteca para demostrar que no había crisis.

Sin embargo, la crisis se agravó. Un hecho impensable sucedió. Las tribunas del estadio enmudecieron con lo que jamás le había ocurrido a México como local en partidos eliminatorios: perder contra un rival en su propia cancha. Durante los minutos finales del juego contra Costa Rica, el frío de la incredulidad se apoderó de las tribunas y de los micrófonos en las transmisiones.

 

 

Pero en cuanto se escuchó el silbatazo final, estalló la furia. “Fuera Meza”, gritaron unos cuantos. Mientras tanto, otros miles más abuchearon a los jugadores. Uno de los más castigados con rechiflas y recordatorios familiares fue Oswaldo Sánchez, causante del gol que significó ‘el Aztecazo’, es decir, la derrota de 1-2 frente a los costarricenses. 

La afición no perdonó ese error del arquero. Y un sector de la prensa, tampoco. Comenzó a pedirse su exclusión como titular y a exigir la inclusión de Óscar Pérez, portero que atravesaba un extraordinario momento con Cruz Azul en el ámbito internacional debido a la participación del equipo cementero en la Copa Libertadores. 

El punto álgido de la animadversión colectiva hacia Enrique Meza y Oswaldo Sánchez culminó con el cese del ‘Ojitos’. Javier Aguirre fue el elegido para sucederlo con la obligatoria emergencia de clasificar al Tri a la Copa del Mundo. Una de las primeras medidas del ‘Vasco’ fue convocar al ‘Conejo’ Pérez para confiarle la portería; Sánchez fue relegado a la suplencia.

Perfilándose para ser el titular mundialista, Oswaldo debió resignarse con ir a la banca después de que Aguirre logró colocar al Tri en Corea-Japón 2002. El voto de la gente estaba con Sánchez hasta antes del Aztecazo, no obstante, tras aquel balón escupido al centro en beneficio de Hernán Medford, todo cambió. 

Debido a una jugada, en este caso un mal rechace, Costa Rica no solamente le quitó el invicto a México en su territorio sino también la titularidad a un arquero en una Copa del Mundo.