Gareth Bale y Real Madrid atraviesan los últimos días de una relación que ha tenido los puntos más altos y bajos posibles. Las Champions conseguidas y los goles legendarios del británico han quedado en un segundo plano para la afición que desde hace meses pide su marcha por su falta de profesionalismo. Ante Getafe, el Bernabéu volvió a dictar sentencia.

Bolavip dijo presidente en el estadio de la capital española para vivir un Real Madrid vs. Getafe marcado por los goles de Casemiro, Lucas Vázquez, la suspensión del brasileño pata el encuentro ante Sevilla y el regreso al Santiago Bernabéu de quien en solo unos años pasó de ser el heredero de Cristiano Ronaldo a un enemigo público de la hinchada blanca. Carlo Ancelotti pidió una calma que no existió.

"Gareth está bien, como vimos con Gales. Y quiere mostrarlo aquí, con su equipo. Desea salir bien. Sería justo que se despidiera bien del Bernabéu. Ha entrado en la historia de este club con sus goles, sus partidos y los títulos", fueron las palabras del italiano para intentar apagar la tormenta que supone cada convocatoria del extremo en un encuentro del estadio de la ciudad de Madrid.

Momento cumbre

Todo empezó cuando Ancelotti enviaba al galés a calentar mientras su compañeros derrotan por 2-0 a un Getafe que sería el primer rival de Bale en el Bernabéu en más de dos años. Los pitos llegaron con cada arribo del zurdo a la banda, pero todo se detuvo cuando la megafonía anunciaba su entrada.

Karim Benzema y Casemiro recibieron una ovación que retrata lo que es el momento de unos y otros en el conjunto Merengue. Bale fue pitado por la mayoría de un Bernabéu que no perdona sus faltas de compromiso, los “Wales, Golf, Madrid” y por encima de todo sus palabras en relación a una afición que lejos estuvo de darle una bienvenida. En dos meses, finalizarán sus casi 9 años en la capital española.

Cada aproximación de Gareth Bale a hacía la pelota era respondida con pitos de todos los sectores del campo. Hubo quienes buscaron la paz con tímidos aplausos, pero no hubo forma de contener a una afición Merengue que ni mucho menos se encuentra a gusto con las actitudes del británico.