Lo de seguir jugando la Copa Libertadores en Colombia parece ya un capricho de la Conmebol. El país se encuentra sumido en una profunda crisis social que se ha cobrado en las calles la vida de más de 40 personas en los últimos días. Estas cifras no parecen asustar a la confederación, que sigue permitiendo la disputa de los partidos programados.
Ayer, en Junior – River, los disparos de la policía a los manifestantes retumbaban incluso en la transmisión para toda Latinoamérica. Ni el sonido ambiente ni la música lograron disuadir a los espectadores, quienes desde las redes cuestionan que Colombia pueda afrontar la Copa América en estas condiciones.
Alejandro Domínguez y compañía siguen sin hacer caso. Y hoy la pelota volvió a rodar a metros de las sanguinarias protestas contra el gobierno de Iván Duque. En el Olímpico Romelio Martínez, América de Cali y Mineiro se midieron por la cuarta fecha de la fase de grupos del certamen.
El partido terminó 3 a 1 a favor de los brasileros, que ya son sensación en esta edición tras permanecer invictos con 4 victorias y un empate. Sin embargo, lo llamativo del encuentro fue la cantidad de veces que el choque debió pararse en el primer tiempo debido a que el gas lacrimógeno arrojado por las fuerzas de seguridad en las inmediaciones del estadio afectó la visión de los protagonistas.
A modo de protesta por la decisión del árbitro de querer continuar con el juego pese al contexto, varios defensores del conjunto local se mantuvieron sin atacar en la puerta del área grande esperando que pasen los segundos para que finalice un eterno primer tiempo. Esto no puede pasar más…