El reciente Campeonato Brasileño de Aracaju (se disputó el fin de semana pasado) fue la primera competencia nacional de gimnasia artística desde que Rebeca Andrade lograra dos medallas (oro en gimnasia concurso completo y la plata en salto) en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Si bien no hubo público a la pandemia de coronavirus -sólo algunos invitados estaban en las gradas- la presencia de Andrade atrajo la atención de los medios y de muchos fanáticos que se volcaron a practicar el deporte en el que brilló la gimnasta de 22 años (8 de mayo de 1999).

Hija de una empleada doméstica que la crió sola junto con otros siete niños en un barrio trabajador de Guarulhos, en San Pablo, Rebeca tuvo una oportunidad que le salvó la vida a los 4 años cuando descubrió en un centro de gimnasia artística, donde se desarrollaban políticas públicas para formar deportistas. El gimnasio Bonifacio Cardoso, a unos 8 kilómetros de Vila Fátima, donde vivía la familia Andrade, implicó un refugio y un espacio para que desarrollase su talento.

Su historia se circunscribe y agiganta a las políticas públicas aplicadas en Guarulhos, municipio famoso porque allí está ubicado el aeropuerto internacional de San Pablo. Allí, a partir de 2001, el intendente Eloi Pietá, del Partido de los Trabajadores, decidió masificar las políticas públicas para la educación infantil. Y allí apareció Andrade y su talento empezó a forjarse.

“Primero, vemos mucho apoyo y una búsqueda del público brasileño para aprender más sobre gimnasia. Esto para nosotros es fundamental. Cuanto más se vean gimnasia, más niños querrán practicar. Y cuando tienes una estrella, un campeón, motiva a más niños a comenzar a practicar. Esta cadena es fundamental. Estamos viendo las escuelas pequeñas llenas. Varios clubes tienen lista de espera”, explicó Henrique Motta, coordinador general de la Confederación Brasileña de Gimnasia (CBG), al sitio Globo.

Para la CBG se dio un auge en la gimnasia artística en Brasil a partir de las dos medallas de Rebeca en Tokio 2020. Solo en el gimnasio de Guarulhos, donde la campeona olímpica dio sus primeros pasos, más de 300 niños se inscribieron después de los Juegos. Hoy, el número total de aspirantes supera los 13.000. Todo un récord que la CBG no había imaginado. “Ya sentimos el impacto de los logros de Rebeca hoy en el número de practicantes, que ha ido aumentando cada vez más. Tenemos 13.000 deportistas practicando gimnasia en Brasil. Este es el número más alto de la historia y nos da la certeza de que vamos por el camino correcto, pero para ver esta reflexión a nivel internacional del impacto que tuvieron los logros de Rebeca, tendrás dos ciclos olímpicos para que esto suceda”, contó Motta.

La inspiración que generó Rebeca permitió ensanchar las bases de la gimnasia en el país sudamericano. Las previsiones de CBG estiman que los niños que ahora se están iniciando en la gimnasia necesitarán alrededor de siete años para desarrollarse y llegar a las categorías mayores. Por eso, el reflejo de los logros de la gimnasta debería verse, con más claridad, recién a partir de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. “En dos años, las categorías menores tendrá nuevos talentos consistentes y competitivos. Son esos niños y niñas que, seguramente, serán los nuevos campeones”, predijo Motta.

El sueño de Rebeca que empezó a gestarse en 2005, cuando una tía la llevó al gimnasio, hoy es una realidad. Pasaron 16 años de aquella primera vez a este presente exitoso. Fue tanta la pasión y las ganas de Rebeca que, con el correr de los meses, uno de sus hermanos la empezó a llevar en bicicleta todos los días, en un recorrido de 8 kilómetros. Por eso, sumado a ciertas dificultades económicas, la hija de Doña Rosa empezó a quedarse a dormir en la casa de sus entrenadoras y la intendencia le otorgó viáticos destinados a los y las aspirantes a gimnastas de alto rendimiento. Entre ellos, claro, Rebeca.

El efecto Rebeca Andrade empezó a desparramarse. Será cuestión de tiempo para saber, realmente, si por estos días es que apareció su sucesora.