“Yo estaba en Inferiores de Independiente y nos tocó hacer la manga el día que Maradona vino con Newell´s, el día de la rabona. Diego pasó por al lado y a mí nunca me había pasado de ver el aura blanca en una persona, pero él lo tenía”. Mauro Laspada, el ídolo de Olimpo de Bahía Blanca, cuenta su historia con Pelusa, su ídolo de la infancia.
Mauro Laspada es sinónimo de rusticidad para una generación, pero es mucho más que eso. Un tipo sencillo, padre de tres hijos y, sobre todas las cosas, sumamente agradecido por lo vivido en su carrera. El ex marcador central le contó su vida a BOLAVIP en una entrevista exclusiva.
-Entro a tu cuenta de Twitter y veo que en la biografía dice: “Ex futbolista – Director técnico de fútbol”. ¿Simple en la vida como lo fuiste en la cancha?
-Es tal cual eso. Es más, le agregaría “Padre de Thiago, Giuliana y Constanza”. La sencillez es la clave más importante, es darte cuenta hasta donde te da. Si mirás a Riquelme o Bochini, que fueron dos de los más grandes, ellos jugaban simple, sencillo, no hacían una de más. La sencillez es respeto por tus compañeros, a mí me tocó estar en Independiente con Burruchaga o en Belgrano con el Luifa Artime o Villarreal, que todo el tiempo me enseñaban. Yo no sé si hoy en día los chicos más grandes se detienen a enseñarles a los más chicos, son generaciones más atrevidas.
-¿De chiquito soñabas con ser jugador de fútbol?
-No, yo de chico quería ser bombero. Soy de Punta Alta y allá -hasta el día de hoy- son voluntarios y cada vez que sonaba la sirena, veía a muchas personas del pueblo que se cambiaban e iban a apagar un incendio. Y mi abuela vivía a una cuadra del cuartel y yo veía eso y quería ser bombero. Empiezo a jugar al fútbol en la esquina de mi casa y éramos como 20, pero había una pelota y solo se jugaba cuando estaba el dueño de la pelota.
Sus inicios fueron en Sporting de Punta Alta: “Se me fueron dando situaciones e iba viendo hasta donde me daba. A los 14 años ya me subieron a entrenar con la Primera de Sporting de Punta Alta. No llegué a debutar porque a los 15 años me fui a vivir a Mar del Plata con mi familia”.
“En Mar del Plata me convocaron para jugar en el Juvenil y terminó jugando todos los partidos y salimos campeones. Fue la primera vez que salí en el diario y corté mi nombre y lo guardé y hago hincapié en eso porque desde que me fui a Independiente hasta que me retiré, mi viejo guardó cada artículo donde aparecía mi nombre”.
Fútbol, colegio y CBC: “Me probé en Boca, Ferro y Newell´s y ahí quedé, pero no me podían pagar la pensión. En Independiente también quedo y ellos sí me daban dónde vivir, pero yo les aclaré que tenía que terminar el colegio. Así fue que lo terminé y después me anoté en medicina, pero no avancé mucho porque tenía que dedicarme al fútbol. Independiente había apostado por mí y tenía que dedicarme al 100%”.
-¿Cómo eran esos entrenamientos en Independiente con nombres tan importantes como Burruchaga?
-Imaginate, yo jugaba en una plaza y Argentina fue campeón del mundo en México 86 con Burruchaga. Yo disfrutaba mucho esos entrenamientos, de cambiarme al lado de alguien como Burruchaga. Tengo una anécdota muy linda con Faryd Mondragón, cuando la marca que lo vestía le dio dos modelos de botines para que pruebe. Él pregunta en el vesutario quién calzaba 45 y el único que levantó la mano fui yo, entonces él me dijo que iba a probar unos días cada modelo y el que no elija iba para mí y así fue que terminé con un montón de botines. Es algo muy lindo de contar que todavía guardo en mi corazón.
-¿Qué pasó que no llegaste a debutar en la Primera de Independiente?
-Siempre usando la lógica, yo estaba entrenando con el plantel de Brindisi, que había ganado el torneo del 94. Después llega el Zurdo López y sale campeón de la Supercopa y después llega Menotti. ¿Qué iba a hacer yo con Menotti? No tenía técnica individual, velocidad ni la salida que él quería. Entonces habló con Humbertito Grondona, que lo tenía en Reserva y me fui a Godoy Cruz, que allá iba a tener más chances y así fue que de 38 fechas terminé jugando 34 y ahí empezó mi carrera en el ascenso.
Mientras estaba en el Rojo, Laspada vivió un momento inolvidable con Diego Armando Maradona: “Yo estaba en Inferiores de Independiente y nos tocó hacer la manga el día que Maradona vino con Newell´s, el día de la rabona. Diego pasó por al lado y a mí nunca me había pasado de ver el aura blanca en una persona, pero él lo tenía. No sé si es por la idolatría que yo sentía por él o por haberlo soñado tantas veces. Pero te juro por lo que más quiera que el loco tenía esa aureola blanca que tienen los santos”.
-¿Llegaste a hablar algo con Menotti?
-No, porque él tampoco iba a decidir si Independiente me hacía contrato o no. Capaz después me prestaban a cualquier lado, entonces yo preferí ir donde estaba Humberto que él me conocía.
El camino de Laspada estaba cada vez más cerca de Olimpo: “Yo jugaba en Juventud Antoniana de Salta y fuimos a jugar contra Olimpo y perdimos 2 a 1 y se armó quilombo. Ahí, un periodista muy influyente en la prensa de Bahía le dice al presidente que tenía que comprarme, esto fue por el 99. Al año siguiente paso a Belgrano para jugar en Primera y justo me llamó el presidente de Olimpo y entendió que le haya dicho que no”.
“Lo mismo pasó al año siguiente cuando me voy a Tigre, que me pagaba más plata y Jorge Ledo -ex presidente de Olimpo- lo entendió también. Al año siguiente me fui de Tigre y yo mismo llamé para jugar en Olimpo y así se dio en julio de 2001, cuando el club estaba complicado para no descender. El equipo de Alfaro terminó ascendiendo, pero por una restructuración tuvimos que esperar seis meses para debutar en Primera”.
-¿Qué significó ese ascenso para vos?
-Fue tocar el cielo con las manos. Cuando llegué, Olimpo tenía una cabecera de cemento y todo el resto era de madera. Cuando debutamos en primera los cuatro costados eran de cemento y sabíamos que habíamos aportado nuestro granito de arena para que eso sea así y lo íbamos a defender a muerte. La gente en la calle nos pedía que nunca se termine esto, la ciudad se revolucionaba los fines de semana, la industria gastronómica, los taxistas de la ciudad trabajan mucho más cuando un club importante visitaba a Olimpo en Bahía.
-¿Cómo eran esos primeros partidos con Olimpo en Primera?
-Se notaban las diferencias cuando visitabas canchas como las de River, Boca, Independiente o Vélez, en los vestuarios. Hoy en día, el ascenso se perfeccionó y no son tantas las diferencias como entonces. Lo que destaco de ese entonces era que se escuchaba a todos los hinchas cuando nos atacaban, eso se vivía con una adrenalina diferente. Una que me acuerdo fue cuando visitamos a Newell´s, que el árbitro nos expulsó a tres jugadores en el primer tiempo. Terminamos perdiendo 1 a 0 y cuando fuimos al vestuario, desde la platea de Newell´s, todos nos aplaudieron.
Toda una generación asocia a Mauro Laspada con lo rústico: “Todo surgió con los chicos de Paso a Paso -el clásico de los domingos a la medianoche de TyC Sports- y empezamos a reírnos y encima nosotros sacábamos puntos. Siempre les agradezco a ellos por la visibilidad que nos daban, sobre todo porque éramos del interior de Buenos Aires y además estábamos recién ascendidos a Primera”.
“También quería ganar el ranking rústico siempre. Yo entiendo que a muchos les de vergüenza tirar la pelota a la mierda, pero es una herramienta. Hay equipos que avanzan con pases y cuando están por llegar, alguien les tira la pelota 60 metros para atrás y eso te desgasta psicológicamente”.
-¿Laspada – Páez, la dupla central más rústica del fútbol argentino de los últimos 20 años?
-Sí, yo creo que Fito tenía condiciones físicas que yo no tengo. Yo pesaba 98 kilos y él 70. Él tenía una característica que era muy agresivo para marcar, pero también muy desordenado y, haciendo pareja central conmigo, encontró una voz de mando que le permitió tranquilizarse. Él quedó encasillado como rústico, pero era un gran marcador central, sobre todo cuando jugaba rompiendo con el nueve. No quiero dejar de mencionar a Eduardo Domínguez, que tenía una gran jerarquía, pero en cuanto a rústico, creo que con Fito fuimos la dupla más rústica de los últimos tiempos. Es más, me acuerdo que Pavone alguna vez dijo que no quería jugar en Bahía contra Laspada y Páez.
-¿Sentiste alguna vez que la mediatización de lo rústico hizo que algún delantero rival no los quiera enfrentar?
-Nosotros tratábamos que lo sintieron dentro de la cancha y quieran ir para otro lado. Era otra época, hoy en día con el VAR sería imposible. En ese entonces, en la B Nacional tenías que el nueve rival también te rompía todo cuando podía, ya en Primera el delantero era más exquisito y le molestaba más el roce.
Laspada se fue de Olimpo, jugó en Unión, volvió al Aurinegro, se fue a Alvarado y terminó su carrera en Sporting de Punta Alta: “No sentí nada especial después del retiro. Lo único es que sentí la necesidad de terminar en el club de mi ciudad, porque cuando era chico no había tenido la oportunidad de debutar en Primera. Lo curioso es que terminé jugando de cinco en el último partido. Pero me gustó también incursionar en la parte de entrenador, aunque también estoy contento de no serlo más. Tengo muy claro que hoy el negocio del fútbol superó al deporte”.
-¿Estás al tanto que hinchas de Olimpo quieren hacerte una estatua?
-Sí, el hincha de Olimpo hizo tanto por mí que ya me había excedido antes. Todos los sueños que yo tenía en esa plaza de Punta Alta se cumplieron cuando me puse la camiseta de Olimpo. Lo mejor que me pasó en el fútbol fue haberme puesto la camiseta de Olimpo, no me alcanzan las palabras ni los hechos para agradecerles el cariño.
-¿Sabías que hicieron un prototipo de la estatua en la que tenés una tibia en la mano?
-Si, ja. En caso que se haga, está perfecto que así sea.