Jeff Tarango supo ser uno de los jugadores más polémicos del circuito de la década del 90. Se inició en el profesionalismo sobre el final de las carreras de John McEnroe y Jimmy Connors, además fue contemporáneo de dos leyendas como es el caso de Pete Sampras y Andre Agassi, pero no fue su nivel el que lo destacó por sobre el resto, sino sus conflictos dentro del court.

Tarango nació en California en 1968 y comenzó a competir desde chico, de hecho, su primera gran polémica fue en júnior ante Agassi, pero no cambió su conducta cuando comenzó como profesional e inclusive ya con 26 años protagonizó un verdadero escándalo en Wimbledon 1995, siendo penado con una de las multas más importantes en la historia del tenis.

Problemas con Agassi en júnior

El propio Andre Agassi contó en su autobiografía, Open, que su primera gran decepción en el mundo del tenis fue cuando tenía ocho años. Por aquel entonces enfrentó a Tarango -de diez años- en un torneo júnior y que, como no había árbitros, los jueces de línea eran los propios jugadores.

Según relata el Kid de Las Vegas, en el punto clave del partido, Tarango señaló como “mala” una pelota suya que había picado en la línea de fondo y que le hubiera dado el triunfo. Aquella trampa de su adversario no solo hizo que Agassi perdiera el encuentro, sino que además sufriera la primera derrota de su etapa amateur.

Justamente por eso, Agassi se fue llorando de la impotencia y jamás olvidó aquel momento. Años más tarde, Tarango negó las acusaciones.

Jeff Tarango disputando un partido.

1992, su mejor año

La carrera de Jeff Tarango no fue destacada en lo que respecta a ranking, su mejor lo alcanzó en 1992 cuando fue número 42 del mundo. Aquel año consiguió sus únicos dos títulos a nivel individual que fueron los de Wellington y Tel Aviv. Por otro lado, en lo que respecta a dobles sí fue algo más destacado y logró ganar 14 títulos.

Cabe destacar que en los Grand Slams nunca pudo meterse en los cuadros principales, pero así y todo hizo historia en Wimbledon por un escándalo sin precedentes.

El incidente en Wimbledon

Sin dudas, el episodio que marcó la carrera de Jeff Tarango llegó en el Grand Slam inglés de 1995 cuando tenía 26 años. Por la tercera ronda se enfrentó al alemán Alexander Mronz y el umpire de aquel encuentro fue el francés Bruno Rebeuh.

El primer set fue para Mroz por 7/6, pero Tarango sintió que estaba siendo perjudicado por el juez y en la segunda manga estalló cuando le cobraron afuera un saque que para él había sido bueno.

Posteriormente, el público abucheó a Tarango por su conducta a lo que él respondió que se callen, motivo por el cual Rebeuh decidió darle un warning. En ese momento inició una discusión en la que el umpire estadounidense afirmó: “Sos uno de los jueces más corruptos de este deporte”.

Eso llevó a que el francés lo sancione quitándole un game. Tarango optó por tomar sus cosas e irse. “Honestamente, los jugadores respetaron lo que hice. No insulté a nadie y no hice nada más que salir de la sala y exigir justicia”, contó años más tarde.

Pero la situación empeoró cuando su esposa irrumpió en el court y le pegó dos cachetadas en la cara al umpire. “Ella simplemente me defendió, a la francesa, y le di las gracias. Ella le mostró al mundo lo cobarde que es este tipo”, argumentó él.

La sanción recibida fue una de las más altas del tenis -63 mil dólares de la época- y además la imposibilidad de competir en los próximos dos Grand Slam ni en Wimbledon 1996.

Finalista de Roland Garros 1999, retiro y vida vinculada al tenis posterior

Tras aquel escándalo en Wimbledon 1995, Tarango siguió jugando, pero sin grandes resultados en individuales. En dobles sí tuvo un buen rendimiento y, de hecho, en 1999 fue finalista de Roland Garros con Goran Ivanisevic como pareja, en aquella oportunidad perdieron ante Paes y Bhupathi por 6/2 y 7/5.

Para el año 2003, Tarango decidió poner punto final a su carrera como tenista profesional, pero no se alejó del deporte. En los años posteriores a su retiro, fue comentarista de distintas cadenas de televisión, además fue entrenador, entre los nombres más destacados de los tenistas a los que coacheó aparece el de Maria Sharapova.

Desde su retiro ha habido pocos “chicos malos” en el circuito y desde su lugar, siempre intentó que se flexibilicen las normas, para permitir más jugadores con su estilo, pero no tuvo éxito: “Las reglas del tenis definitivamente han obligado a los jugadores a comportarse de una manera mucho más aburrida. Insistí en que fuéramos más flexibles con los chicos que rompieron sus raquetas, por ejemplo. O que dejemos que los aficionados se queden con las pelotas que cojan durante un partido, que seamos menos estrictos con el público cuando hace ruido… En mi opinión, el tenis debe adaptarse y ser más ‘fan friendly‘”