En años en que el fútbol de los Balcanes era regido por una muy poderosa Selección de Yugoslavia que había alcanzado los cuartos de final en el Mundial de Italia de 1990, cayendo por penales ante la Selección Argentina, un defensor de origen serbio que se caracterizaba por su fortaleza física logró seducir al Real Madrid que por entonces era dirigido por el galés John Benjamin Toshack.
Se trató de Predrag Spasic, quien se destacó tanto en aquella Copa del Mundo disputada en tierras italianas que con 25 años logró salir a jugar por primera vez fuera de la ex Yugoslavia, donde había defendido la camiseta del Radnički Kragujevac y el Partizan Belgrado, ambos pertenecientes a la Superliga serbia en la actualidad, para recalar nada menos que en la Casa Blanca.
Pero aquella sería una temporada tan olvidable para Real Madrid que contó con tres técnicos diferentes en su transcurso. Toshack fue despedido tras una seguidilla de derrotas que dejaron al equipo en la sexta posición de La Liga, siendo reemplazado por una gloria como Alfredo Di Stéfano. Aunque el argentino logró ganar la Supercopa de España ante Barcelona, empeoró su situación en el certamen doméstico con otras cuatro derrotas, fue eliminado en octavos de final de la Copa del Rey y en cuartos de la Copa de Campeones, actual Champions League, derivando en una nueva destitución que dio lugar a la llegada de Radomir Antic.
Spsic marca a Maradona en el Mundial de 1990.
El rendimiento de Spasic fue a tono con el de un equipo que para colmo perdió en la lesión del mexicano Hugo Sánchez a una de sus máximas figuras. Pero hubo una situación que marcó a fuego al defensor de origen serbio más que a cualquier otro de sus compañeros y fue el gol en contra que terminó dándole al Barcelona una victoria por 2-1 en el clásico disputado en el Camp Nou el 19 de enero de 2021.
Los hinchas Merengues nunca se lo perdonaron y acosado por estos, incluso en tiempos en los que no existía la exposición de las redes sociales, terminó casi huyendo al cabo de tan solo 25 partidos disputados para encontrar refugio en el Osasuna y poner fin a una muy breve estadía en el club más poderoso de la historia del fútbol.
“Cuando vi el vídeo no entendía cómo pude meter un gol así. Todo empezó con un tiro que venía desde el lado derecho y nuestro portero, Jaro, pensaba que iba a poder atrapar el balón. Desgraciadamente, no lo logró. Esa situación me sorprendió y ocurrió el accidente (cabeceó la pelota contra su propio arco). Aquel fue uno de los momentos más difíciles de mi carrera. Ese gol representa mi pesadilla. Tuvo luego mucha influencia y puso las cosas más difíciles en general”, fue el amargo recuerdo que transmitió Spasic en una entrevista concedida a Relevo en 2022.
La “mala suerte” de Spasic era fogoneada por los diarios de la época.
Y agregó: “Algunos periódicos dijeron que había marcado el gol en propia puerta a propósito. No podía imaginar que llegarían a pensar esas cosas de mí. Todo lo que ocurrió tuvo mucha influencia en mi estado mental. Muchas veces le he dado vueltas a la cabeza y, a día de hoy, cuando vuelvo a ver el vídeo, no consigo entender cómo llegué a hacer algo así”.
Fin de carrera y depresión
Peleando contra su propia vergüenza y también contra los malintencionados intereses que quisieron hacerlo quedar como un futbolista desleal, Predrag Spasic disputó tres temporadas con Osasuna y participó de 88 partidos oficiales entre Liga, Copa del Rey y Copa UEFA.
Pero en la temporada 1994/1995 recaló en un ya extinto Atlético Marbella para jugar en Segunda División y fue protagonista de una nueva pesadilla. La convulsionada temporada del equipo llevó a que pasaran siete técnicos diferentes por el banquillo y a que todo terminara, porque no podía ser de otra manera entre tanta desprolijidad con un descenso a Segunda B, tercera categoría del fútbol español.
Ya con más de 30 años y mermado en el entusiasmo por los golpes que le había propinado una carrera repleta de escollos, Spasic regresó a su país para jugar en el Radnički Jugopetrol, pero apenas completó 8 partidos antes de decidir colgar los botines en 1997, solo siete años después de su muy destacada presentación mundialista en Italia.
“Me arrepiento de haber acabado mi carrera tan pronto. Hubiese podido jugar cuatro temporadas más, pero… Cuando regresé a mi país sufrí una depresión. Tuve buenos amigos que me ayudaron en los momentos difíciles y gracias a los psicólogos he conseguido salir. Fue todo: una cosa, la otra, la otra… Se me juntó todo y al final exploté”, le confesó a Relevo.
Un trabajo para vivir
El retiro temprano, la depresión y la consecuencia de los constantes conflictos bélicos que caracterizaron a Los Balcanes por aquellos años llevaron a Spasic a la quiebra económica. Invirtió dinero en un negocio empresarial que no funcionó y tuvo que salir a buscar trabajo para vivir.
“Ahora vivo al día. Tuve que buscar otro trabajo para poder vivir decentemente. Un trabajo que hasta ahora ni podía imaginar. Soy mozo de almacén y vivo con 400 euros al mes. Estoy en una situación difícil, hay que ser muy fuerte para superar todo”, le explicó a Relevo en 2022.
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