“Pregúntenle a mi papá que me puso el nombre”. Ismael Blanco nunca pensó que su nombre podría traerle alegrías y problemas al mismo tiempo. De tener chances de jugar en una selección ajena a quedar demorado en un aeropuerto. A los 41 años, el exdelantero de Colón y Lanús, está instalado en Santa Fe a la espera de dar su primer paso como entrenador y mientras relata sus historias para BOLAVIP.
Ismael, según explican los libros, es considerado por los musulmanes un profeta islámico. Es un nombre con mucha fuerza en países árabes. “Me quisieron nacionalizar egipcio”, comienza su relato. “Fue el Mundial de Brasil, estaba (Héctor) Cúper en ese momento”.
-¿Cómo surgió esa chance?
-Arrancó todo en Grecia. Todo por mi nombre, porque Ismael es árabe. Fue en el 2005 o 2006. Las cosas ya me habían ido bien en Argentina, llegué a Grecia y también me fue de la misma manera. Todavía en esa época en Egipto no había mucha locura. Entonces como vieron que yo salía en los medios todos los días, el nombre Ismael como que les chocó. En ese momento todavía no estaba Mohamed Salah, como popular, que hoy creo que tiene una materia en la escuela con su nombre. Me venían siguiendo, siguiendo. Y un día se comunicaron conmigo de Egipto.
-¿Qué te dijeron en ese momento?
-Que querían saber un poco de mi historia. Me llamaban, he hecho hasta entrevistas por televisión, en los mejores cables de Egipto, los más grandes. La gente me escribía, que vaya, cosas así, todo una locura. Cuando llegó el Mundial de Brasil, yo ya estaba en Ecuador y me llaman. Era un colombiano, que trabajaba para Cúper o para la gente de allá. Me dice ‘te queremos nacionalizar’, faltaba un mes para el Mundial, si yo tenía el pasaporte me iba al Mundial. Cúper te quiere, preguntó por vos, quiere saber bien si estás. Querían saber si había posibilidades. Yo le digo ‘mirá, es mi nombre, yo voy a intentar, voy hablar con la familia si hay algo’. Pero no, no había nada, no había nada, por mi apellido. Todo venía del nombre, ellos pensaron que yo tenía raíz egipcia. Buscamos todo, ellos también buscaron todo, pero no, era imposible.
No hubo caso: la investigación lo llevó a buscar papeles por todos lados para encontrar una mínima raíz egipcia que le diera alguna chance. Faltaba un mes apenas para el Mundial y su ilusión era enorme. “Me pusieron Ismael, pero no hay nada más”, dice.
Sin embargo, no fue la única vez que su nombre lo puso ante una situación extraña. “Me había ido unos días a Turquía a pasar unas vacaciones y me pararon en el aeropuerto, no me dejaban pasar para el lado europeo. No me dejaban pasar por lo mismo, decían ‘che, el hombre con el apellido no va’. Ya todos mis amigos y mi familia habían pasado y en el momento me empecé a desesperar porque no me dejaban pasar. Entonces un compañero mío que hablaba un poco turco, más o menos se entiende, hablamos con la policía. Éramos la policía, él y yo nomás. Le digo ‘¿qué quiere que le diga? ¡Decile a mi papá que me puso así!’. En un momento me preocupé porque era cosa seria. Me frenaron y nada. Por suerte salió todo bien, pero fueron varias veces que pasé esas cositas por el nombre y apellido”.
En sus años en Grecia, donde fue cuatro veces máximo goleador, también le ocurrió que celebraran su nombre, aunque más por una cuestión de costumbres. “Grecia hace más fiestas por el nombre que por tu cumpleaños, le dan más importancia al nombre y no a la fecha en que naciste”, explica.
“Celebran el día de San Ismael y no el día de tu cumpleaños. Son costumbres de cada país. Hacen comidas, como un cumpleaños, una juntada y quizás a la otra semana es realmente tu cumpleaños y van dos tres y chau”.
Un nómade del fútbol
Ismael Blanco nació en Entre Ríos y dios sus primeros pasos en Colón de Santa Fe. Hace apenas unos meses que decidió colgar los botines, nada menos que a los 41 años. Pasó por Grecia, Alemania, Polonia, Ecuador, México y Paraguay. Repartió sus goles, unos 160, por todos esos clubes, además de dar cinco vueltas olímpicas oficiales, dos de ellas en Argentina: ascendió con Olimpo y fue campeón de la B Nacional en la 2006/07, además de ser el máximo anotador del torneo, con 30 dianas. Hoy espera una chance para dirigir.
“Tenía pensado más o menos retirarme a los 34 años, pero bueno, con la tecnología, la ciencia, las recuperaciones, el entrenamiento se va modificando todo, da más vida para seguir jugando. Me pasé bastante, ja. Empezó a cambiar el entrenamiento, el cuidado, las comidas, y las recuperaciones, que antes eran más caseras, ahora tenés miles de aparatos, tenés un montón de kinesiólogos, médicos que te ayudan a recuperarte mucho más rápido, por eso se está alargando la vida del jugador”.
Su último club fue Unión de Sunchales, del que se despidió en diciembre de 2024. Sin embargo, este año tuvo chances de volver a ponerse los botines: desde Ecuador lo invitaron a disputar un amistoso y le pidieron que se quedara, que todavía estaba en condiciones de seguir un poquito más.
El delantero fue invitado a participar de la presentación del plantel de Jogo Bonito Zaruma, que juega en la segunda categoría ecuatoriana, donde es muy querido. Y lo tentaron con seguir. Pero la decisión estaba tomada. Aunque sigue despuntando el vicio de jugar en un torneo con amigos, claro.

Blanco, su esposa y la camiseta histórica que está en el museo del AEK Atenas. Foto IG.
-En Grecia te tienen muy presente todavía…
-Sí, siempre estamos hablando, preguntando cosas de Argentina, de jugadores, técnicos, siempre me invitan. Son muy apasionados. Yo digo que el griego es igual que el argentino, salvo el idioma. Son locos, tienen presiones de equipo grande. Lo bueno es uno cuando uno va afuera y no se habla idioma español no entendés nada, a veces no sabés si te están puteando o te están dando buena vibra. La pasás bien. Jugás tranquilo porque no sabés lo que te están diciendo. Son muy apasionados, cuando las cosas van mal, por lo menos el equipo en el que estuve yo, te llegaba la barra brava, te entraban adentro del vestuario, igual que en Argentina.
-Entonces parecidos en lo bueno y lo malo…
-Es complicado porque ellos hablan muy fuerte, también son de estructura muy grande. Un día estábamos llegando al predio porque volvíamos de perder con un equipo de tercera la Copa de Grecia y nos esperaban afuera, nos mataron el bus a piedrazos. Así lo viven. Yo era un niño ahí todavía así que mucho no entendía el idioma, para mí era mejor, escuchaba gritos nomás.
-¿Tenían traductor?
-Sí, teníamos. Cuando yo llegué al AEK tenía un técnico español, después tenía compañeros, estaba al Vasco Arruabarrena, Rivaldo, un chico de España, otro de Portugal, que hablaban español, uno se va adaptando. Y después teníamos traductores hasta para ir al supermercado, entonces uno no necesitaba tanto aprender el idioma.

Se retiró a los 41 años, aunque lo tentaron para volver. Su último club fue Unión de Sunchales. Foto IG.
-¿Cómo era Rivaldo de compañero?
-Compartimos vestuario, un año y medio o dos. Normal, a mi me ayudó un montón porque él ya había jugado ahí en otro equipo, justo caímos los dos el mismo año. El Vasco Arruabarrena también cayó ese mismo año porque armaron un equipazo. Rivo… Un tipo que llegaba primero, se iba último, entrenaba a la par de los más chicos a pesar de ser más grande y ya había ganado todo, se quedaba a patear tiros libre, tenía un guante, era lindo. Muy callado, humilde, con todo lo que ganó. En el vestuario muy calladito. Por ahí salíamos a comer con la familia.
-¿Y con el Vasco bien también?
-Con el Vasco concentrábamos juntos, re bien, re bien. También otro personaje tranquilo. Una vez nos invitó a comer con el ayudante y otros chicos españoles. Y a las 11 de la noche nos echó de la casa, jajaja. Claro, él comía, se tomaba su té y te dice ‘che, los muchachos se tienen que retirar’. Todos, con la familia, a las once cerraba la persiana. Una vez lo conté en la tele. El loco hacía eso, a las 11 de la noche cerraba persiana y se tenían que retirar todos, no importa si tenías hijos o estabas con tu mujer, ja.
En el AEK Atenas fue campeón de la Copa de Grecia en el 2011 y se convirtió en ídolo: 169 partidos y ¡72 goles! Casi medio gol por partido, además de sumar 24 asistencias en partidos oficiales. Cuatro veces goleador en total. De ahí saltó a México, de donde se fue por malos manejos, según cuenta y resurgió en el Legia Varsovia polaco, donde también fue campeón.
Después de aquellos seis meses, decidió partir a Alemania, siempre gracias a sus contactos y a su capacidad de adaptación: llegar y hacer goles, su filosofía. Sin embargo, su tiempo en el 1860 München fue corto, pero por una decisión familiar: volvieron a la Argentina para estar cerca de los suyos. Y llegó a Lanús. Y, sí, fue campeón otra vez.
“Me vino espectacular, estábamos más tranquilos. Lo principal era que mi hija mayor estuviera bien. Y la verdad es que salió todo redondo. Llegamos, salimos campeón, peleamos el torneo hasta la última fecha, casi metemos doblete, por un punto, creo. El año y medio que estuve en Lanús peleamos los torneos y ganamos la Sudamericana”.
-¿Cómo fue tu experiencia con Guillermo Barros Schelotto, siendo su primer equipo como entrenador?
-Era la primera experiencia de él, de Gustavo no porque venía de trabajar en Paraguay, él tenía más relación con nosotros. Lo único que vi en aquel momento, creo que me puede pasar a mí también o a todos los exjugadores cuando cambian a técnico, hay que sacar ese chip de jugador porque hay mucha diferencia. Es otro trato, ya no es mimo. Antes te mimaban, ahora tenés vos el rol de mimar al jugador. Muchas cositas que cambian de jugador a técnico. Después tenía un profe espectacular, y el hermano, Gustavo. Estaba (Enzo) Noce como entrenador de arqueros. Tenían un equipo espectacular. Llegó y ya desde el primer momento que arrancó Guillermo hasta el final entraba a un chico de 10 años o uno de 40 y era lo mismo, cualquiera entraba y encajada bien en el esquema. Un equipo sano, había combinación con gente de experiencia, con chicos que saltaban muy rápido a Primera, y además el club. Yo digo que Lanús, en mi experiencia, es un club de familia, un club para estar tranquilo, un club que andaban los jugadores profesionales y la gente jugando al tenis, hockey, fútbol y hay respeto, nadie te molesta, la gente puede entrar a mirar, tienen una organización espectacular, es un club de familia, para quedarse toda la vida.
Ecuador y ser arquero
En Ecuador tuvo otra etapa brillante y otra vuelta olímpica, esta vez con el Barcelona. Un total de 30 goles y 9 asistencias en 81 partidos jugados, una Serie A (2016) ganada y cuatro torneos amistosos. Pero uno de sus momentos más recordados con la camiseta amarilla fue el día que pudo cumplir su sueño de ser arquero por un día.
“Yo tenía, tengo, objetivos en el fútbol. Uno era que quería atajar a nivel profesional. El arquero ataja 89 minutos bien, le hacen un gol y es un desastre. Quería probar, quería ver si alguna vez se me daba la chance de atajar a nivel profesional, qué se sentía, al arquero no lo defiende nadie. Ese día fuimos a jugar con Independiente del Valle en altura. Lo expulsaron al primer arquero y saltó el segundo arquero del banco, se le salió la cadena y expulsaron a los dos. Sin preguntar dije ‘ésta es la mía’, aproveché y me puse los guantes, me puse los del primer arquero, y me quedaban grandes, me pasaron los del segundo a ver si eran más chiquitos y me quedaba un poquito mejor. Y ahí me largué, atajé del primer tiempo hasta… Después fui cambiando porque íbamos perdiendo, entonces me pasaron como delantero. Pero terminé atajando y todo. Fue una linda experiencia. Yo igual siempre en nos picados en Argentina siempre atajaba. Lo hacía porque quería correr menos, para llegar lo mejor posible al partido oficial. Yo antes jugaba al básquet, más o menos un poquito de idea tenía”.
-¿Cómo atajaste?
-Y bien, me hicieron un gol, pero me probaron de todos lados. Salí a cortar un córner, tiro libre, por ahí capaz la forma de uno de posicionarse a la hora de salir a achicar, ahí quizá se notaba, pero después lo hice como un arquero normal, sin miedo a nada. Apenas me puse en el arco, me probaron enseguida desde más de mitad de la cancha. Pero encontraron una muralla, ja.
-¿Cómo terminó el partido?
-Perdimos 2-1 pero erramos un penal para el empate, se lo atajó el arquero. Si vos pasás al llano, ese gol que me hicieron, yo lo paraba con los pies, pasa que justo patea, le rebota a un compañero mío y me la levanta. Y con la altura la pelota viaja, viaja, yo salté, salté. Salí a chicar, fue adentro del área. Mira que salté alto y todo, pero no llegué. Me la clavó en el segundo palo.
-¿Lograste sacarte las ganas?
-Sí, hice como que había cumplido otro objetivo más dentro del fútbol.
Dice que como pendiente le quedó la chance de ir a la Selección. Fue parte de algún juvenil, y con Diego Maradona como entrenador del equipo nacional su nombre apareció dando vueltas, pero nunca lo citaron. Estuvo más cerca de ser llamado por Egipto…
Hoy, instalado en Santa Fe y con un complejo de pádel que tiene junto con su familia, está esperando su chance de dirigir. Volvió a Grecia no hace tanto, más que nada porque su hija quería recibirse allí y le cumplió el sueño, mientras él seguía jugando en la segunda división. Dice que luego de haber vestido ¡18! camisetas diferentes (Colón, Lanús, Olimpo, Mitre de Santiago del Estero, Atlético Tucumán, Bolívar y Unión de Sunchales, en Argentina; AEK, Panarkadikos, AO Egaleo, GAS Ialysos en Grecia; Barcelona, Dunamis y Saliquistí (Ecuador), San Luis de México, Legia Varsovia de Polonia y 1860 München en Alemania) esa experiencia le servirá a futuro como DT.
“A todos los chicos les digo: ‘Loco, primero estudien inglés, que lo vas a hablar un montón, y segundo se tienen que adaptar sí o sí al país al que vas, no esperen a que el país se adapte a vos, o vos al país o a tu compañero, te adaptás’. Me lo dijo un técnico, ‘siempre andá y adaptarte vos a ellos, no ellos a vos’. Si vos te adaptás rápido, la pasas bien, te va a ir bien. Si vos vas y no te adaptás, a la semana te volvés, es simple”, dice.
De hecho, reconoce que ni la famosa altura lo afectó: “Lógico que terminaba muerto, sí, pero no tuve problema. Yo creo que la Liga Ecuatoriana es una de las más difíciles, de las que yo jugué. Por el tema de que Ecuador tiene altura y llano, entonces nosotros jugábamos en la costa, el llano, y después íbamos a la altura a los siete días y jugábamos ahí, donde cambia totalmente el juego, el físico. Para mí, de todas las ligas que yo jugué a nivel clima, campeonato, para mí era la más difícil. Pero fui ahora, hace poquito que tuve una invitación, bajé del avión y me llevaron a jugar y no tuve problema, jugué casi 80 minutos. Estaba jugando con chicos de 25 años, 26. Por eso me decían, ‘te da el fisco, vení a jugar'”.
Pero sobre todo, acercarse a esos clubes con menos facilidades le dio otro aprendizaje. “Estos clubes a los que que yo he ido, en Tercera, como al que fui en Ecuador y acá en Argentina también, a mí me sirvió, ves cómo se vive, lo que cuesta estando abajo, los recursos, los pocos recursos que hay, cómo vive cada chico. Esas cosas está bueno también saberlas, aprender a ver qué piensan, cómo está la cabeza de los pibes que la vienen luchando largo. A mí me va a servir, también por eso busqué también esos lugares, cuando sea técnico tratar de utilizar todas esas cosas y hacerlo de la mejor manera”.
Un trotamundos de la pelota que se adapta a todo. A los idiomas, al clima, a la altura y a tener un nombre particular lleno de historias para contar.







