La carrera de los futbolistas está llena de imprevistos y suposiciones.¿Qué hubiese pasado si daban cierto paso, o si hacían algo de otra manera, o hasta si definían diferente en alguna jugada? Miles de preguntas se pueden hacer, pero el pasado es incorregible, solo queda aprender de él.
A principios de siglo, Alexánder Posada se destacaba en el Cortuluá de Colombia, en su país de origen. Incluso, ya había sido llamado para jugar en la selección nacional en algunas oportunidades. Justo allí, en el 2001, recibió una llamada del América.
“Quien lo recomendó fue el chileno Iván Zamorano (que por entonces se desempeñaba en Las Águilas). El exgoleador del Real Madrid le dijo a (Franky) Oviedo que ese central duro y técnico que lo había marcado era el jugador que necesitaba el equipo. Así sucedió, hablaron con (Manuel) Lapuente y por eso le ofreció su ida al equipo”, comentó el diario La Patria de Manizales.
Sin embargo, luego se conoció la verdad: “Su pase era propiedad de los hermanos Rodríguez Orejuela (cartel de Cali), dueños del América de Cali; Rodrigo Tamayo, dirigente del Medellín, condenado después por lavado de activos, y Gustavo Upegui, dirigente del Envigado FC, asesinado después por vínculos con la mafia”,agregó la fuente.
En su regreso a Colombia, el futbolista debió ir a la cárcel a negociar con los narcotraficantes: “Allá íbamos los capitanes por algo especial. En esa época nos tocó a Jorge Bermúdez, Franky Oviedo y Jairo Castillo. Me disfracé de médico, ingeniero y del Seguro Social para entrar”.
A pesar de su esfuerzo, Posada no pudo llegar a México para defender la playera de Las Águilas, que tenía la Copa Libertadores de ese año como principal objetivo.