El 19 de noviembre quedará enmarcado en la historia del fútbol, ya que culminó el ciclo del seleccionador que en más partidos dirigió a un equipo nacional. Oscar Washington Tabárez tomó a Uruguay en 2006 y tras 15 años de trabajo, terminó su paso por allí.
Fueron un total de 225 partidos los que el Maestro dirigió a los uruguayos, juegos que dejaron un balance de 107 victorias, 56 empates y 62 derrotas. Traducción, un rendimiento del 56.35%. Pero fuera de los fríos números, hay dos hitos importantes del entrenador.
Y es que el 2010 y 2011 fueron sus años gloriosos, debido a que en el 10 realizó una destacada actuación en el Mundial de Sudáfrica, ya que llegó hasta las semifinales y en el juego por el tercer y cuarto puesto cayó ante los alemanes. Eso sí, en ese campeonato el mejor jugador fue Celeste y se trató que de Diego Forlán, el delantero que se paseó con su cabellera rubia por las canchas del país sudafricano.
Un año más adelante, también por los meses de junio y julio, llegó la Copa américa en Argentina, lugar que le cayó de perlas al conjunto Charrúa, ya que cumplió con una gran actuación, eliminando a los anfitriones y llegando a la final, en pleno estadio Monumental, y venciendo con claridad a un Paraguay.
Eso en cuanto a los resultados, pero en otros temas, poco notorios; los uruguayos, bajo su mando se fueron proyectando como una nación exportadora de cracks, sí de jugadores de calidad innata, y en un país que no alcanza a los cuatro millones de habitantes. Algo sinceramente admirable.
Los números y los resultados condenaron a un hombre que con su carisma encantó a un continente y que para los que no somos uruguayos, aún nos sigue pareciendo extraño que su ciclo haya terminado de esta manera. Como lo dijo Diego Godín, el actual capitán oriental, en la historia quedan los grandes y Tabárez con su legado, está ahí, en un lugar alto.