La pandemia por coronavirus es el gran problema desde hace más 600 días. Y los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 no escapan a esta coyuntura global que tiene en vilo al mundo desde 2019. Sin embargo, las autoridades del Comité Olímpico Internacional (COI) y el Comité Organizador local siguieron adelante con su cometido para que la cita deportiva se realice. Caiga quien caiga. La celebración se hará un año después y sin público. Ahora, se va a romper con otra tradición más: no repartirán preservativos entre los atletas. En su lugar, los deportistas los recibirán cuando se retiren de la Villa Olímpica, con el mensaje de que los utilicen en sus países para concienciar sobre la lucha contra las enfermedades de transmisión sexual.
De esta forma, se rompe con una tradición que se inició en Seúl 1988 para garantizar sexo seguro en la Villa Olímpica, donde se hace cercana la convivencia entre atletas de 200 países.
Para esta edición olímpica se entregarán más de 150.000 condones a medida que los deportistas vayan abandonando Japón. Las normas prevén que los participantes en la competición “eviten cualquier contacto físico innecesario”.
Entre otras normas, los atletas usarán camas anti sexo (resisten no más de 200 kilos), no se permitirá beber alcohol en grupo. Esta “ley seca” grupal tiene una adenda: los atletas podrán introducir bebidas alcohólicas en la Villa Olímpica, pero únicamente podrán consumirlas en soledad y en sus habitaciones, de 9 metros cuadrados las individuales y de 12 las dobles. Además, en los comedores, se mantendrá un aforo reducido y se entregará a los participantes material desinfectante.
Los deportistas solo podrán ingresar y alojarse en la Villa 48 horas antes de que comience su competición, y tendrán que abandonarla en cuanto termine, o antes si resultan eliminados. Si intentan saltarse alguna de las reglas, se arriesgan a ser expulsados de los Juegos.