En la parte más exigente del calendario, los futbolistas profesionales ajustan su rutina para enfocarse en la prevención, la movilidad y la recuperación.
Lejos de levantar grandes cargas o buscar aumento muscular, el enfoque pasa a ser mucho más funcional. Se priorizan ejercicios de estabilidad, trabajo de core, y activación neuromuscular. Espacios como los gimnasios Smart Fit ofrecen el equipamiento necesario para este tipo de entrenamientos específicos.
Figuras como Luka Modrić, aún competitivo con 39 años, han adaptado sus rutinas hacia trabajos de movilidad pélvica, control postural y ejercicios sin impacto. Bandas, máquinas isoinerciales y trabajo unilateral ayudan a mantener la forma sin desgastar al cuerpo.
También se integran ejercicios preventivos como el “nordic curl” y dinámicas de propiocepción, habituales en la etapa final de la temporada. La coordinación entre cuerpo técnico, fisios y preparadores físicos permite individualizar los programas de cada jugador.
La recuperación activa toma un rol principal. Bicicleta, piscina, crioterapia y estiramientos asistidos reemplazan los días libres absolutos. En esta fase, entrenar bien vale más que entrenar más. Cada sesión cuenta para llegar al siguiente partido al 100%.





