Qué desafío. Cuando pensé en esta idea de reflexionar sobre técnicos argentinos en el mundo nunca imaginé que sería a través de un medio escrito: las personas parecemos habernos acostumbrado a ver.

Es un gran reto partir de la escritura hacer eco en palabras todas esas charlas, comidas, reuniones y experiencias que viví en los últimos seis años de mi vida, donde estuve muy cerca del fútbol mundial.

Desde mi humilde lugar, semana a semana trataré de dar un punto de vista sobre la actuación de los entrenadores, esos que normalmente pasan desapercibidos y que en esencia son los grandes protagonistas del éxito, a veces del fracaso, de cada equipo.

Hoy elegí a Santiago Solari. Un rosarino que comenzó dirigiendo a los cadetes del “Merengue” en España, lejos de sus tierras, para luego pasar al Real Madrid B. Ese que a fuerza de trabajo obligó a los directivos del club a ofrecerle una oportunidad y darle el banquillo por unos meses después de la salida de Lopetegui.

Sus inicios con el primer equipo del Merengue no fueron fáciles. Hasta se llegó a hablar de su "incapacidad". Hoy el panorama es distinto: en la última semana, empató con el Barcelona en el Camp Nou y goleó al Atlético Madrid en el Wanda Metropolitano.  

Solari nunca abandonó su acento natal, ese que lo acompaña en las ruedas de prensa, como también su guardia alta. Es que no es para menos: no tiene espalda para aguantar las críticas de todo un país- y son crudos los españoles- que le resalta todo el tiempo el pasado, lo ajeno, la comparación. El argentino sobrevive y  deja muy en claro que se gana en equipo y que nadie es más que nadie.

 

Ninguna prueba más consecuente para ilustrar que su decisión de sacar a Marcelo, no lo dudó, hizo lo mismo con Isco Alarcón. Apuesta por el joven Vinicius y todo se lo juega con los números en mano. Por eso hoy las cartas están dadas a su favor.

El trabajo que está haciendo con Benzema, jugador que hasta pensábamos que estaba perdido, ve sus frutos en este gran momento del futbolista, quien parece recuperar el rendimiento que se veía en los primeros años con la camiseta blanca. También recuperó a un Bale de velocidad, que no sólo marca goles sino que se va de la cancha con un puñado de asistencias por partido. A todos les ha hecho trabajar su paciencia en el banco y esperar su momento. Y sí, yo también cambiaría cincuenta y seis minutos de partido por la gloria de sentenciar un clásico.

Siento casi el deber de comentarles lo que escuché en una charla en México. Siempre fui de preguntar mucho, pero más estando cerca del mejor, era casi una obligación: no era la excepción hablar del Indiecito. “Las tremendas figuras que tiene el Real necesitan de un técnico que tenga espalda y experiencia con vestuarios difíciles: el capitán puede tirarte el vestuario en contra, fácilmente. No es para cualquiera el Madrid y muchas veces en un equipo el problema no es precisamente futbolístico, sino lo que pasa puertas adentro”. Hoy los números de Santiago Solari me demuestran lo contrario, pero hubo más en esas palabras, que creo que algo acertaron: "El padre fue jugador y de esos con mucha personalidad, seguramente los genes no fallen".