Lionel Messi suele ser una personas tranquila tanto dentro como fuera de la cancha de fútbol. No habla mucho, no es de pelearse, ni de hacer faltas innecesarias. 

 

Pero no deja de ser el capitán del Barcelona. Y cuando su equipo se ve perjudicado, se enciende la llama. Y así pasó ante el Girona, por la última fecha de La Liga.

Su equipo iba ganando, con un gol suyo. Pero el árbitro Jesús Gil Manzano, con la (no) ayuda del VAR, decidió expulsar a Clément Lenglet de manera injusta. El partido se condicionó de manera clara.

 

El visitante lo dio vuelta y un cabezazo salvador de Gerard Piqué puso el 2-2 definitivo. De esta manera, el Real Madrid alcanzó en la punta a los Blaugranas. 

Terminado ya el encuentro, fue cuando la Pulga nos sorprendió a todos. Ya que se acercó al árbitro, y el mismo le extendió la mano para saludarlo. No solo que no aceptó el saludo, sino que claramente se ven palabras de reprobación para con él.

Cara de enojado y un reclamo muy claro para con Gil Manzano. Que sin duda, le costará dormir por la noche, ya que son pocos con los que el argentino reacciona así.