La historia de Charlie Trout en el fútbol no tuvo el recorrido habitual. El británico fue captado por Leeds United durante su etapa colegial y su proyección era ambiciosa. Sin embargo, perdió la pasión y tuvo que retroceder algunos casilleros para recuperar el disfrute por el deporte.

Regresó a las ligas locales de Nottingham, su ciudad natal, y Lincoln City, de la League Two lo fichó para que retomara la actividad. Allí se reencontró con la pasión por entrenar y jugar, pero a los 19 años lo dejaron libre y debió comenzar de nuevo.

A partir de allí, Trout saltó por diferentes clubes del ascenso inglés, buscando ganarse un contrato profesional, mientras se ganaba la vida con otros trabajos. “Fui constructor, pintor y decorador. Fui cartero. Lo que sea. Lo he hecho“, explicó a Sport Bible.

EMIGRAR A ESTADOS UNIDOS LE CAMBIÓ LA PERSPECTIVA

A sus 22 años, le ofrecieron al volante una beca completa para estudiar y jugar en la División I de la NCAA con la Universidad de Illinois en Chicago. Esa fue su puerta de entrada a Estados Unidos y, aunque buscaba convertirse en futbolista profesional, su proyecto fue mutando al de entrenador.

Del otro lado de la línea de cal, Trout comenzó dirigiendo en las inferiores de Chicago Fire, desde el equipo de menores de 10 años. La experiencia lo llevó a Puerto Rico de la mano de Dave Sarrachan, de quién fuera sus asistente en la selección mayor.

@7ElevenDevin

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Tras la salida de Sarrachan, Trout es el entrenador principal desde marzo y está a un paso de llevar a Puerto Rico a la Copa Oro. El partido ante Martinica lo separa de la fase de grupos del certamen más importante de la Concacaf, que sería el torneo más importante de su vida.

Con 3 triunfos y un empate, el director técnico busca una revolución en el territorio centroamericano. Con solo 38 años encontró un nuevo rumbo dentro del fútbol y recuperó la pasión por la disciplina, guiando a una selección con menos de 22 años de promedio.