A finales de la década de los ochenta y principios de la década de los noventa, Monterrey llamaba la atención en materia deportiva. Y no precisamente por el futbol. Tigres y Rayados no eran los equipos que son actualmente. ¿Entonces por qué atraía la Sultana del Norte alrededor del país? Por la lucha libre. En primer lugar porque la Arena Monumental era un templo de honor para las luchas de apuestas. En segundo lugar por la aparición de un trío que logró trascender y darse a respetar en Ciudad de México, entidad que era prueba de pruebas para cualquier gladiador.

Se trató de Los Thundercats. Sí, tal como los dibujos animados. Leono, Panthro y Tigro salieron de la caricatura para materializarse como luchadores regios. Máscaras y vestimentas eran similares a las de los personajes. Claro, con sus guardadas proporciones. Lo cierto es que fueron bien recibidos por la afición. A nivel nacional, tanto niños como adultos, simpatizaron rápido con ellos.

 

Después de desenmascarar a Abogado del Diablo I, Abogado del Diablo II y El Diablo en 1989, Los Thundercats dieron otro paso más grande para consagrarse como auténticos ídolos. ¿Cuál? Fueron parte del elenco de los coliseínos que se presentaban en funciones estelares de la Arena Coliseo en la capital mexicana. Allí iniciaron una rivalidad con Lasser, Danny Boy y El Arquero para buscar una oportunidad por el campeonato nacional de tercias. Y lo consiguieron. En agosto de 1990 lograron destronar a los campeones para convertirse en los nuevos monarcas. Vaya, se posicionaron como el mejor trío de México.

Pero quisieron más, no se conformaron con cinturones. También querían más máscaras en sus vitrinas, así que se olvidaron de ser técnicos para transformarse en auténticos rudos y retar al Trío Fantasía por las incógnitas. Súper Muñeco, Súper Ratón y Súper Pinocho aceptaron el reto, especialmente porque no estaban dispuestos a compartir el cariño de la afición infantil con nadie. 

En diciembre de 1991, la lucha de máscaras contra máscaras se llevó a cabo en la Monumental de Monterrey. Ante su gente, abrigados por su público, Los Thundercats bañaron en sangre al Trío Fantasía, sin embargo no pudieron doblegar a Súper Muñeco, Súper Ratón y Súper Pinocho. Ensangrentados, dolidos por la derrota, Leono, Panthro y Tigro fueron desenmascarados en su propia casa.

Aparte de perder la máscara, Los Thundercats también perdieron sus cinturones como campeones de tercias ante Octagón, Atlantis y Máscara Sagradaen la Arena Coliseo, escenario del cual desaparecieron al poco tiempo. Sin sus incógnitas, la afición les pagó factura con olvido y rechazo. 

Tras el paso sagaz y álgido de Los Thundercats en la lucha libre, Monterrey volvió a ser noticia deportiva en 1993 cuando Rayados llegó a la final del campeonato mexicano en la temporada de 1992-1993. Pero esa es otra historia.