Se extrañaba todo. El sonido de los autos, la gente caminando en los alrededores y esa expectativa de fiesta que solo el fútbol puede generar. El coronavirus nos quitó la posibilidad de ir a nuestra segunda casa durante más de un año medio y desde Bolavip, queremos contarte como se vive un partido de Champions después de la pandemia.

Nos trasladamos hasta el municipio de Villarreal en la costa mediterránea para ver el choque de los españoles ante Atalanta por el inicio de la fase de grupos en la Liga de Campeones. Partimos desde Madrid en la tarde, usando trenes, buses y taxis como medios de transporte para llegar con lo justo al regreso del hincha a la UEFA Champions League. Queda mucho por delante, pero el fútbol empieza a recuperar su color.

 

Lo primero que nos llamo la atención fue el despliegue policial visto en un municipio de 55.000 habitantes. Si bien los partidos UEFA demandan hasta 1000 efectivos, las autoridades recorrían los alrededores del Estadio de La Cerámica como si tratase de una final. 18.000 personas tenían permiso de acceder al recinto, aunque de entrada nos dimos cuenta que eran muchos más. Las calles se cortaban y solo pasando con el certificado de vacunación, los fans podían acercarse nuevamente a su casa.

Sentimientos encontrados

Estaba claro que la expectativa en la afición local estaba presente. Padres e hijos se tomaban fotos y videos para recordar el día en el que además festejarían el título de Europa League, los restaurante abrían las clásicas terrazas españolas y el buen ambiente se respiraba en el parqueadero donde esperábamos nuestra acreditación. Tras unos minutos de espera, pudimos subir a la zona de prensa.

La mezcla entre emoción, nervios y rareza era innegable cuando vimos las tribunas prácticamente llenas. Había pasado mucho tiempo desde que ingresásemos a un recinto deportivo y este tuviera a los que realmente hacen a este el juego más popular del mundo. El distanciamiento social estaba presente en el inicio del partido, aunque a medida que corrían los minutos era visible que había cada vez menos espacio en la grada.

Era como volver a vivir otra primera vez. Cada grito de gol, reclamo al árbitro, aplauso o cántico captaba la atención de todos los que estábamos en la grada de prensa. El fútbol por TV se hizo muy largo y si bien costó concentrarse en el arranque, volvimos a acostumbrarnos rápidamente.

El fútbol sin los hinchas, otro deporte 

Sumado a esto, la guerra de goles y ocasiones que terminó en empate a dos dio para vivir nuevamente esa tensión de la ventaja a falta de pocos minutos, el giro de guion de un partido y el clamor de la grada ante cada situación del juego. La megafonía anunció con el final del encuentro que todos los fans debían estar afuera del estadio en menos de 10 minutos. Sin tiempo para perder, se formaron largas filas en las bocas de cada puerta mientras la policía dirigía todos los movimientos.

Cuando fue nuestro turno pudimos ver a algunos italianos que se habían desplazado hasta Villarreal ser controlados por la Policia en los aledaños de cara a no que mezclasen con los locales y que el riesgo de infección aumentase. Como debe ser, todo fue una fiesta y si bien queda mucho por delante, celebramos lo que significa volver a ver un partido en condiciones que hasta ayer, no eran ya ‘normales’. Que nadie les mienta, el fútbol sin hinchas es otro deporte.