Con doblete de Griezmann, el equipo colchonero eliminó a un desconocido Barcelona y se metió a las semifinales de la Champions League. En tiempo de descuento, la visita reclamó una mano dentro del área de Gabi, pero el árbitro cobró afuera y Messi no logró llevar la serie a penales en el tiro libre.

Por supuesto que hay felicidad, porque Atlético Madrid volvió a meterse entre los mejores cuatro equipos de Europa. Pero la principal sensación que se vivió en el Vicente Calderón fue de desahogo, porque a jugadores, cuerpo técnico y aficionados les había quedado la sensación de que, en el partido de ida en el Camp Nou, el fútbol les había metido la mano en el bolsillo.

En el inicio del juego, Barcelona salió dispuesto a manejar el juego y pareció no sentir la presión de un estadio colmado en su contra. Pero hay en el equipo de Luis Enrique un vicio excesivo por la confianza que genera contar con cracks de la talla de Messi, Suárez y Neymar, capaces de resolver todo en una jugada aislada; y esa calma que se tradijo en control sin profunidad le permitió al Atlético envalentonarse, cosa que no le toma mucho tiempo a los guerreros de Simeone.

De a poco, los colchoneros empezaron a inclinar el trámite a su favor, hasta que a los 35 minutos durmió la defensa culé y Griezmann ganó en tierra de gigantes para conectar un cabezazo limpio y vencer la resistencia de Ter-Stegen. Con el gol, el Atlético se fue mejor que su rival al complemento, sabiendo que a su regreso al campo la batalla sería todavía más intensa.

Y lo fue, porque sin el juego de sus mejores partidos, Barcelona lo fue a buscar y tuvo a los locales en su campo la mayor parte del tiempo. Pero volvió a faltar esa precisión que a los culés parece habérseles perdido en el partido ante Real Madrid.El Atlético resistió como pudo los últimos minutos, agrupándose en defensa y encomendándose a esa garra sagrada que siempre depende en parte de la suerte; combinación que para alegría del pueblo colchonero se mantuvo hasta que Filipe Luis, uno de los que más reclamó por los beneficios que recibía Barcelona, dibujó una jugada impropia de sus características, pasando al ataque como un integrante de la MSN y terminando con un centro que Iniesta debió frenar con la mano, dejándo a Griezmann con la posibilidad de sellar su doblete desde el punto penal, a dos minutos del final.

En un partido cualquiera, todo habría terminado allí, pero quedaba tiempo para la polémica del partido. Iniesta, que debió haber sido expulsado en la jugada del penal, manejó el ataque culé y envió un centro que Gabi frenó con la mano dentro del área, pero el árbitro decidió cobrar la infracción afuera y todos en Barcelona se le fueron encima. Messi tuvo la chance de llevar la serie a penales, pero su tiro libre sue fue besando el travesaño y entonces sí, nada más se movería.

Por supuesto que hubo felicidad en el Calderón, sí. Pero principalmente hubo desahogo, porque desde Diego Simeone hacia abajo, todos en Manzanares sabían que eran capaces de dejar en el camino al último campeón de Europa.

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