Ahora sí empezó la Copa América. Para el multicultural pueblo estadounidense, Messi era la gran atracción de la competencia.
Difícil hacer un análisis preciso del público local. Por su diversidad cultural, por las diferencias de sus sedes, por su relación con el deporte. Pero Messi logró destrabar ese paradigma y los movilizó al Soldier Field y sus alrededores.
En Chicago, que de todas maneras alberga a uno de los equipos más tradicionales del país (Chicago Fire), se despertaron. Tras una apática apertura y estadios con claros (más allá de la marea mexicana o fuertes comunidades locales como la colombiana), el fenómeno Messi llegó.
El debut de Argentina ante Chile en Santa Clara ya se había hecho escuchar. El “Meeesi” había retumbado. Una especie de alabanza y pedido para el DT Martino. Pero vs Panamá fue el doble. Porque se sabía que ya estaba en condiciones, que un rato de su magia iba a haber.
Camisetas, carteles, fanáticos de La Pulga que no distinguen de banderas ni etnias.
Hasta que, de golpe, se vistió de Messi. Se cambió esa ropa de entrenamiento que tanto le (y nos) aburre y el estadio explotó de júbilo. Más que en el gol de Otamendi.
“No les importa el partido, solo Messi” nos cuenta nuestro enviado especial. Y lo mismo corre para los que lo vieron por TV. Las cámaras, a cada rato, seguían los movimientos pre competitivos del 10.
Tranquilamente La Pulga podría haber hecho un buen partido, un gol, y listo. Alcanzaba para que los 61.000 asistentes al Soldier Field tengan su momento histórico. Porque claro, hay que entender esto. Muchos lo seguimos partido a partido, lo hemos visto en alguna oportunidad al menos desde cerca o al menos lo vemos todos los fines de semana por TV. Y nos impacta, pero como (en menor medida) lo hacen otros cracks del fútbol mundial.
Para otros es una estrella pop. No necesariamente miran todos los partidos de Barcelona o no siguen a otros equipos en la Champions League. Les llega más de costado. Y no lo pueden creer. Como pasó con Jordan, como pasa por momentos con Curry. Así como con otras celebridades de la cultura en general. Y poder decir “Yo vi a Messi”, “Yo lo vi jugar” o aunque sea “Yo lo vi pasar”, es hecho coleccionable, histórico. Como lo es hoy en día haber visto a Los Beatles o a los Rolling Stones. Haber visto jugar a Maradona, Pelé o Cruyff, una pelea de Alí o Tyson.
Pasarán lo años y perdurará. Puede uno atravesar los continentes, y no perderá valor. Porque todo el planeta sabe quién es Messi.
Desde ayer, los 61.000 que estuvieron en el Soldier Field podrán decir. “Yo vi a Messi marcar un hattrick en 18 minutos”.