Los medios de España, y otros lugares del mundo, exaltaron la heroica victoria del Atlético Madrid, que logró imponerse por 2-0 y sacar a Barcelona, campeón defensor, de la Champions League. Los focos, además, cayeron sobre Messi, el crack Culé.
Las grandes historias salen en los diarios, y en primera plana. Y esta sí que lo fue, señores. Barcelona, campeón del mundo, fue sacado antes de tiempo ante Atlético Madrid, un equipo fuerte, convencido de una idea, pero con mucho menos presupuesto.
Así como el sueño del Leicester nos mantiene en vigilia, esta victoria de los del Cholo Simeone nos conmueve. En un deporte donde las diferencias económicas se disparan y le quitan sentido a muchas cosas, este tipo de episodios nos mantienen vivos, nos hacen creer en el deporte.
Barça recibe 160 millones de la TV en España, el Atlético 41
En que se puede vencer a los mejores, en que la potencia de lo colectivo y un trabajo bien hecho pueden imponerse ante la suma de dinero.
Y esto no quiere decir que Barcelona sea el malo, también lo disfrutamos, porque se ha ganado su lugar, y creemos que hace buen uso de él, dando cátedra de buen funcionamiento colectivo, entreteniendo al planeta entero. Tampoco que el Atlético Madrid sea un equipo pobre, sus figuras también valen millones. Somos conscientes de esto.
Pero la TV en España le paga 160 millones al Barça y 41 al Atlético. Y las figuras de uno, como Arda Turan, se cruzan de vereda. Y esa diferencia es notoria, pero el Atlético Madrid, una vez más, nos enseñó que no es determinante. Que nos podemos enfrentar mano a mano al que nos cuentan como insuperable.
¿Por qué será que nos gusta tanto cuando pasa esto? Cuando ocurre lo inesperado y el humilde le da batalla a la potencia.
Quizá, en el fondo, tenemos un sentimiento de justicia que reacciona ante tanta desigualdad. Y el deporte, quizá, es uno de los últimos campos de batalla que nos quedan en pie para esa guerra perdida.