LeBron James abandonó los Cleveland Cavaliers para llevar su talento al Miami Heat en 2010, pero se convirtió en el ser más odiado por la mitad de la liga por renunciar a la franquicia de su ciudad.
En consecuencia, todo lo que hizo LeBron empezó a mirarse con lupa desde entonces. Sus logros fueron minimizados y sus fallos aumentados por la prensa, los fanáticos, e incluso sus rivales.
En este sentido, James confesó que haber perdido aquellas Finales ante Dirk Nowitzki y sus Mavericks en 2011, sumado a las críticas que recibía, lo hicieron perder el amor por el juego y notar que debía trabajar en su salud mental:
“Creo que esto empezó hace ocho años. El punto clave creo que fue la derrota contra Dallas en las Finales de 2011. Supe que el lado físico no sería suficiente y el nivel de escrutinio con el que estaba lidiando y cómo salí de mi zona de confort me estaba haciendo perder el amor por el juego, y sabía que eso era el lado mental“, compartió James.
Desde hace algunos años, el Rey ha compartido parte de su rutina diaria, en la que se puede ver cómo trabaja el aspecto mental tanto como el físico. Ya sea con meditación o visualización guiada e incluso con yoga:
“Poder estar en un estadio repleto con 20.000 o 22.000 fanáticos gritando como locos y encontrar un minuto, dos minutos, 30 segundos o lo que sea para cerrar mis ojos y relajarme me hace calmarme. Básicamente es meditación, y funcionó tremendamente en mi carrera”, concluyó el alero.
Es importante que los atletas de alto rendimiento encuentren ese balance entre cuerpo y mente para poder rendir al máximo de su potencial. James, por su parte, lo aprendió con creces, llegando a 7 Finales después de ese tropiezo y ganando 3 de ellas.