El efecto de Gustavo Costas arrasó con todo en Racing. Yo creo, realmente, que el actual entrenador académico es el ídolo más grande del club en este siglo, e incluso en la historia moderna. Arrasó con Diego Milito, con Basile y con todos en este aspecto.
Si el presidente que administra hoy en día a Racing tiene su propia calle por lo que consiguió como jugador, ahí en Avellaneda, me parece que es momento de que Gustavo Costas tenga su reconocimiento. Y que sea acorde a su figura en la historia racinguista.
Fue mascota, fue jugador campeón de la Supercopa, fue entrenador cuando el club desaparecía y hoy es el técnico que le devolvió la mística y la gloria a Racing. Yo tengo una propuesta bien clara: que el estadio de Racing se llame Gustavo Costas.
Así como el de Independiente tiene el de Ricardo Bochini, al de la Academia hay que sacarle el ya vetusto Juan Domingo Perón y ponerle el nombre de su actual DT. Esa es mi contribución para el Mundo Racing.
En lo que respecta a la serie de cuartos de Libertadores contra Vélez, la clasificación me pareció más que justa. Yo vi una paliza de Racing al Fortín, que incluso mereció golearlo. En el primer tiempo no cruzó mitad de cancha y el único tiro al arco fue el blooper de Cambeses. El torazo en rodeo ajeno no apareció, y quedó afuera. La Academia está en semis y va por más.
De la mano de Costas, lo imagino el 29 de noviembre en la final de Lima, buscando la segunda Libertadores de su historia.
