Sergio Agüero está viviendo sus últimos momentos como jugador de Manchester City, equipo donde se encuentra desde hace una década y donde se transformó en el máximo goleador histórico y en un ídolo absoluto. Y su despedida se está produciendo, nada más ni nada menos, que en la gran final de la UEFA Champions League.

De todas maneras, el experimentado delantero surgido de las divisiones inferiores de Independiente y con pasado en Atlético de Madrid comenzó el compromiso contra Chelsea sentado en el banco de suplentes y esperando una oportunidad, al menos para poder despedirse de la manera que todo el mundo espera: en el campo de juego.

En ese contexto, el primer tiempo del equipo comandado tácticamente por Josep Guardiola fue para el olvido. Los Citizens no jugaron nada bien, no pudieron aprovechar las pocas chances ofensivas con que contaron y se fueron al descanso cayendo por la mínima diferencia debido a la anotación de Kai Havertz cuando se moría dicho período.

Paralelamente, esa primera etapa tuvo un detalle colorido que contó con el propio Agüero como protagonista. Es que, en el transcurso de los 45 minutos iniciales, al internacional con la Selección Argentina en las últimas tres ediciones de la Copa del Mundo se lo pudo ver sentado en un lugar muy particular y llamativo.

¿Qué sucedió? Agüero, que en un puñado de días cumplirá los 33 años de edad, se ubicó, justamente, en una butaca que tenía una clara leyenda de no sentarse, además de un dibujo que graficaba esa prohibición. Sí, podemos decir que se trató de un hecho muy argento del Kun, que espera ingresar en la etapa complementaria del partido.