“Me hace ilusión, ¿sabes?”. “Es algo muy bonito… ¡Madre mía!”. Camino a completar su octava temporada en el fútbol español, ya tiene incorporado un vocabulario local, aunque por momentos también aparece el rosarino que lleva adentro desde hace 31 años. Luis Ezequiel Ávila se resume en Chimy, así lo conocen todos, así se menciona a sí mismo y así es como lo identifica el dorsal de su camiseta. Hincha de Central, con un paso por las Inferiores de Boca y por la Primera de San Lorenzo, el actual delantero del Betis recibió a BOLAVIP en Sevilla para repasar su vida, con momentos muy complicados, y su historia detrás de la pelota, a la que todavía le quedan más capítulos por delante. “Soy una persona que va paso a paso”, se define a lo Mostaza Merlo.
Si se rebobina ese paso a paso, se encontrará con el nene que soñaba con ser futbolista criado con las dificultades de una mamá con nueve hijos que sufría la violencia de un padre que había caído en la droga y el alcohol. Más adelante, ya con 18 años y habiendo debutado en la Primera de Tiro Federal llegará tal vez el peor momento de su vida: fue acusado de robo por el propio presidente del club rosarino. Detenido, tuvo que dejar el fútbol por dos años y hasta salió a caballo con un carro a revolver basura para poder alimentar a su familia.
Luego fue declarado inocente por la Justicia y, cuando menos lo esperaba, su carrera futbolística se reencauzó: sus representantes, los que lo ayudaron económicamente para que pudiera entrenarse y dejara de trabajar como albañil, le consiguieron una prueba en el San Lorenzo del Patón Bauza. Llegó con sobrepeso, pero le hicieron contrato a comienzos del 2015. De a poco fue ganándose oportunidades, fue parte del plantel que le ganó 4-0 la final de la Supercopa Argentina a Boca en 2016 y estuvo en Boedo hasta mediados del 2017, cuando se fue cedido a Huesca de la Segunda de España.
Con Tino Costa, Fernando Belluschi y Rubén Botta en el vestuario de San Lorenzo. (Foto: Instagram @chimy_avila)
Ahí empezó otra historia. La del futbolista que se ganó el respeto en el fútbol español. Ascendió con el Huesca a Primera y en 2019 lo compró Osasuna, donde se transformó en ídolo. Por su nivel llegó a sonar en el Barcelona para reemplazar a Dembelé, pero sufrió una lesión ligamentaria y se truncó esa posibilidad. Y mientras nadie de la Selección Argentina lo buscó, el técnico de España lo incluyó en una prelista para dos partidos por las Eliminatorias para la Eurocopa, en marzo de 2023, pero luego no pasó el corte final. “Si no es para mí, no es para mí”, cuenta ahora, sentado a un costado de la cancha principal de la ciudad deportiva del Betis, el club que lo compró hace un año a cambio de casi 5 millones de euros.
-Acá te encontraste con Gio Lo Celso, otro rosarino. También está Rubén Cousillas como ayudante de Manuel Pellegrini. ¿Ellos te hicieron más fácil la adaptación?
-Sí, pero, mira, por más que está Gio o Rubén, en el vestuario del Betis somos todos uno. No hay diferencias entre el sudamericano, el español, el catalán o los de Brasil. Somos todos uno y la verdad es que te llevas bien con todos, te ríes con todos, cachondeas con todos, es algo muy bonito.
-¿Y cómo fue la llegada de Anthony desde el Manchester United desde lo futbolístico y desde lo humano?
-Te encontrás con lo que uno ya ve en la tele, ¿no?, con lo que uno ya sabe, lo que juega, lo que es, su estilo y todo. Sí te hace conocerlo mucho más como persona, pero como jugador ya sabemos todos la clase y el estilo de jugador que es.
-Desde su llegada, Betis mejoró, están en cuartos de final de la Conference League y en LaLiga volvieron a los puestos de clasificación para la próxima temporada. ¿Qué expectativas tienen?
-De acá a final de temporada quedan muchos partidos. Hay que tratar de conseguir los objetivos que nos propongamos. Mi expectativa la vivo en el día a día. Lo que es jugar de local, el equipo que tenemos, el grupo familiar que se armó… Eso es fundamental para que las cosas salgan más fáciles de lo que pensamos.
Con la camiseta del Betis, disputando la pelota con Rodrigo de Paul. (Foto: Getty).
-Mirando más a futuro, ¿te imaginás volviendo a la Argentina en algún momento?
-Soy una persona que va día a día, hoy yo no puedo meterme en un compromiso o meter en compromiso a alguien por decir “mañana quiero volver a Argentina” porque uno no sabe cómo es el destino a cada uno. Si me preguntás si en algún momento me hace ilusión volver a la Argentina, sí, claro que me hace ilusión porque es mi país, está el equipo de toda la vida y uno como trabajador de este deporte siempre quiere volver a la primera obra que salió, ¿no? Y la verdad que ojalá que en algún momento de mi carrera pueda hacer una vueltita para Argentina.
-¿Cuál es el equipo de toda la vida? Porque sos hincha de Central, hiciste Inferiores en Boca, pero jugaste en Primera con San Lorenzo…
-Sí, pasa que está muy dividido todo porque yo soy hincha de Central, como toda mi familia; hice todas mis Inferiores en Boca y San Lorenzo fue un equipo que siempre va a estar presente en mí porque fue el que me dio la oportunidad de vivir del fútbol, el club que me hizo vivir la verdadera adrenalina. Hay muchas sensaciones. Yo no puedo decir “mañana quiero volver a Boca”, “mañana quiero volver a Central”, “mañana quiero volver a San Lorenzo”. Yo no puedo decirlo, el destino solamente lo sabrá y cuando sea el momento. Hoy estoy en el Betis y estoy feliz, eso es lo importante.
-Te lo preguntaba como proyecto de vida también, porque se te ve muy asentado en España y…
-(Interrumpe) Pero la vida cambia día a día. Hoy estás haciendo esta entrevista y quién te dice que mañana estás entrevistando a Cristiano o a Messi. Entonces esto es el día a día, hoy estoy en el Betis y estoy feliz. Y el día de mañana si tengo que volver a la Argentina, será o no será. Lo dejo en la mano de Dios. Desde mi punto de vista personal, me gustaría volver porque es mi país, porque está mi familia, porque hay muchas sensaciones bonitas y sentimentales, pero no puedo meter en compromiso a nadie porque no sé qué va a pasar con mi futuro.
-En las Inferiores de Boca fuiste compañero de Leo Paredes, ¿no?
-Sí.
-Cuando se habló que podía volver en este mercado, ¿imaginabas que se podía dar?
-Cada jugador sabe por qué volver y por qué no. Lo estuvimos hablando con Gio (Lo Celso), que somos del mismo barrio y nos conocemos hace mucho tiempo…
-Antes decías que no sabías adónde te gustaría volver, pero me imagino que en las charlas con Gio se deben dar manija los dos para jugar en Central.
-Bueno, no puedo entrar a un territorio que no me conviene entrar. Mi corazón está muy dividido en Argentina…
Ávila y Paredes, en sus tiempos de Inferiores en Boca. Compartieron la categoría 94.
El sueño frustrado de la Selección Argentina y el llamado de España
-¿En lo deportivo te faltó cumplir ese deseo de jugar en la Selección Argentina?
-Mira, yo siempre digo que si no se me dio hasta ahora, por algo será.
-¿Y por qué será?
-Y, si yo lo supiera, trabajaría en eso para hacerlo. Si lo supiera, lo haría. Pero sé que tengo que trabajar duro y hacer las cosas bien. Y si no es para mí, no es para mí.
-¿En algún momento hubo un llamado, un contacto con vos o con tus agentes?
-No, de la Selección Argentina, nunca. De la Selección española sí, hablé con De La Fuente cuando estuve en la prelista, después nada más.
-¿Te llamó antes de dar esa prelista para saber si estabas dispuesto a jugar para España?
-Tal cual. Pero después son decisiones del míster y con eso uno no se mete.
-En ese momento, los españoles no cuestionaron que citara a un futbolista nacido en otro país. ¿Creés que fue porque entraste bien con los hinchas de cada club donde te tocó jugar?
-Los futbolistas tenemos que ser conscientes que nosotros vivimos de la gente, si no fuera por la gente, muchos partidos que vamos perdiendo o empatando no los podríamos ganar; si no fuera por la gente, no seríamos conocidos… Nos debemos a ellos. ¿Qué nos cuesta regalarles unos minutos a ellos? Una foto, dos minutos, el jugador no tiene por qué dudar, tiene que frenarse, sacarse fotos… El niño ese del que hoy sos su ídolo, mañana puede jugar en el primer equipo y ser el ídolo de tu hijo. Entonces, no sabés cómo es la vuelta de la vida.
El futuro como entrenador junto a su hermano
El Chimy no es el único de los Ávila que llegó a Primera. Gastón, de 23 años, actualmente está en Fortaleza de Brasil, aunque su pase le pertenece al Ajax de Holanda. Él sí ya cumplió el sueño de jugar en Boca (festejó tres títulos) y en Rosario Central, sus dos primeros clubes, además de un paso por Royal Antwerp de Bélgica, el club que le abrió las puertas de Europa.
Encuentro de hermanos en Pamplona. Ahora Gastón juega en Fortaleza de Brasil. (Foto: Instagram @chimy_avila)
-Otro deseo que confesaste es el de jugar alguna vez con tu hermano…
-Sí, claro, pasa que yo voy un poco más adelantado (risas). Pero, bueno, yo siempre digo que si no es como jugador, será como cuerpo técnico. Él será el primero y yo el segundo por el tema de mi temperamento.
-¿No te ves siendo el máximo responsable en el banco?
-Más que nada por mi temperamento y por la forma de ser. Si me expulsan en el campo… imagínate como míster. Entonces, que mi hermano ponga la cara ahí, pero yo estaré a su lado en todo momento.
-¿Ya lo hablaron seriamente eso de trabajar juntos en el futuro?
-Sí, sí. Yo lo único que le digo es que el día que me toque dejar el fútbol, un tiempito me lo voy a tomar para estar con mi familia. Yo entiendo cuando la gente dice que el trabajo del futbolista es bonito, ganamos dinero, pero también sacrificamos muchísimas cosas. Yo quiero tomarme un tiempito disfrutando al máximo a mi mujer, a mis hijos, a mi madre, a mi padre… Disfrutar de mi familia al 100%.
-Igual, más allá de eso, ¿le agradecés al fútbol por la oportunidad que te dio de cambiar tu vida?
-¡Sí! Yo siempre le voy a estar agradecido al fútbol, a los equipos por los que he pasado, a las aficiones, a los místers y a Dios, por esta carrera de futbolista que me ha llevado a conocer muchos países, a conocer buena gente, a darme muchísimos gustos que jamás en mi vida pensé que me los iba a dar.
-¿Te pasa seguido el hecho de pensar en “mirá dónde estoy hoy”?
-Claro, tal cual. De chico te preguntaban y decías que querías ser futbolista. A mi hija o a mi sobrino le pregunto lo mismo hoy y me responden “streamer” (se ríe). Ya no quieren ser más futbolistas, quieren ser streamers ahora. Yo iba al colegio y me ponía a patear las botellas o andábamos descalzos porque hacíamos pelotas con los calcetines. Hoy me acuerdo de esas cosas, miro para atrás y digo “madre mía, qué carrera he hecho”. Con aciertos y errores, pero yo creo que sólo lo entiende mi mujer que caminó los zapatos conmigo, ¿sabes?
-¿Desde que eran muy chicos?
-Sí, desde los 14 años estoy con mi mujer, ya van casi 17. Y la volvería a elegir. El fútbol me ha dado muchísimas cosas bonitas, pero mi mujer me dio mis hijos, que es lo más importante. Nos han pasado muchísimas cosas, una montaña rusa, y al final bajás y subís, bajás y subís… Cuando subís se quieren subir todos y cuando bajás, está el avión vacío.
El Chimy y su familia, de paseo por España. (Foto: Instagram @chimy_avila)
ver también
Es figura en el fútbol argentino, confesó ser hincha de River, pero no le cerró las puertas a Boca: “Siempre con respeto”
ver también
Rubén Insúa eligió a los tres mejores jugadores del mundo: incluyó a Messi y a una joya de River
