Para lo hinchas, la vida del futbolista es color de rosa. Entrenan, viven de lo que les gusta, viajan a diferentes lugares del planeta y perciben contratos extraordinarios. Pero para que todo eso ocurra, el sacrificio es total. Dejar a una familia a varios kilómetros de distancia para lograr el gran sueño de su vida. Incluso, Pablo Caballero sostiene que cuando se marchó de su Santa Fe natal no se veía “haciendo otra cosa que no sea siendo futbolista”.
Hoy tiene 38 años, debutó en la Primera División de Racing el 24 de noviembre de 2007 en un empate sin goles ante Independiente y de la mano de Gustavo Costas, y tuvo que lucharla muchísimo para que la institución no se transformara en el primer equipo grande del fútbol argentino en descender en dos ocasiones. Pero antes de ahondar en los detalles de lo que fueron aquellos días donde tuvieron que enfrentar a Belgrano de Córdoba, el ahora delantero de Recreativo de Huelva recuerda, en exclusiva con BOLAVIP, aquellos tiempos en Avellaneda.
“Con el correr del tiempo uno toma la dimensión y a medida que van pasando los años, va madurando un poco la situación y lo que fue ese momento. Me fui con 15-16 años de un pueblo a Buenos Aires y es totalmente distinto. Estaba en la capital del país, tenía que manejarme solo, compartir vivencias con otros chicos que también querían lo mismo que vos”, exclamó el nacido en Totoras que llegó a la Academia con edad de Sexta División. “Tuve la posibilidad de debutar, que era el sueño. O sea, era mi sueño desde muy chico. Sinceramente, no me veía haciendo otra cosa que no sea siendo futbolista”.
Si bien tuvo la posibilidad de jugar en diferentes países, como fueron las experiencias en Paraguay, China, Italia y España, donde se radicó desde que llegó en 2015 al Club Deportivo Lugo tras su paso por Ferro Carril Oeste, sus primeros pasos en el club de Avellaneda lo tenían como en una especie de burbuja: “Era un lío, un quilombo, pero hoy lo veo un poco más más claro, ¿viste?”, exclamó. Y argumentó: “En el momento vos pensás que es así, que bueno, que ése es el momento que te tocó, que estás jugando, que lo único que pensase jugar en Primera. Bueno, en ese momento era salvar a Racing, que era una situación muy incómoda porque al final se trataba de un equipo gigante con muchísima presión y tirando de los jóvenes, con todos los chicos de la cantera”.

Pablo Caballero junto a Adrián Bastía.
-¿Llegaste a tener que bañarte con agua fría como se ha contado en más de una ocasión?
-Sí, un montón de veces. Era todo pulmón, muy precario. En las inferiores también. Hace un año o dos que volví al club y la verdad que no podía creer las instalaciones que el Predio Tita (Mattiussi) tiene hoy en día. No solo nos bañábamos con agua fría. Teníamos que llevarnos la ropa y lavarla de un día para el otro, sacar piedras del campo para entrenar. O sea, una parte del entrenamiento era juntar piedra por piedra y sacarla del campo para no lastimarse. Fue cambiando un montón, evolucionó.
Seis años demoró el Flaco en alcanzar la máxima categoría del fútbol argentino desde que arribó a la institución. Pero, así como la padeció en las inferiores, y es algo de lo que no se arrepiente porque tenía bien en claro cuál era su objetivo, además de que buscaba lo mejor para la institución, recordó que había que hacer lo que estuviese al alcance: “Yo quiero llegar y me la tengo que bancar. Y si tengo que dormir acá, duermo acá. Si tengo que entrenar acá, entreno acá. O sea, no había quejas. Al final era lo que había”.
La dificilísima situación económica que atravesaba Racing afectaba muchísimo a lo deportivo. El club estaba gerenciado por Blanquiceleste SA, que debía hacerse cargo de la deuda que se generó por las flojísimas gestiones encabezadas por Juan Destéfano, Osvaldo Otero y Daniel Lalín, quien terminó solicitando la quiebra del club. A raíz de ello, Caballero y sus compañeros tuvieron que ayudar a que el equipo no descendiera por medio de la Promoción, donde disputaron dos partidos ante Belgrano de Córdoba, que llegaba desde el Nacional B.
“Creo que era muy consciente para un niño de 20 años. Sabía lo que no estábamos jugando, lo que estábamos viviendo. Creo que eso también influyó, el tema de por ahí si hubiese tenido un grado menos de inconsciencia, hubiese disfrutado más, digamos, de todo ese momento de en Primera División”, exclamó. Y añadió: “Me consideraba maduro y por ahí con un grado de responsabilidad que por ahí no iba acorde a la edad o a lo que se espera. Por ahí se espera como que tiren del carro la gente más grande o los más experimentados. Pero bueno, en ese momento tocó eso y hoy agradezco. A lo mejor, en otra situación no hubiese jugado”.
-¿Cómo fueron las horas previas al partido con Belgrano?
-Fue un partido en el que no me entraba un alfiler. O sea, era una presión enorme. Al final hoy que lo veo desde otra perspectiva, y con el paso de los años, me digo, ‘wow, ¿viste? tuve la posibilidad de jugar una promoción con Racing, de sufrirla, de ganarla’. Me acuerdo que al final se terminó ganando y no hubo un festejo. O sea, fue más un desahogo, era un grado de presión tan grande que no daba lugar a festejar el salvarse del descenso. Terminó el partido y nadie entró a felicitar ni a saludar ni nada. Todo el mundo pedía, por favor, que nos salvemos y que, en ese momento, era toda una locura.

Pablo Caballero al lado de Facundo Sava.
Pese a que formó parte de un plantel con futbolistas experimentados como Facundo Sava, el Piojo López, Reinaldo Navia, el Chanchi Estévez y el Polaco Bastía, para Caballero no fue tan gratificante. Principalmente porque le “hubiese gustado ser un poco más inconsciente y que no me afecte tanto” la situación que se vivía en Avellaneda por aquellas épocas. Además, sostuvo que debió “madurar de golpe” para hacerse fuerte.
-¿Qué es Racing para vos?
-Lo que viví en Racing fue algo increíble, fue soñado. Hoy de mayor uno se pone como nostálgico y dice ‘uh, qué locura esto, cómo es lo que vivimos, no sé, los aprietes’. Todas las cosas externas que se vivieron a raíz del fútbol, que fueron un montón y que eran inimaginables porque al final uno sueña con el fútbol y lo ve todo color de rosas, y lo único que quiere es llegar a Primera División, decir ‘soy el 9 de Racing’ y eso atrae un montón de cosas, de factores, y todo lo que hay que está en la mochila. A Racing siempre debo agradecerle por el cariño que nos brindaron, por la contención… También a medida que va pasando el tiempo es como que te empiezan a reconocer un poco más por todo lo que se que pasó en ese momento.
-¿Qué se siente tener una bandera ‘Gol de Caballero?
-Tuve la suerte de de hacer un gol importantísimo en su momento, en un Godoy Cruz – Racingque estábamos peleando la permanencia también con Caruso Lombardi. Al muchacho que me hizo la bandera lo conozco. Tuvimos relación, de hecho el chico tocaba el saxo en una banda, o toca, no me acuerdo si sigue o no, lo he ido a ver también, y la verdad que son cosas que me llenan de orgullo. El tema de que me pongan una filial a mi nombre también, si bien era la de mi pueblo, en Totora, y que una filial de Racing lleve el nombre de Pablo Caballero, para mí eso fueron cosas impensadas. Me llena de orgullo.
-Fue uno de mis mejores goles. Más que nada por la carga emotiva, aparte el gol que fue un lindo cabezazo, la carga emotiva que tenía. Fue terrible. A nosotros no nos venían saliendo las cosas, era de esas épocas que no te salía nada o la que pegaba en el palo salía. Hoy pega en el palo y entra. Ese día, llegando al estadio nos para toda la hinchada, nos estaban re-puteando a todos, estaban súper enojados con nosotros por los resultados y todo, y nos empiezan a mover el micro. Se nos empiezan a querer meter adentro del micro, y mi compañero pedía que el chofer los pisara porque nos iban a matar. Yo decía, “estamos yendo un partido cargado de de presión. Si no ganamos acá nos matan”. Y bueno, empieza el partido, iban 20 minutos y teníamos un hombre de más pero no pateábamos al arco. Nos estaba dominando Godoy Cruz y nosotros con un jugador más todo el partido. Y el gordo Caruso me manda a calentar y por dentro pensaba “no me pongas gordo hijo de puta porque me van a matar a mí también”. Y bueno, el gordo me llama para el cambio y me dice “Flaco, por favor, salvame”. Y yo entré y tuve dos situaciones. Una que cabeceo y va por arriba, creo que fue así, y después agarro el cabezazo ese y fue el 1-0 a los 40 y pico del segundo tiempo. Me agarró la emoción, salté la valla, salté carteles, salté unos bancos que había en ese momento (NdR: en aquel entonces, Racing tenía una especie de platea VIP dentro del campo de juego, detrás de los carteles publicitarios) y llegué hasta la fosa, si no me iba a abrazar con la gente. Y claro, me agarro los huevos haciendo el gesto de que yo tengo huevos. ¿Para qué? Casi me matan, no me dejaban salir a la cancha. Terminó el partido, ganamos y había una emoción bárbara. Pero estoy saliendo de ahí, me estoy subiendo al micro y escucho los gritos que de la gente. No eran todos, pero tres o cuatro que me estaban puteando que, “Eh, no te agarrés los huevos, para la hinchada”, y yo, ¿viste? ¿qué? Anda a explicarle que con el gesto yo decía “yo tengo huevos”. No, parecía que le agarraba los huevos para ellos…
-¿Te arrepentís de no haber vuelto a Racing?
-No, no tuve la posibilidad. Me hubiese encantado volver, pero sinceramente no tuve la suerte. Más en esta época. Cómo fue cambiando el club, avanzó muchísimo. Está mucho más estable. Se veía que en el momento de que todos tiren para al mismo lado y que se pueda acomodar, Racing iba a salir a flote y sería potencia.
La vida de Caballero transitó por muchísimos paisajes, tuvo muchísimas experiencias y vivencias, pero más allá de los cambios que atravesó tanto en lo personal como en lo deportivo, el ex atacante de Tigre y Guaraní recordó su paso por el fútbol chino como una “experiencia muy muy gratificante” a pesar de que solamente estuvo 6 meses y perdieron la categoría. Pero cuando en 2014 le tocó regresar al país, buscó la manera de retornar a Primera División, y se sumó a Ferro Carril Oeste, que intentó formar parte de los 10 equipos que ascendieron por un cambio en el reglamento de AFA.
“Ese año nos fue mal. Con toda la expectativa que se había generado y todo, la pasamos fatal”, indicó. Y añadió que “se la pasaba mal en cuanto al día a día en lo económico, no cobraba. Ya lo venía arrastrando de Racing y también lo sufrí en Ferro en algunos meses que te quedaban debiendo”. A raíz de ello, se marchó hacia España y en Club Deportivo Lugo fue dirigido por Quique Setién, el ex DT de Barcelona. De hecho, recuerda que por el estilo de juego que empleaba, durante “los primeros meses no la tocaba”. También recuerda que se “tiraba abajo a buscar, a querer jugar y asociarme”, hasta que el entrenador que supo dirigir a Lionel Messi le indicó que tenía que “ser referente de área”. Allí cambió su rumbo, terminó siendo goleador y se le abrieron otras puertas dentro del ascenso español.
-Tras un buen pasar en el fútbol español, te radicaste en Huelva para jugar en Recreativo, pero además te inclinaste por el rubro gastronómico y montaste un bar. ¿Cómo fue?
-Siempre me gustó el tema de lo gastronómico. Le venía dando vuelta de ya cuando llegamos a España y empecé a ver cómo funcionaba acá. Sinceramente, en España la cultura del bar está súper instalada. Como en Argentina vemos un kiosco cada media cuadra, acá ocurre lo mismo, pero con los bares. Y la verdad que la gente hace mucho en la calle. Desayuna, almuerza, todo, se toma su cervecita en la calle. Y dije, ‘bueno, podría ser una salida, una buena idea’. Siempre me gustó, eso no tenía experiencia. Y bueno, llegué a Huelva, pasó un año, un año y medio, y me encantó. Fue pasando el tiempo y le fui buscando la vuelta. Me asocié a un conocido que tenía por parte del colegio de fútbol de mi hijo, que ya tenía montado otro bar y bueno, le dimos una vuelta con un bar tipo lo que era en su momento, no sé si sigue estando en Argentina, lo que era ‘Locos x el Fútbol’.

Pablo Caballero celebrando un gol en Recreativo de Huelva.
A pesar de que el rubro gastronómico le encantaba, Caballero sostiene que “duró poco”. De hecho, explicó: “Fue un mes y medio, dos, y decidí abrirme porque al final vi que no era el momento. O sea, no podía. No podía compaginarlo con el fútbol porque no me coincidía el tema del horario, el descanso… Por ahí uno quería descansar o simplemente salir con la familia y tenía que abocarme al bar, tenía que estar, tenía que dedicarle tiempo y dije, ‘no, esto no es para mí’. Así que me abrí”. Y agregó: “Aprendí mucho de la gastronomía que no sabía, desconocía, de todo lo que hay detrás”.
Con 38 años y con un contrato que expirará el 31 de diciembre de 2025, el ex atacante de Racing, Almirante Brown y Almería, destaca que aún no sabe si continuará ligado a Recreativo de Huelva una vez que finalice el mismo, aunque sostiene que “hay mucha ilusión”, que “hay toda una ciudad atrás del club que está tratando de resurgir”. Pero además de reconocer que en el caso de colgar los botines no seguirá ligado al fútbol como entrenador, sino que le gustaría hacerlo desde otro lado.
-¿Te gustaría ser representante o dirigente?
-Hay muchísimas cosas para hacer, para aportarle. Tengo muchas cosas para aportarle al fútbol, a lo mejor desde afuera, desde una dirección deportiva, de nivel representación… Creo que hay muchísimas cosas para ayudar al futbolista y para aportarle al fútbol, que creo que ahí podría estar ahí mi nuevo mi nuevo rubro. Si bien me planteo la posibilidad de ser técnico, pero me echa para atrás el tema también que hablábamos antes, que es el hecho de ser nómade. Al final, el entrenador también es más nómade que el futbolista, porque por ahí firma un contrato de un año y a lo sumo son 6 meses. Los resultados van a mandar, y es regresar a una vida que ya no quiero.







