En sus redes predominan dos cosas: el verde césped y el fuego encendido. Por un lado, Diego Villar es coordinador de las Inferiores de Aldosivi. Y por el otro, un influencer de asados que da consejos y hasta maneja sus propios canjes mostrando su manejo de la parrilla. En sus épocas de jugador fue un laburante de la pelota y hoy es un artista de las carnes, mostrando sus dotes culinarios y su manejo de la cocción. Y para sumar un dato más: maneja una cadena de venta de golosinas. Un todoterreno.

Manejando el drone en Aldosivi. Foto Pipa Villar.
Empezó a jugar en Newell’s, pese a haber nacido en Mar del Plata. Pero antes casi cumple el sueño de su viejo: tuvo la chance de llegar a Boca, pero eligió otro camino. Cuando salió de Independiente de Mar del Plata, donde pasó toda su infancia pateando una pelota, lo vio Jorge Griffa en una prueba y le dijo de viajar a Buenos Aires para que lo vieran en el Xeneize. No solo lo vieron: lo quisieron fichar.
“Fui con mi papá y me dijeron de quedarme y empezar a hacer una pretemporada en Boca. Yo tenía un hermano que ya estaba en Newell’s, jugaba en Reserva ya; en ese momento Griffa se había ido de Newell’s y se había llevado muchos jugadores. Me dijeron de ir a probarme a Newell’s, fui en diciembre y sabiendo que Boca era lejos y que ahí estaba mi hermano, se iba a hacer mucho más fácil. Justo vinieron en enero los de mi categoría de Newell’s a jugar un torneo a Mar del Plata y me subieron al micro y me llevaron con ellos. Y ahí arranqué. Para mí era mucho más fácil irme con mi hermano, estar en la pensión con él, irme a un lugar que él ya conocía, más en esa época que no había teléfonos ni nada, era irse y venir a Mar del Plata cada tanto”, contó en Interior Futbolero sobre sus inicios.

Gracias a Godoy Cruz pudo pegar el salto. Foto Pipa Villar.
Por eso se fue a Rosario y su papá disfrutó de su hijo con otra camiseta. “Me llamo Diego por Maradona, mi papá era fanático de Boca y estaba deslumbrado con ese equipo que salió campeón en el 81. Me quería poner Diego Miguel (por Brindisi) cuando nací, pero por suerte mi vieja se le plantó y se opuso. Era demasiado”, contó en 221.
Newell’s fue el primero, pero después llegaron Godoy Cruz, Arsenal, Gimnasia, Racing, Defensa y Justicia, Unión, Aldosivi y ya en el final de su carrera Independiente de Mar del Plata, allí donde todo empezó. Un título en Primera, uno internacional y dos ascensos (ambos con título incluído).
El Patrón de Rosario
En Newell’s tuvo de entrenador a Héctor Bambino Veira, quien fue el que lo puso en Primera. Pero lo que más recuerda es que lo tuvo como compañero a Jorge Patrón Bermúdez y eso lo marcó.
“El primer día que llegamos a Mar del Plata de pretemporada, me llama a la habitación, sabiendo que yo era de ahí y me dijo: ‘Diego necesito que armes una cena para todos’. Yo tenía 20 años… ¿armar una cena, adónde los llevo? Mirá si los llevo a un lugar donde no comen bien, me muero. Llamé a todos los contactos, que no eran muchos y los lleve a cenar y se quedó contento. Hicimos una relación buenísima”. Tan buena que tuvo un gesto que lo enaltece al defensor.

Llegó a Newell’s en plena adolescencia. Foto Pipa Villar.
“Cuando se fue, le toca irse no de la mejor manera, nos llama por teléfono a Paulo Rosales, al Colorado Re y a mi, nos lama a la casa y nos dice ‘¿ven todo lo que hay en mi casa? Mañana quiero que vengan con una camioneta cada uno y se llevan todo, lo que necesiten’. En ese momento en Newell’s no cobrábamos. Nos dijo ‘se llevan todo: bicicleta, camas, todos, cada uno elige lo que más necesite y se lo lleva’. Esos tipos que te quedan marcados, esos capitanes que te los llevás de referentes siempre”, contó en una entrevista.
Tras su salida de Newell’s, sin ser tenido en cuenta por el Tolo Gallego y luego de haber sido bajado a entrenar con chicos de 13 años y sin cobrar, tuvo un paso por Chile para luego llegar a Godoy Cruz, donde conoció el sabor del triunfo: tras ser campeón con el equipo mendocino, logró el ascenso tras las finales con Chicago y hasta convirtiendo un gol en el partido consagratorio. Ese, dice, fue su mejor gol, el más importante porque además fue el que le permitió saltar a la fama. El volante de barba y pelo largo ya tenía un nombre propio en el fútbol.
Y un apodo: “Pipa me pusieron los hermanos Spolli, cuando viví con ellos en la pensión de Newell’s, allí también estuve con Heinze y Pavlovich. No me gustaba mucho el apodo, pero en el fútbol, cuanto más te calentás, peor es; así que lo asumí”, contó en El Gráfico.

En Racing fue campeón aunque se fue a préstamo en el final. Foto Archivo.
De ahí tuvo un paso por Arsenal, en donde fue importante para lograr la Copa Sudamericana en un equipo en el que jugaba el Papu Gómez, José Luis Calderón, eliminando a San Lorenzo, Goiás, Chivas y River y luego venciendo al América de México en la final jugada en Racing. En Gimnasia, su siguiente equipo, dice que encontró su mejor nivel.
“Ahí tuve mi mejor versión, fue mi pico más alto y me quedé con la sensación que dejé todo por el club, le tengo mucho cariño”. Aunque su experiencia siendo dirigido por Diego Cocca (a quién volvió a encontrarse en Racing) no fue la mejor, su balance platense siempre dio positivo, hasta que una lesión en la rodilla le frenó el envión.
Tras un segundo paso por Godoy Cruz, le tocó volver a Buenos Aires y sumarse a Racing, una cuenta pendiente que tenía de jugar en un equipo grande. Y nada menos que con Mostaza Merlo en el banco: “Cabulero cono nunca vi en mi vida, en la charla técnica cada uno tenía que estar en su lugar, si alguno hablaba y justo ganamos, otra vez repetir”.
“En un momento fuimos a un hotel cinco estrellas en Pilar, al club no le salía dos mangos, pero ganamos entonces nos llevó allá de nuevo. Y después ganamos y otra vez a ponerse, hasta el fin del torneo fue así”, contó en Interior Futbolero. En Racing se cruzó otra vez con Cocca, que lo dio a préstamo a Defensa cuando la Academia se encaminaba al título.

Hoy tiene golosinera y tabacalería en Mar del Plata. Foto archivo.
“Me hubiera gustado estar en la foto entre los once”, dijo en aquel momento, dolido por a situación. “No fui a buscar nunca la medalla del torneo Transición 2014. Siempre me dijeron que estaba ahí, pero la verdad que no es algo por lo que me vuelva loco porque nunca me colgado nada de más. Yo me quedo con los recuerdos, lo más importante para mí son los recuerdos de lo que he logrado en el futbol argentino. No me vuelvo loco por una medalla y por eso no la fui a buscar nunca”, contó alguna vez. Sin embargo, guarda grandes recuerdos de compañeros y líderes como Diego Milito y Sebastián Saja.
A su carrera le quedaban un par de paradas más. Primero se fue a Unión, donde volvió a tener continuidad de la mano de Leo Madelón y hasta llegó a los cuartos de final de la Copa Argentina, aunque quedó eliminado por River. Y luego, cuando ya estaba pensando en retirarse, le llegó la oportunidad de volver a su cuidad natal, Mar del Plata. Aldosivi lo convocó para jugar la B Nacional y él no sólo aceptó, sino que fue parte del ascenso a Primera.
“Cuando me voy de Unión yo pensaba no jugar más. Pero hice el último esfuerzo para jugar en mi ciudad”. Ya no tenía ganas de concentrar ni de entrenar todos los días y ya tenía en marcha el primer emprendimiento familiar: la golosinería que era sucursal de la que su familia tiene en Rosario. Quería estar más tiempo en su casa, con sus hijos y su familia y jugar en Aldosivi se lo permitió.

Con Aldosivi consiguió su segundo ascenso. Foto archivo.
Sus amigos y su familia lo iban a ver y él, cuando tenía un mal día, sabía que volvía al hogar para estar con los suyos. A la par de puso a estudiar para poder llevar adelante el negocio: cursos de Excel y de administración para poder hacerse cargo de todo. El local, que ya tiene varias sucursales y se expandió a otros rubros, vende mayorista y minorista y ahora también lo manejan sus hijos, que son uno de River y el otro de Boca.
“Es hermoso pasar a ser parte de la gran historia de esta institución, que nos ha abierto las puertas de la mejor manera. Acá solo tenés que preocuparte en jugar y dar lo mejor en la cancha. No hay que preocuparse ni por cobrar los sueldos, ni por el estado de las canchas en las que entrenamos, que están impecables”, contó luego del ascenso, allá por el 2018.
“El me bancó de una manera especial desde chiquito, tenía tres laburos, y me ayudó y me respaldó para que me fuera a Newell’s cuando tenía solo 14 años. ¿Sabés lo que fue verlo en la caravana abajo del micro el sábado, festejando con mi tío? Son imágenes impagables que me quedan para siempre”, contó sobre Néstor, Toscano su apodo, su papá, aquel que lo llevaba a Independiente mientras él trabajaba y el Pipa se pasaba todo el día con la pelota.
Será por ese amor que cuando lo llamaron para jugar en su club de toda la vida, aceptó. Se sacó las ganas de ponerse esa camiseta. Y, más tarde, también se dio el gusto de dirigir a las Inferiores, como lo había hecho su papá durante su infancia.
Desde hace unos años que Villar trabaja en Aldosivi como coordinador de las Inferiores. Hasta le tocó saltar a la Primera durante la temporada 2022, luego de la renuncia del Yagui Fernández. Fueron siete partidos en total en los que tuvo que enfrentar a Boca y a San Lorenzo, ambos de visitante. Logró una sola victoria, 2-0 ante Barracas.
Asado es amor
Aquel hermano al que siguió en su adolescencia y que lo llevó a jugar en Newell’s hoy es nada menos que Pablo, el famoso @elmagococina, que tiene más de dos millones de seguidores en Instagram y que tiene un restaurant que saltó a la fama por la devoción que le generó al Dibu Martínez.

Con su hermano Pablo @elmagococina, que tiene más de dos millones de seguidores. Foto Pipa Villar.
El Pipa no se queda atrás: en sus redes sociales se mezcla su dedicación por las Inferiores de Aldosivi con su amor por el asado. Recetas, cortes de carne, diferentes cocciones, una variedad de platos que tienen a la carne como principal protagonista y a Villar mostrando su versatilidad tanto adentro de la cancha como afuera.







