Febrero de 2013 – El equipo argentino de Copa Davis, sin su as de espadas, Juan Martín Del Potro, saca adelante la serie ante Alemania con contundencia en Buenos Aires y el festejo es descontrolado. En la intimidad del vestuario del equipo entonces capitaneado por Martín Jaite se oye un grito que alertaa los pocos periodistas presentes detrás de esa puerta: “Es para Delpo que lo mira por TV”. Pero no será la última vez.
Febrero de 2014 – Fabio Fognini, revolcado en el polvo de ladrillo marplatense, festeja el tercer y definitivo punto ante Carlos Berlocq que le daa Italia la serie de octavos de finalfrente a Argentina. Y desde los 4 costados del Patinódromo de Mar del Plata, el grito ese domingo (también repetido viernes y sábado) es casi unánime: “Es para Delpo que lo mira por TV”. No fue un grito aislado ni algo pasajero. El repudio era absolutamente total.
Juan Martín Del Potro, por entonces 4º del mundo, había priorizado su carrera personal por sobre la Davis y ni siquiera viajó a la ciudad feliz. La gente, disgustada, mostraba su descontento hacia él y entonaba aquel grito que había sonado en la intimidad del vestuario argentino un año antes.
Febrero de 2022- Miles de personas copan el Buenos Aires Lawn Tennis Club como nunca se vio en una primera ronda del Argentina Open. Hay bombos, banderas, gorros, vinchas. Hay hasta bengalas, que son confiscadas en los accesos. También hay remeras con su cara, hay llanto, hay emoción y cantos de pleitesía por doquier.
Adentro de la cancha hay un guerrero cansado, golpeado, dando sus últimos martillazos. Y también desde adentro hay lágrimas:“Lo di todo”. Y la gente, esa misma que lo había bastardeado en más de una ocasión, se rinde a los pies del mejor jugador argentino de la historia del tenis argentino después de Guillermo Vilas.
Lo que pasó en el medio de estas dos realidades con Juan Martín Del Potro es historia conocida. El camino fácil sería decir que el tandilense se ganó el respeto de todos por sus 22 títulos ATP, sus 2 medallas olímpicas en Londres y Río de Janeiro, su temprana coronación en el US Open con apenas 21 años y batiendo nada menos que a Roger Federer o su imponente protagonismoen el único título argentino en toda la historia de la Copa Davis en 2016.
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Sin embargo, la redención de Del Potro lejos está de ser solo debido asu impresionante palmarés. El “hincha” del tenis, ese que lo miraba con recelo por su poca participación en Copa Davis y por priorizar su carrera personal, comenzó a mimetizarse con el argentino gracias a su increíble capacidad de superación. Y así también enamoró a los ajenos al deporte.
Más alláde las lesiones menores con las que suele convivir cualquier deportista de elite, el argentino superó primero ¡cuatro! operaciones en sus muñecas y luego fue la rodilla laque lo tuvo a maltraer. Otras tantas intervenciones en esa zona lo hicieron coquetear con el retiro en más de una oportunidad. O eso es lo que todos creíamos .
Sin embargo, una y otra vez, Del Potro sacó fuerzas vaya uno a saber de dónde para reinventarse, rehabilitarse, reponerse y hasta en más de una ocasión modificar por completo su forma de pegar para poder seguir compitiendo.
Así, repleto de dolores, malestares y lesiones, compitió de igual a igual con el “Big Three” (Djokovic, Federer y Nadal) y hasta los batió en más de una oportunidad.
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“Deseo poder dormir sin dolor en la pierna y es lo que trataré de hacer a partir de mañana”. La frase, dicha entre lágrimas por un abatido Juan Martín Del Potro, hizo estallar a las miles de almas que coparon el Buenos Aires. Diezmado, el tandilense acababa de perder ante Federico Delbonis en lo que seguramente sea su última función como tenista profesional.
“Lo más difícil es conseguir el cariño de la gente, y yo creo que lo logré”. Atrás quedaron los murmullos, las críticas, los cantos y la polémica. También los trofeos, las medallas, los elogios del mundo entero y la histórica consagración en la mítica Davis obtenida en Zagreb. Juan Martín Del Potro se retira como se debe, con el público -su público- a sus pies.
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Y seguramente desde este miércoles comience una nueva vida para la Torre de Tandil. La verdadera vida que se merece un guerrero que lo dio todo y más por seguir dándole rienda suelta a su sueño. Con el público en su bolsillo y la vitrina llena, irá ahora por el único objetivo que le falta, quizás el más difícil de todos: disfrutar lo ganado, dejar el dolor atrás y borrar para siempre el quirófano de su GPS.
Descanse, campeón. Que la tarea está hecha.