Tigres ha dominado la escena del futbol mexicano en la última década. Su modelo puede ser cuestionado desde la estética, pero los resultados hablan por sí solos: 5 ligas, 1 Copa MX y 3 Campeón de Campeones en el lapso mencionado.

Con una idea y un proyecto claro que se extendía desde los altos mandos hasta la directiva, Los Felinos adoptaron un esquema similar al del Chelsea o el Manchester City: pocos jugadores promovidos de las Fuerzas Básicas (solo los necesarios para cumplir la regla de menores), muchas compras de elementos y cesiones para que se fogueen.

En este verano se dio la inesperada salida de Miguel Ángel Garza de la presidencia. Con el retorno de Alejandro Rodríguez como su reemplazante, las políticas del club cambiarán nuevamente y no continuarán estos manejos con los futbolistas.

Antes de iniciar esta temporada, el conjunto regio contaba con 40 elementos distribuidos por todo el mundo. Con el correr de los meses, ese número se ha ido disminuyendo, al igual que las incorporaciones.

Algunos jugadores fueron vendidos, mientras que a otros simplemente no se les renovó el contrato. Si bien este plan le ha traído buenos dividendos a Tigres (los casos de Francisco Meza y Luis Quiñones son algunos ejemplos), la idea es reducir los gastos.