Parecía un partido fácil en la previa para el Manchester United ante el Young Boys, a quien ya había vencido por 3 a 0 en Suiza.

Pero no todo es como parece, y al equipo de Mourinho le costó horrores conseguir los tres puntos en su casa, gracias a una floja actuación colectiva.

El United no presionó ni inquietó como se debe al visitante, y por lo tanto el andar del equipo se tornó lento y predecible en cada ataque. Se notaron mucho las ausencias desde el arranque de Pogba y Mata, quienes ingresaron en el complemento.

No fue hasta el minuto 90, cuando a Fellaini le cayó un bochazo que peinó Lukaku y pudo marcar el gol definitivo del partido.

Ahí Mourinho se volvió loco, revoleó las canastas con aguas y grito desaforado porque claro, no le gustó el juego de su equipo y en algún momento parecía que podía perderlo.