Largas filas para ingresar al Autódromo Hermanos Rodríguez. Hay gente que lleva hasta dos horas formada para acceder por la puerta 12; el cúmulo de personas obliga a que deba hacerse doble hilera en U, hasta pocos metros antes de la entrada del metro Ciudad Deportiva, todo por ver el Gran Premio de México y en particular a Checo Pérez.
“No se ve para cuándo vayamos a entrar”, dice uno de los aficionados desesperados por ingresar y que ha estado de pie por más de 90 minutos. Su angustia también se debe a la mortificación por tener sed, hambre y no traer gorra para cubrirse del sol.
Pero ese estrés es aprovechado por vendedores ambulantes que ofrecen botellas de agua a $40, churros a $10 y gorras a $200. Clientes no les faltan. Por el contrario, la ansiedad de los asistentes les es es redituable.
En cierta medida, esa resignación de consumir al exterior se debe a que quieren evitar formarse otra hora (o más) al interior y tener que recargar su cashless.
Por si fuera poco, la naturaleza del cuerpo también hace de las suyas como inconveniente. Para aquellos que no resisten más, tienen que caminar (o correr) hasta la calle donde se ubica la puerta 12. Allí, propietarios de viviendas habilitaron sanitarios de acceso al público con un costo de $10. El riesgo para algunos es perder su lugar en la fila.
Sin embargo, a pesar de todo, los aficionados procuran conservar su entusiasmo por una razón: sentirse cerca de Checo Pérez viéndolo en acción durante sus últimas vueltas en el GP de México.