La vuelta de Manny Pacquiao al boxeo generó grandes interrogantes. El filipino volverá a la acción a sus 46 años para disputarle el título del mundo a un joven Mario Barrios de apenas 30 años. El filipino no pelea desde 2021 y sí, es una de las leyendas más grandes de todos los tiempos, pero las preguntas son para todos: ¿No deberíamos dar vuelta la página? ¿Por qué no logramos poner el ojo y la atención en las nuevas estrellas y dejar a los antiguos campeones en su respectivo lugar de gloria?

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Sí, yo también estoy muy entusiasmado con la vuelta de Pacquiao. Es Manny, campeón en ocho categorías distintas, su legado es innegable y no se trata del caso puntual de él. Por citar otro ejemplo, el mundo del deporte se paralizó cuando Mike Tyson se subió a pelear con Jake Paul, pero luego invadió una enorme decepción por la actuación que dejó Iron Mike en el cuadrilátero. ¿Qué se podía esperar de alguien de 58 años que enfrentó a una joven de 28? Hay quienes dicen que el excampeón limitó su fuerza para no herir a la celebridad y que ambos se fueran contentos a casa con las bolsas millonarias que consiguieron. Eso nunca se comprobó, al menos hasta ahora, y lo único que está a la vista es que el espectáculo fue un fracaso.
Volviendo a peleadores más actuales, se podría hablar de Tyson Fury. El británico anunció su retiro en enero y desde entonces no lo han dejado en paz preguntándole si verdaderamente iba a colgar los guantes. Claro que los antecedentes lo condenan al europeo, quien en algún momento anunció su alejamiento de los cuadriláteros y siempre volvió. Entonces, lo que me pregunto es si esto pasa porque simplemente no somos capaces de soltar a aquellos que tantas alegrías nos dieron con peleas inolvidables o si se trata de una comodidad de no querer ponerle atención a lo nuevo.
No faltan estrellas, no hay escases de promesas, simplemente no tienen tanto brillo. Por citar solo un nombre: Shakur Stevenson. No es que el punto sea hacer una defensa sobre el campeón, porque allá está él feliz con su millones, sus cinturones y su carrera que no se detiene, pero es simplemente por colocar un ejemplo. Los aficionados lo critican porque no da espectáculo, porque prioriza ganar antes que plantarse en el centro del cuadrilátero a fajarse.

Shakur Stevenson no es respetado por el mundo del boxeo pese a haber sido campeón de tres divisiones. (GETTY IMAGES)
Sí, al abonar una entrada o pagar un PPV para ver un evento se adquiere un mínimo derecho de expresar el disgusto si el show no termina estando a la altura de las circunstancias, pero no se extiende mucho más allá de una decisión final de seguir consumiendo o no los espectáculos. Jesse Bam Rodríguez es otra gran figura y con apenas 25 años ya tiene 14 nocauts en 21 peleas. No es que no existan noqueadores, porque Inoue también finaliza a casi la totalidad de sus rivales, pero parece que siempre es mirado de costado. Que si no pelea en Estados Unidos, que si sus rivales son demasiados accesibles. En fin… Parece que nada o muy poco de lo actual convence.
Lo viejo sigue funcionando porque ahí está, Canelo Álvarez con 34 años protagonizará la pelea del año ante un Terence Crawford de 37. Artur Beterbiev de 40 primaveras tendrá una trilogía con Dmitry Bivol en los semipesados y Oleksandr Usyk es de los mejores libra por libra con 38 velas sopladas.

Canelo Álvarez y Terence Crawford son los protagonistas de la pelea más esperada del año. (GETTY IMAGES)

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Para cerrar, es momento de la conclusión. Si bien hay gran expectativa por las nuevas generaciones que están brillando, lo cierto es que no se puede borrar con un dedo lo que ha sucedido en el pasado. No en vano las leyendas construyeron un legado en el deporte y nos cuesta tanto dejarlos ir. Aún así, es momento de comenzar a soltar, de a poco, y simplemente porque es parte de la vida, no opacar las cabezas nacientes que asoman por el mero hecho de que no consiguieron ni la cuarta parte de lo que obtuvieron los históricos. Por algo se empieza y el tiempo es el mejor aliado para que las estrellas actuales pasen a la sala que solo ocupan unos pocos. Lo viejo funciona, pero lo nuevo empuja más fuerte.





