Revelando detalles que nunca antes se comentaron, Carlos Zambrano contó cómo fue la pelea que tuvo con Darío Benedetto. Recordando que fue en el marco del partido entre Boca Juniors y Racing Club, el defensor empezó contando que todo ocurrió en el campo de juego, de manera indirecta.
Relatando que ya en el túnel camino al vestuario Darío Benedetto lo “madrugó”, el defensor buscó contragolpear, pero fue contenido por la seguridad y el resto de sus compañeros. Llegando el momento de la venganza, Carlos Zambrano se contuvo pues en el vestuario estaban dirigentes y demás personalidades del club.
Siguiendo con su relato, Carlos Zambrano reveló que fue el propio Darío Benedetto que se acercó entre lágrimas y se disculpó. Quizá reaccionando como nunca antes lo ha hecho, el defensor peruano se contuvo y aceptó la disculpa, a la par que el resto de sus compañeros le decía “que le pegue”.
Al final, Carlos Zambrano buscó alguna “sin razón”, para devolverle el golpe a Darío Benedetto. Poniéndose firme en los entrenamientos, partidos o en cualquier oportunidad, ese momento nunca llegó y al final “perdió”.
TEXTUAL DE CARLOS ZAMBRANO
“Un momento complicado. El detalle fue que él ya venía alzando las manos mucho en el campo. Nos podemos criticar o putear cara a cara y no pasa nada, pero eso no.
Nos estaba metiendo un baile Racing. Y empieza a hacer lo mismo de siempre: las manos señalando a la defensa. En el túnel en el entretiempo nos dijimos de todo. Y ya en la escalerita para ir al camerino, se voltea y me da uno de arranque.
Mi reacción fue ir para adelante. Entre mis compañeros y la seguridad me agarraron. Yo ya no estaba pensando en el partido, quería mecharme.
Mis compañeros me decían: ‘pégale’. Creo que a la mayoría en ese momento no le caía bien él por su formar de ser. Yo nunca tuve problemas con nadie, solo fue la calentura del momento.
En el vestuario, siendo consciente, ya no podía hacer nada. Estaban todos los dirigentes. Dije: ‘ya está. Perdí’. Pero por dentro estaba hirviendo. Pensaba que tenía que esperar mi momento.
Voy a orinar y se me acerca entre lágrimas. ‘Discúlpame, me equivoque. Es de hombre pedir perdon’, me dijo. Y en ese momento se me cruzó ser traicionero y meterle una igual. Pero yo no soy traicionero. Y le dije: ‘dale. Ya está’.
Los compañeros después del partido me seguían diciendo que lo vaya a buscar. Yo iba a esperar mi momento. Estaba buscando la ‘sin razón’ como se le dice. Nunca hubo una sin razón.
Lo buscaba en los entrenamientos y nada. En el equipo quede como un caballero porque no reaccioné. Los dirigentes me felicitaban por no haber reaccionado. Me tocó perder. El tema quedó ahí, porque pasó el tiempo y nunca hubo una sin razón”.